10-11-2010 |
Novedad editorial Ocean Sur
"Bolcheviques en el poder": Una antología del pensamiento revolucionario
Compilación y prólogo de Jacinto Valdés-Dapena Vivanco y Sonia Almazán del Olmo Ocean Sur, 2010 |
Revisitar en pleno siglo XXI el cuerpo teórico de la Revolución rusa de 1917 no es un ejercicio reflexivo estéril, sino un reconocimiento de las contribuciones del bolchevismo a la cultura, la teoría social y la filosofía política del socialismo.
Más información sobre este libro en http://www.oceansur.com/catalogo/titulos/bolcheviques-en-el-poder/ • • • • • • Una antología del pensamiento revolucionario
Prólogo al libro Bolcheviques en el poder (Ocean Sur, 2010)
Marx concibió al socialismo en los países de la Europa culta y desarrollada, pero el viejo topo que es la historia demostró que la práctica es más rica que la teoría.
Fue precisamente en el siglo XX que las percepciones teóricas, políticas, económicas, filosóficas del marxismo de Marx y Engels se impusieron en la Rusia zarista, multinacional, atrasada, que combinaba las modernas tecnologías de las fábricas Putilo de Petrogrado con las formas de propiedad agraria más atrasada en Europa.
En un imperio con una población mayoritariamente campesina, autocrático, ajeno y enajenado de las revoluciones europeas del siglo XIX, sin haber experimentado las experiencias parlamentarias, ni las reformas religiosas del viejo continente, los bolcheviques de Lenin «tomaron el cielo por asalto». Entre abril y noviembre de 1917, en el lapso de siete meses, la Rusia multinacional, «cárcel de pueblos», transitó de la revolución democrático burguesa a la revolución socialista, en plena Primera Guerra Mundial, y durante la bancarrota de la II Internacional, cuando la obra teórica de Marx y Engels había estado sujeta a una dogmatización, revisión oportunista e interpretación filosófica, que, en verdad, era la negación cualitativa de los principios de la revolución teórica expuesta en las Tesis sobre Feuerbach, La ideología alemana y en la obra cumbre del pensamiento social del siglo XIX: El capital.
Mientras la socialdemocracia europea aceptaba con plena displicencia, el decursar de la primera guerra imperialista, son precisamente, y únicamente los bolcheviques del Partido obrero socialdemócrata de Rusia, liderados por Lenin la única fuerza política de la época capaz de interpretar la estrecha conexión entre la guerra y la revolución social.
Más todavía, tuvieron la capacidad intuitiva de «descubrir» el eslabón más débil de la cadena imperialista en la Rusia de los Romanov y de trazar, diseñar y llevar a cabo las tácticas acertadas para hacer socialista la Revolución de 1917, derivada de una estrategia basada en la creación teórica, la independencia del pensamiento político, un profundo sentido clasista, el espíritu internacionalista de los comuneros de París de 1871 y una clara visión de la importancia decisiva de la democracia soviética como núcleo esencial para crear el estado socialista del futuro.
Los bolcheviques pasaron por alto las concepciones reformistas, revisionistas y ortodoxas, de E. Bernstein, K. Kautski y G. Plejánov y acudieron a las fuentes teóricas de la ciencia política formuladas por Marx y Engels a mediados del siglo XIX en sus análisis de las revoluciones europeas.
Reinterpretaron El capital desde la Rusia de los zares y detectaron en el Manifiesto comunista una teoría de la revolución social, factible y válida en pleno siglo XX.
Colocaron en su justo medio y elaboraron los principios de la teoría del Partido, más allá de Marx y Engels; fundamentaron, en nuevas condiciones históricas, la significación de la lucha de clases y la dictadura o hegemonía del proletariado en la transición al socialismo. Consideraron el carácter imperativo e imprescindible de la alianza obrero-campesina para salvar la Revolución y como premisa del socialismo.
De manera profética vislumbraron los peligros de la ausencia de la Revolución socialista en Alemania para consolidar la esencia marxista de la Revolución en Rusia.
En plena Primera Guerra Mundial reconocieron el imperativo de construir una nueva Internacional: la Internacional comunista, que se fundara el 1ro. de marzo de 1919, cuando el socialismo estaba librando una lucha a muerte contra la intervención extranjera y la contrarrevolución interna.
