Guillermo Nova
La República
Lo que empezó siendo una rebelión de esclavos que luchaban por su libertad se transformó en una guerra por la independencia que derrotó al poderoso ejército de Napoleón Bonaparte, convirtiendo a Saint-Domingue en Haití naciendo la primera nación políticamente independiente de América Latina.
En 1776 Haití generaba más beneficios a Francia que las colonias norteamericanas a Inglaterra, recibía más barcos que el puerto de Marsella y era el mayor productor mundial de café, ron y algodón.
La colonia francesa formaba parte de un triángulo comercial, en las costas del Golfo de Guinea los europeos cambiaban mercancías manufacturadas por personas, luego vendían a los africanos en el Caribe y finalmente llevaban a Europa azúcar, la miseria esclavista fue motor del desarrollo industrial europeo, el subdesarrollo antillano ayudó a la acumulación de riquezas del capitalismo.
El libro La Revolución negra de la argentina María Isabel Grau, publicado por la editorial latinoamericana Ocean Sur, cuando poco se hablaba y menos sabíamos del país más pobre del continente, explica bien todo el proceso
Pasó el tiempo pero no las prácticas, en 1994 desde Washington y apadrinado por Bill Clinton, Aristide fue instalado en el gobierno pero no en el poder, como buen alumno siguió todas las enseñanzas, privatizó y el desempleo llegó a superar el setenta por ciento de la población, siguió las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional y la miseria se hizo más profunda.
Aplicando las políticas neoliberales unos pocos acumularon riquezas y los muchos terminaron por no tener nada, sin industria y destruida la agricultura, los haitianos sólo tenían como salida laboral el narcotráfico, como hábito la corrupción en el gobierno y como futuro la emigración.
Al caos que generaron las políticas de la escuela de Chicago hubo que ponerle disciplina, para ello las potencias extranjeras invadieron el país y con el paraguas de la ONU, una misión con un presupuesto de más de 500 millones de dólares anuales aseguró el desorden que garantizaba el sometimiento y la explotación de los haitianos.
Cuando sucedió el terremoto Cuba ya estaba allí, con un misión médica que en silencio trabajaba lejos de los focos de la televisión, cuando todos los países se marchen del país y la cobertura de los medio de comunicación termine, los médicos cubanos seguirán allí trabajando salvando vidas, porque como Martí con los pobres de la tierra quieren su suerte echar.
María Isabel Grau, La revolución negra, Ocean Sur, 2009.
En 1776 Haití generaba más beneficios a Francia que las colonias norteamericanas a Inglaterra, recibía más barcos que el puerto de Marsella y era el mayor productor mundial de café, ron y algodón.
La colonia francesa formaba parte de un triángulo comercial, en las costas del Golfo de Guinea los europeos cambiaban mercancías manufacturadas por personas, luego vendían a los africanos en el Caribe y finalmente llevaban a Europa azúcar, la miseria esclavista fue motor del desarrollo industrial europeo, el subdesarrollo antillano ayudó a la acumulación de riquezas del capitalismo.
El libro La Revolución negra de la argentina María Isabel Grau, publicado por la editorial latinoamericana Ocean Sur, cuando poco se hablaba y menos sabíamos del país más pobre del continente, explica bien todo el proceso
Pasó el tiempo pero no las prácticas, en 1994 desde Washington y apadrinado por Bill Clinton, Aristide fue instalado en el gobierno pero no en el poder, como buen alumno siguió todas las enseñanzas, privatizó y el desempleo llegó a superar el setenta por ciento de la población, siguió las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional y la miseria se hizo más profunda.
Aplicando las políticas neoliberales unos pocos acumularon riquezas y los muchos terminaron por no tener nada, sin industria y destruida la agricultura, los haitianos sólo tenían como salida laboral el narcotráfico, como hábito la corrupción en el gobierno y como futuro la emigración.
Al caos que generaron las políticas de la escuela de Chicago hubo que ponerle disciplina, para ello las potencias extranjeras invadieron el país y con el paraguas de la ONU, una misión con un presupuesto de más de 500 millones de dólares anuales aseguró el desorden que garantizaba el sometimiento y la explotación de los haitianos.
Cuando sucedió el terremoto Cuba ya estaba allí, con un misión médica que en silencio trabajaba lejos de los focos de la televisión, cuando todos los países se marchen del país y la cobertura de los medio de comunicación termine, los médicos cubanos seguirán allí trabajando salvando vidas, porque como Martí con los pobres de la tierra quieren su suerte echar.
María Isabel Grau, La revolución negra, Ocean Sur, 2009.
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