jueves, 9 de junio de 2011

Para que nos dejen respirar


09-06-2011

Reseña: Javier Mestre, Komatsu PC-340. Caballo de Troya, Madrid, 2011
Para que nos dejen respirar

Mundo Obrero


Komatsu PC-340 no es ninguna escisión tardo-numérica del PC coreano. Podía serlo pero no lo es. “Komatsu PC-340” es el nombre de un prototipo de maquinaria de excavación usada con frecuencia en las obras públicas y es, por este motivo, el nombre de la primera novela de Javier Mestre, un periodista y profesor de lengua y literatura que colabora con frecuencia en medios alternativos de la red. Que se fuera escaldado de la cadena SER o del diario Levante son dos importantes entradas de su curriculum. Para enmarcarlas. Komatsu PC-340 es muchas cosas a la vez. La principal acaso: una magnífica historia de amor entre Victoria, una ingeniera de clase bien situada que salta desde una clase privilegiada, sin apenas protección, como el que lee un razonable manifiesto de jóvenes rebeldes, y Santiago, un obrero, un maquinista que como ella trabaja en las obras infernales de la construcción de la M-30 y que es, en sí mismo y en sus alrededores, un homenaje merecidísimo al Madrid resistente, al PCE, a la ciudadanía que no ha claudicado ni tiene intención alguna de claudicar. Vivieron, viven y quieren seguir viviendo erguidos, de pie, sin arrodillarse a dictados ajenos e interesados.
De las cosas mejores que puede decirse de una novela es que enganche. No la tomamos, de hecho, nos toma. Komatsu lo consigue. Es difícil, muy difícil, dejarla una vez hemos entrado en ella. Advertidos están por si tienen compromisos. También de lo mejor que puede señalarse de una narración es que enseñe. Komatsu lo hace y no sólo sobre los entresijos casi inimaginables de determinados momentos históricos recientes sino educándonos en nuestra sensibilidad y aproximación a los seres menos protegidos y más desfavorecidos de nuestra sociedad. Seres casi trasparentes para nosotros que, en ocasiones, si no nos empeñamos, apenas logramos percibir.
Está en Komatsu, por otra parte, una crítica documentada al capitalismo realmente existente, a los poderes públicos que le son serviles y a una concepción fáustica de la tecnología que la convierte no en un instrumento afable que permita prolongar nuestras habilidades y facilitar la realización de nuestras tareas más difíciles, sino en un mecanismo casi autónomo, todo poderoso, que, sin más consideraciones, arrasa con todo y con todos, incluidos aquellos que supuestamente controlan la situación. Ningún obstáculo detiene sus ansias de conquista, de transformación y los enormes intereses que la alimentan.
Sin dejar de reconocer la importancia de los dos personajes centrales me permito señalar esos otros personajes laterales que también pueblan la geografía del autor y de la novela que nos ha regalado. Y no sólo, digámoslo así, los personajes a los que podemos sentir próximos sino también algunos que sólo pueden merecer nuestro máximo alejamiento. Germán, el novio inicial de Victoria, es prototipo de ellos. Reales como la vida misma, magníficamente descritos.
Hay, desde luego, y no está cogida por los pelos, una lectura feminista de “Komatsu”. No sólo por la grandeza humana de la protagonista sino por los valores poco masculinos que dan vida y ser a su compañero, a Santiago, un militante incansable con cabeza, con rebeldía inagotable… y con corazón tendido al sol y a la vida. También para él, como el mejor Octavio Paz, amar es combatir (como lo sería, seguramente, para Pedro Racionero a quien está dedicada la obra).
Se apunta en la contraportada del libro la propuesta esencial de esta novela que merece nuestra atenta lectura: que se nos deje respirar. Es otra forma de decir, de exigir, que se nos deje vivir. Javier Mestre, a través de sus protagonistas, nos sugiere cómo hacerlo, y cómo conseguirlo sin permiso, sin la aprobación de fuerzas e individuos sin rostro que han promulgado su sentencia, una y mil veces: condena perpetua con abandono de toda esperanza. ¡No lo conseguirán! ¡Respiraremos y viviremos con dignidad!

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