Lo que Marx y Engels en su tiempo no pudieron abarcar plenamente en sus análisis sobre las nacionalidades y el problema colonial, los bolcheviques lo incorporaron en su corpus doctrinal.
Para ellos, el problema de las nacionalidades y la cuestión colonial tenían una elevada y decisiva prioridad en su estrategia revolucionaria.
Si el socialismo demandaba la organización económica más avanzada, les correspondió a ellos buscar las fórmulas de conciliar el estatus de una sociedad eminentemente agraria, terrateniente, fanáticamente religiosa, mitad europea y mitad asiática, que a su vez era un imperio que participaba en una guerra imperialista, «una guerra de rapiña» al decir de Lenin. Solo entonces se puede comprender por qué el comunismo de guerra en el año 1918 y la Nueva política económica (NEP) a partir de 1921.
¿Cómo era posible que en una sociedad en la que el proletariado era una minoría y existía una mayoría campesina, analfabeta, devota del Zar, el «padrecito zar», una burguesía dependiente del capital extranjero, un estado burocrático, con una elevada capacidad represiva, se desencadenara una insurrección armada que desembocaría en una revolución proletaria que en «los 10 días que estremecieron al mundo», hicieron colapsar a la burguesía y la monarquía rusas entre abril y noviembre de 1917?
Este complejo fenómeno político solo puede ser comprendido a partir de conocer importantes aspectos de los perfiles políticos del bolchevismo: conceptos como vanguardia, partido, soviets, clases sociales, alianza de clases, situación y crisis revolucionaria, condiciones objetivas, factor subjetivo, agitación, propaganda, insurrección urbana, son claves que permiten descifrar la victoria de la Revolución rusa de noviembre de 1917.
Para los bolcheviques llegar al poder significaba desencadenar, a escala mundial, la Revolución socialista.
Rusia, para ellos, sería el factor detonante, les correspondía a los marxistas de Europa —Alemania en primer lugar— desencadenar la revolución proletaria contra el capitalismo desarrollado.
No era esto una utopía. Los bolcheviques conocían las potencialidades revolucionarias que existían en el movimiento obrero europeo, en especial en Alemania, a pesar de la claudicación de la socialdemocracia europea al apoyar a la burguesía de sus respectivos países en la Primera Guerra Mundial.
Lo que acontecería en Europa y en el mundo después de la Revolución rusa, requiere de un examen y una valoración críticas en cuanto a la capacidad de la burguesía para reaccionar en momentos de situaciones revolucionarias, y de acudir a las más extremas formas de totalitarismo para preservar, a toda costa, el poder político. El fascismo en Italia y el nacionalsocialismo en Alemania son fenómenos que se insertan en la cultura de dominación burguesa del siglo XX, en gran medida como respuesta a las luchas y perspectivas revolucionarias de la época.
Surgido en el seno del Partido obrero social demócrata de Rusia (POSDR) a inicios del siglo XX, el bolchevismo, cuyo fundador, teórico y político más lúcido fue V.I. Lenin, el primero entre los iguales, se desarrolló entre las revoluciones de 1905 y 1917, como la organización revolucionaria de la socialdemocracia rusa, que, frente al reformismo de los mencheviques, se propuso crear las condiciones para la insurrección armada urbana a partir de coyunturas específicas en las circunstancias políticas que caracterizaron al régimen autocrático del zarismo.
Procedente de los sectores más radicales de las organizaciones socialdemócratas existentes en el imperio ruso, los bolcheviques actuaron como un partido independiente en el seno del POSDR hasta la victoria de noviembre de 1917.
Intelectuales y obreros de una sólida cultura política, forjada en los combates revolucionarios contra la opresión y en los círculos de estudios de las primeras organizaciones obreras marxistas de los años noventa del siglo XIX, los hombres y mujeres que militaban en las filas del bolchevismo no eran políticos improvisados.
La lucha revolucionaria, la prisión, el exilio, el destierro, el intercambio con otros partidos obreros de Europa, la consagración a los ideales del comunismo, el realismo político, fueron la escuela en que se forjó la pléyade de la Revolución de Octubre.
El propósito de Bolcheviques en el poder apunta a presentar, a partir de textos representativos e imprescindibles de importantes protagonistas, aspectos fundamentales que permiten acceder a los fundamentos teóricos del bolchevismo en sus diferentes manifestaciones: la política, la economía, la sociedad, la cultura, la educación, la transición socialista.
