lunes, 25 de abril de 2011

El puño negro que noqueó a la América blanca

25-04-2011
Aparece un libro inédito de crónicas de Jack London
El puño negro que noqueó a la América blanca


Un libro inédito de crónicas de Jack London revive el combate por el título de los pesos pesados de 1910 que sacudió los cimientos de la discriminación racial en EEUU

Un izquierdazo con la fuerza de un terremoto. El puño negro de Jack Johnson no sólo tumbó en el decimoquinto asalto a "la gran esperanza blanca", Jim Jeffries, sino que dejó sonado a todo un país. Jack Johnson retuvo su título de campeón de los pesos pesados el 4 de julio de 1910. Y lo hizo sin perder la sonrisa. "El combate más grandioso del siglo ha sido un monólogo que un negro sonriente, que no ha dudado ni un segundo, y que no ha tenido que ponerse serio más de una vez, ha ofrecido a 20.000 espectadores", escribió Jack London (San Francisco, 1876-1916) en una de sus crónicas para el New York Herald, que la editorial Gallo Nero publicará los primeros días de mayo, por primera vez en España, bajo el título El combate del siglo.
London comenzó a enviar sus crónicas diarias desde Reno 11 días antes del combate. Nevada era entonces el único estado donde se podían organizar combates, pero la expectación era máxima en todo EEUU. "En ninguna guerra, en ningún lugar, se ha congregado nunca tal número de escritores e ilustradores", escribió London el 23 de junio.
Según se acercaba el día decisivo, el autor de Colmillo blanco y La llamada de la selva, iba poniéndose más nervioso. En su crónica del 28 de junio aseguró sentir "un deseo tan abrasador de presenciar este combate, que hay momentos en los que me asalta el súbito miedo de que no tenga lugar, de que algún enorme terremoto lo impida. Porque tengo tantas ganas de ver el combate que resulta doloroso".
Duelo de titanes
Para entender el ansia del escritor (y de toda una nación), hay que remontarse unos años atrás. Jim Jeffries se había retirado invicto y en la cima de su popularidad en 1905. Lo había avisado dos años antes: "Cuando no haya más hombres blancos contra los que luchar, dejaré el boxeo". Es decir, no tenía intención alguna de pelear contra un negro. Racismo deportivo.
Desde entonces, la guerra dialéctica entre el campeón Jeffries y el aspirante Johnson se recrudeció. A cada provocación del boxeador negro, el blanco respondía con argumentos como "he dicho que no pelearé con un hombre de color, y no cambiaré de opinión" y "no creo que el público quiera que defienda el título si no es con un blanco. No crea que tengo miedo de un negro. Puedo machacarlo igual que a cualquiera". Johnson contraatacó en noviembre de 2007: "Jeffries tiene miedo".
Pero la presión social sobre el boxeador blanco se disparó cuando, en diciembre de 1908, Johnson se convirtió en el primer campeón negro de los pesos pesados tras noquear a Tommy Burns en Sydney. El 1 de mayo de 1909, Jim Jeffries sucumbió al clamor popular. "Me siento obligado ante el público deportivo a hacer al menos un esfuerzo por recuperar los pesos pesados para la raza blanca. Lo correcto es que entre de nuevo en el cuadrilátero y demuestre que el hombre blanco es el rey".
La América tradicional estalló de júbilo. Por fin alguien iba a darle una lección a ese negro que no sabía comportarse. Johnson, hijo de esclavos emancipados, no contento con haberse convertido en el dominador del ring, salía con mujeres blancas. Era lo que entonces se llamaba un mal negro por rebelarse contra las normas discriminatorias vigentes entonces. El Mohamed Alí de la época. "Cumplía a la perfección los requisitos del mal negro y, lo peor de todo, menospreciaba el peligro y los tabúes interraciales. Para colmo, era inteligente, atractivo, expresivo, no había sido derrotado y derribaba a sus rivales blancos. En los racistas EEUU de principios de siglo, Johnson era el mal negro por excelencia", razona Barack Y. Orbach, profesor de Derecho en la Universidad de Arizona, en un artículo incluido en El combate del siglo.
Segundos fuera
Todo estaba listo, por tanto, para devolver el cetro mundial al lugar de donde nunca debió de haber salido. Jeffries ganaba en las apuestas de un modo abrumador. El propio Jack London apostó su dinero a la victoria del luchador blanco. Pero, ¡ay!, Johnson metió una tunda histórica a Jeffries, destruyendo las "poco realistas ilusiones xenófobas de que un exluchador con sobrepeso y en malas condiciones físicas podía superar a un campeón invicto en el culmen de su juego", cuenta Orbach.
"Una vez más Johnson ha conseguido derrotar al representante de la raza blanca, y en esta ocasión al mejor de todos ellos. El juego ha pertenecido a Johnson. Desde el inicio hasta el final mantuvo la agudeza, el intercambio de agudas réplicas con los asistentes de su contrincante y con los espectadores. Exhibió su dorada sonrisa [tenía dientes de oro] con la frecuencia acostumbrada, y no se le congeló en el rostro ni desapareció", escribió London en el arranque de su crónica del combate.
