sábado, 11 de junio de 2011

La intrahistoria, como la historia, amoral del castigado por la crisis y del castigador capitalista


11-06-2011

La intrahistoria, como la historia, amoral del castigado por la crisis y del castigador capitalista



Erskine Caldwell, de padres pobres y viajeros a través de EEUU a causa de la falta de trabajo, fue otro preso de los propietarios de los grandes medios de producción, y escribió. Erskine Caldwell, apenas conocido por los castellano0 hablantes publicó en los años 30 del siglo XX la novela “El camino del tabaco”, concebida con materiales procedentes de su propia experiencia, podemos imaginarlo en horas de deshecho sobre su cuaderno como quien rema contracorriente, mientras pasaba por diversos oficios fue labrando cuadernos hasta obtener una cosecha que le situó en la gran literatura estadounidense. La novela sin embargo sufrió nada más salir la prohibición porque pareció a las instituciones de su ciudad que sacaba a la luz algo inconfesable sobre la vida que allí la clase dominante daba a los trabajadores. Una vez que se autorizó las ventas resultaron millonarias, John Ford hizo una película con la obra literaria y el teatro se ocupó de ella manteniendo la obra en cartel durante una década.
Con mirada objetiva, Caldwell, expone la historia de una familia blanca del sur arruinada que habiendo sido propietaria de tierras, debido a la circunstancia señalada, las entregó a un capitalista a cambio a cambio de trabajar en ellas. El nuevo propietario, un financiero en busca de otras inversiones más rentables, las abandonará dejando a los personajes en la situación más extrema de pobreza que deja ver el estado más primitivo, pero impregnado de hábitos y creencias incursos en la sociedad que entonces les margina.
Caldwell expone con persistencia narrativa propia del naturalismo las tribulaciones de la familia encabezada por Jeeter Lester, y en ello vemos el estado de conciencia entre los campesinos que habiendo tenido tierras en un momento determinado, no han podido sumarse a los cambios ni conciben actuar en conjunto contra los causantes de su desastre.
Los personajes, como hace hincapié el naturalismo, parecen arrastrados por el destino, en este caso aluden a un mandato divino que cumplir, y están dispuestos a no renunciar a él, aunque tampoco nunca han aspirado a nada. A esto se suman las contradicciones sobre las que se estructura la sociedad, de género y de clase: “- El Señor hizo la tierra y me puso a mi sobre ella para cultivarla (dirá el protagonista). Es lo que he hecho, y mi padre antes que yo, durante los últimos cincuenta años, y eso es lo que estaba dispuesto. Esas condenadas hilanderías son para que trabajen las mujeres. Esos no son sitios para un hombre; allí se pasan el tiempo con ruedecitas e hilos todo el día. Les digo que es un trabasjo maldito para un hombre, toda su vida arrollando hilos en carretes. ¡No ¡ Fuimos puestos aquí en la tierra, donde crece el algodón, y mi trabajo es hacerlo crecer. No quisiera tener nada que ver con las hilanderías ni aunque pudiese ganar en ellas hasta quince dólares a la semana. Me quedaré en el campo hasta que me llegue el turno de morir.
-Como quieras, Jeeter, pero mejor sería que te lo pensaras bien y te fueses a trabajar a las hilanderías. … Tú y tu mujer juntos podríais ganar veinte o veinticinco dólares a la semana haciendo lo mismo, y no ganas nada quedándote aquí. Los dos tendréis que ir a vivir al asilo muy pronto si os quedáis aquí, tratando de cultivar algodón.
-Entonces serán los ricos los que nos hayan llevado allí-dijo Jeeter-. Si tenemos que ir a vivir al asilo, será porque los ricos tienen todo el dinero que debería estar repartido entre todos nosotros y no lo quieren soltar y darme un poco de crédito para conseguir semilla y grano.
-No tienes ni una gota de sentido común, Jeeter. Ya deberías saber que no puedes cultivar nada; hace falta ser rico para llevar adelante una plantación en estos tiempos. Los pobres han de trabajar en las hilanderías.”
De todos los hijos de Jeeter sólo uno se ha quedado con él, los demás se han ido a las hilanderías, y en el que se ha quedado encontrará la continuación, la repetición que el naturalismo hace desprenderse por su misma concepción, la continuidad genética negando los cambios y, como presenta la novela, sin concebir horizontes que prometan, que alumbren, que incentiven la conciencia. No parece haber nada más allá, ni en el ser individual ni en el ser social; la dialéctica materialista de la Historia espera ser reconocida. Aunque los ladrones financieros hacían los negocios igual que hoy, se nos cuenta la historia del préstamo que le hacen a Jeeter para que plante algodón y cómo le cobrar por darle el dinero, cómo suben los intereses imposibles de pagar y cómo tras un año de trabajo de la familia sembrando, cultivando, recogiendo y vendiendo el algodón se quedan los prestamistas con todo el dinero obtenido y aún les declaran una deuda que tienen que hacer efectiva de tres dólares; ejemplo para la actual crisis, el protagonista dice a los usureros:
“-Ustedes los ricos de Augusta, a los pobres nos desangran hasta vernos muertos; ustedes no trabajan nunca, pero se llevan todo el dinero que hacemos nosotros,…
Los cobradores de la compañía dejaron hablar a Jeeter y, cuando terminó, se rieron de él, subieron a su automóvil y se marcharon a Augusta”.
Crisis capitalista de 1929, el desprestigio del capitalismo esta apunto de hacer desaparecer EEUU, que arrastraría después a las burguesías de Europa a la Segunda Guerra tras la absorción del dinero por parte de los bancos, empezando por los usureros yanquis. ¿La guerra entre las burguesías o contra otros por parte de las burguesías que han creado la crisis de su propio sistema, es la manera de que el capitalismo se recupere y reconstruya?, eso es lo que sucedió. ¿Son las guerras que han creado y en las que están metidos los gobiernos capitalistas, la última la de Libia, una parte de su reconstrucción? ¿cuántas guerras más van a emprender para reconstruir el capitalismo? ¿para qué quieren el armamento nuclear los capitalistas? ¿Se ha puesto en marcha una iniciativa que agrupe a los opositores al capitalismo, al sistema que nos arrastra a la destrucción?
“El camino del tabaco” sitúa a los trabajadores en la mayor desgracia en un estado primitivo, con un comportamiento amoral, depredador entre ellos mismos, sin propósito común para el conjunto, y es que el sistema capitalista, la gran burguesía que es la propietaria de los medios de producción, tiene una inversión de su figura en esos desterrados, porque son los usureros explotadores el cuerpo entero y verdadero más amoral que existe.
Título: El camino del tabaco.
Autor: Erskine Caldwell.
Traducción de Horacio Vázquez Rial.
Editorial: Alba.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)

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