En definitiva, se trata de exponer los rasgos esenciales de los bolcheviques, en especial los que desplegaron una actividad junto a Lenin, en la organización de la insurrección que condujo al triunfo revolucionario: los que apoyaron los postulados de las Tesis de abril de 1917, de llevar a cabo la Revolución ininterrumpida, strictu sensu, hacer socialista la Revolución rusa.
En los trabajos aquí presentes, se distingue con claridad la filosofía de los que acompañaron a Lenin en el pleno ejercicio de un pensamiento independiente y creador dirigido a sentar las bases del socialismo que brotaba de la atrasada Rusia de los zares.
No debe omitirse aquí la inclusión de las crónicas, de elevada significación histórica, que aparecen reflejadas en los trabajos de John Reed y Víctor Serge y que reflejan la atmósfera revolucionaria prevaleciente en el período desde las perspectivas de testigos excepcionales.
En los trabajos de Lenin, Trotski, Stalin, Bujarin, Preobrajenski, Alejandra Kollontai, N. Krupskaya, Lunacharski, se formula con una profunda originalidad la significación de la Revolución de Octubre de 1917.
Sin pretenderlo, lograron trascender, ampliar, complementar y crear una teoría política y social elaborada por Marx y Engels a mediados del siglo XIX en el contexto de cambios sustanciales en la historia europea. Fueron en verdad no meros intérpretes del marxismo revolucionario sino revolucionarios marxistas, cada uno con sus características intelectuales propias, que elaboraron las bases del leninismo como el marxismo de la época del imperialismo.
Después de la Revolución rusa de 1917, llevada a cabo por los bolcheviques en el poder, el panorama político europeo y mundial se modificaría y su impacto abarcaría no sólo a los países capitalistas desarrollados sino también a los países coloniales.
Los bolcheviques, en su quehacer político, aportaron al movimiento revolucionario del siglo XX concepciones y análisis, experiencias y enseñanzas derivadas de los logros alcanzados y los errores cometidos.
A principios del siglo XXI volver a su obra, reexaminarla, no es un mero ejercicio de pensar. Es reconocer la enorme contribución que hicieron a la cultura, a la teoría social y a la filosofía política del socialismo y del marxismo. Sus enfoques teóricos, la experiencia de la propia Revolución bolchevique nos compulsa a repensar nuestro siglo y el valor de la teoría revolucionaria que ellos elaboraron, en las condiciones del mundo de hoy.
Más información sobre este libro en http://www.oceansur.com/catalogo/titulos/bolcheviques-en-el-poder/
Más información sobre este libro en http://www.oceansur.com/
Prólogo al libro Bolcheviques en el poder (Ocean Sur, 2010)
Marx concibió al socialismo en los países de la Europa culta y desarrollada, pero el viejo topo que es la historia demostró que la práctica es más rica que la teoría.
Fue precisamente en el siglo XX que las percepciones teóricas, políticas, económicas, filosóficas del marxismo de Marx y Engels se impusieron en la Rusia zarista, multinacional, atrasada, que combinaba las modernas tecnologías de las fábricas Putilo de Petrogrado con las formas de propiedad agraria más atrasada en Europa.
En un imperio con una población mayoritariamente campesina, autocrático, ajeno y enajenado de las revoluciones europeas del siglo XIX, sin haber experimentado las experiencias parlamentarias, ni las reformas religiosas del viejo continente, los bolcheviques de Lenin «tomaron el cielo por asalto». Entre abril y noviembre de 1917, en el lapso de siete meses, la Rusia multinacional, «cárcel de pueblos», transitó de la revolución democrático burguesa a la revolución socialista, en plena Primera Guerra Mundial, y durante la bancarrota de la II Internacional, cuando la obra teórica de Marx y Engels había estado sujeta a una dogmatización, revisión oportunista e interpretación filosófica, que, en verdad, era la negación cualitativa de los principios de la revolución teórica expuesta en las Tesis sobre Feuerbach, La ideología alemana y en la obra cumbre del pensamiento social del siglo XIX: El capital.
Mientras la socialdemocracia europea aceptaba con plena displicencia, el decursar de la primera guerra imperialista, son precisamente, y únicamente los bolcheviques del Partido obrero socialdemócrata de Rusia, liderados por Lenin la única fuerza política de la época capaz de interpretar la estrecha conexión entre la guerra y la revolución social.