A la América blanca, por contra, se le heló la sonrisa y le hirvió la sangre. Al menos 20 negros y unos pocos blancos murieron las noches siguientes en los disturbios raciales provocados, en su mayor parte, por frustrados hermanos de raza del derrotado Jim Jeffries.
Violencia y censura
"El golpe que derribó a la gran esperanza blanca conmocionó a la nación, suscitó funestos disturbios raciales, y provocó una de las olas de censura cinematográfica más inquietantes de la Historia de América", explica Orbach.
En efecto, los días siguientes al combate, una "avalancha legal" llegada de numerosos estados y municipios "sepultó los derechos de los negros". La exhibición del combate, que iba a empezar a mostrarse en cines de todo EEUU, fue prohibida alegando que podía provocar alteraciones del orden público. El Washington Post respaldó el veto al filme, impulsado desde los estados del sur, para "evitar que se eche leña al conflicto racial al proyectar imágenes de un negro golpeando al campeón mundial blanco". Orbach apunta a otros motivos para explicar la prohibición: "Censurar la supremacía negra de uno de los mayores atletas de la historia, Jack Johnson. Las viejas objeciones moralistas al boxeo se combinaron con el pánico racista al deterioro del estatus del hombre blanco".
Johnson, amenazado por el Ku Klux Klan, pagó con creces su osadía de hacer besar la lona al gigante blanco. Tras el combate, fue detenido e interrogado varias veces acusado de saltarse la Ley Mann de 1910, que impedía a un hombre llevarse una mujer a otro estado con propósitos "inmorales". Finalmente, en 1912 fue condenado a prisión. Tras exiliarse a Europa, acabó regresando a EEUU en 1921 para cumplir una pena de cárcel de nueve meses.
Tuvieron que pasar dos décadas antes de que se permitiera otra vez a un negro competir por el título de los pesos pesados. El boxeador se llamó Joe Louis. Y tuvo que firmar un contrato en el que se especificaba cómo debía comportarse en caso de convertirse en el rey de los cuadriláteros.
Louis no podía ser fotografiado junto a una mujer blanca. Ni adoptar posturas arrogantes ante un rival blanco, ni hablar despectivamente de él antes o después del combate. Y debía mantener una actitud pasiva ante las cámaras y llevar una vida ordenada. Conclusión: Dios bendiga a América y a los negros buenos...
*
Johnson, en palabras de London
Alegría
"El despreocupado y alegre Jack Johnson es completamente distinto. Nadie fue nunca más gregario, siempre feliz de saludar a viejos amigos y hacer algunos nuevos. Le gustan las multitudes, se crece con ellas, y a cambio hace lo que puede para que disfruten. En sus instalaciones, Johnson siempre es el centro de la atención. Normalmente él es quien entretiene, bien tocando música, bien jugando, presidiendo concursos de chistes o contando historias. Y siempre invita a los demás a que participen y lo pasen bien (...) Bajo todo el aderezo de fuerza combativa, tiene un temperamento despreocupado, tan ligero y desenvuelto como un niño. Se divierte con facilidad. Vive el momento".
Defensa
"Es una maravilla oscura. Nunca ha habido un boxeador defensivo de su tamaño. Ni uno que tuviera tanta sangre fría. Esa es una de sus mayores cualidades. Hasta tal punto, que su juego a veces parece lánguido, y nunca da la impresión de brutalidad. Cuando está en acción, apenas se distingue a la bestia luchadora. Se distingue, sí, en momentos de fiereza, y su rostro y su fuerza son los de un tigre. Pero no es genuino. Lo simula. Es un actor haciendo un papel. No lo domina el instinto del tigre. Lo está fabricando. En el fondo de su frío cerebro, decide que necesita ese despliegue de fiereza, y lo saca".
Juego
"Johnson jugueteó como es su costumbre. Puesto que su oponente no hacía gala de vigor en sus ataques, podía permitirse el lujo de juguetear mientras bloqueaba y se defendía como un maestro. Y jugó y combatió contra un hombre blanco en un país blanco y ante una multitud de blancos que apoyaban a Jeffries".
Relax
"Esta es una de sus grandes ventajas. Johnson dispone de la capacidad de relajarse casi por completo. Sus arremetidas más fieras siempre preceden a intervalos de reposo. En un abrazo, si no está golpeando, descansa. Por eso lo conocen como el boxeador perezoso. Y parece relajarse mentalmente tanto como físicamente. Parece dejar de pensar e incluso de percibir, y durante los abrazos entra en una especie de trance".
Verborrea
"Johnson es un antiguo maestro de la lucha verbal dentro del cuadrilátero. En su combate contra Tommy Burns, Johnson se enzarzó en una lucha verbal contra Tommy, los asistentes de Tommy y todo el público australiano, y se llevó los laureles. Debemos añadir que de sus labios no salió ni una palabrota ni un insulto. Todo lo que dijo era genuina diversión, puro ingenio, agudeza y jocosidad".
Fuente: http://www.publico.es/culturas/372383/el-puno-negro-que-noqueo-a-la-america-blanca

