Lo que el poder económico quiere ocultar
Santiago González Vallejo
Rebelión
La trastienda de la crisis Juan Francisco Martín Seco. Editorial Península. 2010
Juan Francisco Martín Seco es de los pocos economistas conocidos que siempre ha osado discutir el paradigma de la progresía de que a pesar de las limitaciones y contradicciones de los constructores de los Tratados siempre se iba aun puerto mejor.
En sus artículos, cuando ha tenido tribunas para hacerlo, ha sido fiel a un planteamiento socialdemócrata, de apoyo a la economía mixta, alejado del pensamiento único que está instalado en los rectores económicos de la derecha y de la que rige en los partidos socialistas.
En su libro, desgrana las causas de la crisis internacional que ha tenido en la última avaricia financiera el catalizador, pero que responde a un modelo económico en la que la competitividad y el mercado libre se antepone al desarrollo y a la equidad. También, como estas doctrinas neoliberales, dadas las carencias de la estructura económica española, tradicionalmente deficitaria en la balanza comercial y de pagos, con escaso ahorro interno y dependiente del capital exterior, tanto a corto plazo como de inversiones, al no tener la construcción del euro una base de normas comunes en lo fiscal, presupuestaria (digna de ese nombre) y de política económica hacen que la crisis se viva en España, adicta al crédito exterior, más intensamente en una coyuntura de incertidumbre y sequía de los mismos.
Martín Seco ya en los tiempos de discusión del Tratado de Maastricht y de la fijación del euro discutía con esos europeístas sindicales, nueva izquierda, etc., que no era conveniente esa forma de construcción por el tejado y al fiarse de que de forma ‘automática’, la existencia del euro propiciaría una política económica y presupuestaria común. Unos y otro han seguido en sus ideas. La última posibilidad de que los otros rectificasen ha sido con motivo del Tratado de Lisboa, ya redactado en plena crisis, que es todo un armatoste que determina la imposibilidad de una fiscalidad y políticas comunes europeas y su núcleo duro es el libre mercado.
Ahora, todos ellos reclaman una política económica común como una especie de mantra que resuelva lo que antes ayudaron a construir, un mercado único, con limitadísimos instrumentos que palien los errores del mercado. Pero nos encontramos que una vez que abandonaron académicamente y en la política económica (Martín Seco explica las barbaridades realizadas en política fiscal, laboral, etc) la consecución de economías mixtas no tienen un pensamiento (y quizá ni la voluntad) de emprender otro rumbo. Son veletas que se dejan llevar por una dirección económica deflacionista, liderada por Alemania, regida por los conservadores, que atacan simultáneamente el estado de bienestar y favorecen relativamente su modelo productivo exportador.
Martín Seco señala las alternativas de control y regulación de los mercados financieros y la construcción de políticas económicas y presupuestarias, redistributivas, que favorezcan un cambiose modelo y equitativo.
Un libro con datos, con argumentos de la experiencia, bien escrito, aunque en algún momento descompensado en su redacción y que facilita un rearme ideológico en estos tiempos de crisis. Sus respuestas antagónicas a las que propagan banqueros y empresarios de los negocios fáciles, debieran ser un acicate para variar el reajuste permanente que los rectores de Davos y sus adláteres de la tercera vía, los Tony Blair, Zapatero y compañía establecen.
Juan Francisco Martín Seco es de los pocos economistas conocidos que siempre ha osado discutir el paradigma de la progresía de que a pesar de las limitaciones y contradicciones de los constructores de los Tratados siempre se iba aun puerto mejor.
En sus artículos, cuando ha tenido tribunas para hacerlo, ha sido fiel a un planteamiento socialdemócrata, de apoyo a la economía mixta, alejado del pensamiento único que está instalado en los rectores económicos de la derecha y de la que rige en los partidos socialistas.
En su libro, desgrana las causas de la crisis internacional que ha tenido en la última avaricia financiera el catalizador, pero que responde a un modelo económico en la que la competitividad y el mercado libre se antepone al desarrollo y a la equidad. También, como estas doctrinas neoliberales, dadas las carencias de la estructura económica española, tradicionalmente deficitaria en la balanza comercial y de pagos, con escaso ahorro interno y dependiente del capital exterior, tanto a corto plazo como de inversiones, al no tener la construcción del euro una base de normas comunes en lo fiscal, presupuestaria (digna de ese nombre) y de política económica hacen que la crisis se viva en España, adicta al crédito exterior, más intensamente en una coyuntura de incertidumbre y sequía de los mismos.
Martín Seco ya en los tiempos de discusión del Tratado de Maastricht y de la fijación del euro discutía con esos europeístas sindicales, nueva izquierda, etc., que no era conveniente esa forma de construcción por el tejado y al fiarse de que de forma ‘automática’, la existencia del euro propiciaría una política económica y presupuestaria común. Unos y otro han seguido en sus ideas. La última posibilidad de que los otros rectificasen ha sido con motivo del Tratado de Lisboa, ya redactado en plena crisis, que es todo un armatoste que determina la imposibilidad de una fiscalidad y políticas comunes europeas y su núcleo duro es el libre mercado.
Ahora, todos ellos reclaman una política económica común como una especie de mantra que resuelva lo que antes ayudaron a construir, un mercado único, con limitadísimos instrumentos que palien los errores del mercado. Pero nos encontramos que una vez que abandonaron académicamente y en la política económica (Martín Seco explica las barbaridades realizadas en política fiscal, laboral, etc) la consecución de economías mixtas no tienen un pensamiento (y quizá ni la voluntad) de emprender otro rumbo. Son veletas que se dejan llevar por una dirección económica deflacionista, liderada por Alemania, regida por los conservadores, que atacan simultáneamente el estado de bienestar y favorecen relativamente su modelo productivo exportador.
Martín Seco señala las alternativas de control y regulación de los mercados financieros y la construcción de políticas económicas y presupuestarias, redistributivas, que favorezcan un cambiose modelo y equitativo.
Un libro con datos, con argumentos de la experiencia, bien escrito, aunque en algún momento descompensado en su redacción y que facilita un rearme ideológico en estos tiempos de crisis. Sus respuestas antagónicas a las que propagan banqueros y empresarios de los negocios fáciles, debieran ser un acicate para variar el reajuste permanente que los rectores de Davos y sus adláteres de la tercera vía, los Tony Blair, Zapatero y compañía establecen.
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