Más todavía, tuvieron la capacidad intuitiva de «descubrir» el eslabón más débil de la cadena imperialista en la Rusia de los Romanov y de trazar, diseñar y llevar a cabo las tácticas acertadas para hacer socialista la Revolución de 1917, derivada de una estrategia basada en la creación teórica, la independencia del pensamiento político, un profundo sentido clasista, el espíritu internacionalista de los comuneros de París de 1871 y una clara visión de la importancia decisiva de la democracia soviética como núcleo esencial para crear el estado socialista del futuro.
Los bolcheviques pasaron por alto las concepciones reformistas, revisionistas y ortodoxas, de E. Bernstein, K. Kautski y G. Plejánov y acudieron a las fuentes teóricas de la ciencia política formuladas por Marx y Engels a mediados del siglo XIX en sus análisis de las revoluciones europeas.
Reinterpretaron El capital desde la Rusia de los zares y detectaron en el Manifiesto comunista una teoría de la revolución social, factible y válida en pleno siglo XX.
Colocaron en su justo medio y elaboraron los principios de la teoría del Partido, más allá de Marx y Engels; fundamentaron, en nuevas condiciones históricas, la significación de la lucha de clases y la dictadura o hegemonía del proletariado en la transición al socialismo. Consideraron el carácter imperativo e imprescindible de la alianza obrero-campesina para salvar la Revolución y como premisa del socialismo.
De manera profética vislumbraron los peligros de la ausencia de la Revolución socialista en Alemania para consolidar la esencia marxista de la Revolución en Rusia.
En plena Primera Guerra Mundial reconocieron el imperativo de construir una nueva Internacional: la Internacional comunista, que se fundara el 1ro. de marzo de 1919, cuando el socialismo estaba librando una lucha a muerte contra la intervención extranjera y la contrarrevolución interna.
Lo que Marx y Engels en su tiempo no pudieron abarcar plenamente en sus análisis sobre las nacionalidades y el problema colonial, los bolcheviques lo incorporaron en su corpus doctrinal.
Para ellos, el problema de las nacionalidades y la cuestión colonial tenían una elevada y decisiva prioridad en su estrategia revolucionaria.
Si el socialismo demandaba la organización económica más avanzada, les correspondió a ellos buscar las fórmulas de conciliar el estatus de una sociedad eminentemente agraria, terrateniente, fanáticamente religiosa, mitad europea y mitad asiática, que a su vez era un imperio que participaba en una guerra imperialista, «una guerra de rapiña» al decir de Lenin. Solo entonces se puede comprender por qué el comunismo de guerra en el año 1918 y la Nueva política económica (NEP) a partir de 1921.
¿Cómo era posible que en una sociedad en la que el proletariado era una minoría y existía una mayoría campesina, analfabeta, devota del Zar, el «padrecito zar», una burguesía dependiente del capital extranjero, un estado burocrático, con una elevada capacidad represiva, se desencadenara una insurrección armada que desembocaría en una revolución proletaria que en «los 10 días que estremecieron al mundo», hicieron colapsar a la burguesía y la monarquía rusas entre abril y noviembre de 1917?
Este complejo fenómeno político solo puede ser comprendido a partir de conocer importantes aspectos de los perfiles políticos del bolchevismo: conceptos como vanguardia, partido, soviets, clases sociales, alianza de clases, situación y crisis revolucionaria, condiciones objetivas, factor subjetivo, agitación, propaganda, insurrección urbana, son claves que permiten descifrar la victoria de la Revolución rusa de noviembre de 1917.
Para los bolcheviques llegar al poder significaba desencadenar, a escala mundial, la Revolución socialista.
Rusia, para ellos, sería el factor detonante, les correspondía a los marxistas de Europa —Alemania en primer lugar— desencadenar la revolución proletaria contra el capitalismo desarrollado.
No era esto una utopía. Los bolcheviques conocían las potencialidades revolucionarias que existían en el movimiento obrero europeo, en especial en Alemania, a pesar de la claudicación de la socialdemocracia europea al apoyar a la burguesía de sus respectivos países en la Primera Guerra Mundial.
Lo que acontecería en Europa y en el mundo después de la Revolución rusa, requiere de un examen y una valoración críticas en cuanto a la capacidad de la burguesía para reaccionar en momentos de situaciones revolucionarias, y de acudir a las más extremas formas de totalitarismo para preservar, a toda costa, el poder político. El fascismo en Italia y el nacionalsocialismo en Alemania son fenómenos que se insertan en la cultura de dominación burguesa del siglo XX, en gran medida como respuesta a las luchas y perspectivas revolucionarias de la época.
Surgido en el seno del Partido obrero social demócrata de Rusia (POSDR) a inicios del siglo XX, el bolchevismo, cuyo fundador, teórico y político más lúcido fue V.I. Lenin, el primero entre los iguales, se desarrolló entre las revoluciones de 1905 y 1917, como la organización revolucionaria de la socialdemocracia rusa, que, frente al reformismo de los mencheviques, se propuso crear las condiciones para la insurrección armada urbana a partir de coyunturas específicas en las circunstancias políticas que caracterizaron al régimen autocrático del zarismo.
Procedente de los sectores más radicales de las organizaciones socialdemócratas existentes en el imperio ruso, los bolcheviques actuaron como un partido independiente en el seno del POSDR hasta la victoria de noviembre de 1917.
Intelectuales y obreros de una sólida cultura política, forjada en los combates revolucionarios contra la opresión y en los círculos de estudios de las primeras organizaciones obreras marxistas de los años noventa del siglo XIX, los hombres y mujeres que militaban en las filas del bolchevismo no eran políticos improvisados.
La lucha revolucionaria, la prisión, el exilio, el destierro, el intercambio con otros partidos obreros de Europa, la consagración a los ideales del comunismo, el realismo político, fueron la escuela en que se forjó la pléyade de la Revolución de Octubre.
El propósito de Bolcheviques en el poder apunta a presentar, a partir de textos representativos e imprescindibles de importantes protagonistas, aspectos fundamentales que permiten acceder a los fundamentos teóricos del bolchevismo en sus diferentes manifestaciones: la política, la economía, la sociedad, la cultura, la educación, la transición socialista.
En definitiva, se trata de exponer los rasgos esenciales de los bolcheviques, en especial los que desplegaron una actividad junto a Lenin, en la organización de la insurrección que condujo al triunfo revolucionario: los que apoyaron los postulados de las Tesis de abril de 1917, de llevar a cabo la Revolución ininterrumpida, strictu sensu, hacer socialista la Revolución rusa.
En los trabajos aquí presentes, se distingue con claridad la filosofía de los que acompañaron a Lenin en el pleno ejercicio de un pensamiento independiente y creador dirigido a sentar las bases del socialismo que brotaba de la atrasada Rusia de los zares.
No debe omitirse aquí la inclusión de las crónicas, de elevada significación histórica, que aparecen reflejadas en los trabajos de John Reed y Víctor Serge y que reflejan la atmósfera revolucionaria prevaleciente en el período desde las perspectivas de testigos excepcionales.
En los trabajos de Lenin, Trotski, Stalin, Bujarin, Preobrajenski, Alejandra Kollontai, N. Krupskaya, Lunacharski, se formula con una profunda originalidad la significación de la Revolución de Octubre de 1917.
Sin pretenderlo, lograron trascender, ampliar, complementar y crear una teoría política y social elaborada por Marx y Engels a mediados del siglo XIX en el contexto de cambios sustanciales en la historia europea. Fueron en verdad no meros intérpretes del marxismo revolucionario sino revolucionarios marxistas, cada uno con sus características intelectuales propias, que elaboraron las bases del leninismo como el marxismo de la época del imperialismo.
Después de la Revolución rusa de 1917, llevada a cabo por los bolcheviques en el poder, el panorama político europeo y mundial se modificaría y su impacto abarcaría no sólo a los países capitalistas desarrollados sino también a los países coloniales.
Los bolcheviques, en su quehacer político, aportaron al movimiento revolucionario del siglo XX concepciones y análisis, experiencias y enseñanzas derivadas de los logros alcanzados y los errores cometidos.
A principios del siglo XXI volver a su obra, reexaminarla, no es un mero ejercicio de pensar. Es reconocer la enorme contribución que hicieron a la cultura, a la teoría social y a la filosofía política del socialismo y del marxismo. Sus enfoques teóricos, la experiencia de la propia Revolución bolchevique nos compulsa a repensar nuestro siglo y el valor de la teoría revolucionaria que ellos elaboraron, en las condiciones del mundo de hoy.
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