domingo, 10 de abril de 2011

Reseña de ¡Indignaos! de Steéphane Hessel

10-04-2011
Reseña de ¡Indignaos! de Steéphane Hessel


Steéphane Hessel, ¡Indignaos!, (Traducción de Telmo Moreno Lanaspa). Ed. Destino, colección imago mundi. Barcelona 2011, 60 páginas.

Por supuesto que hay que indinarse, como nos dicen dos viejos luchadores que casi están llegando al siglo de vida, Stéphane Hessel y José Luis Sampedro, que prologa el libro. Este pequeño libro es una pequeña joya por la simplicidad con que nos recuerda las verdades del barquero, que a veces solemos olvidar.

La primera es que hay palabras que por muy deterioradas que estén, como libertad y justícia, deben estar siempre presentes en nuestra mente. No hace falta entrar en grandes debates sobre lo que significan porque desde la razón común todos podemos entenderlas y esto es lo que debe unirnos. Que no podemos aceptar que cada vez hayan más pobres y menos ricos y que estos controlen lo que pasa en nuestro planeta. Que los que mandan sean los mercados y que los que deciden en ellos son los grandes ricos especuladores que imponen una dictadura según sus mezquinos pero poderosos intereses. Que haya muchos más recursos que los que habían cuando se construyó el Estado del Bienestar en Europa y que nos digan que no hay dinero para sostenerlo. Que el mundo vaya por tan mal camino y que cada vez tendremos menos margen para reaccionar. Que tenemos todos derecho a una vida digna pero el sistema es totalmente irracional y el dinero tiene hoy más poder del que ha tendio nunca. No hace falta discutir si esto es ser antineoliberal o anticapitalista : lo que hay aquí es una lucha urgente que debe unirnos y movilizarnos.

La segunda es que la política debe basarse en sentimientos morales y que el sentimiento moral básico es la indignación ( "lo insoportable" que diría Michel Foucault rizando el rizo). Ernest Tugendhat, que es uno de los grandes filósofos vivos, hablaba de tres sentimientos morales : la culpa ( y aquí también la vergüenza), la inddignación y el resentimiento, según estuvieran referidos a una mala acción que hacemos, que contemplamos o que padecemos. La palabra resentimiento, quizás por influencia nietzscheana, no me gusta, y pienso que la de indignación está bien para referirnos a esta reacción que tenemos delante de lo que nos parece inaceptable, sea porque nos lo hacen a nosotros, a los demás o a ambos. Pero hay que recuperar esta palabra contra otra que es la indiferencia Hay que estar harto y ceder ante los indiferentes, que para justificar su cinismo o pasividad empiezan a relativizar estos sentimientos como algo subjetivo y discutible. En Egipto, en Túnez, en Libia la gente se ha indignado sin necesidad de teorías, sabiendo lo que cualquier humano puede saber que es que quieren ser más libre y vivir en una sociedad más justa. Luego ya discutiremos los matices, pero esto que estamos viendo es un auténtico movimiento democrático que, como nos dice Jacques Rancière, es el movimiento de los sin-parte, de los excluidos que quieren participar y decidir sobre aquello que los atañe. La tercera verdad a recordar es que "La Declaración Universal de los Derechos Humanos" no fue un documento ideológico hecho para cubrir el expediente sino la expresión de la lucha contra el totalitarismo, contra la injusticia. El autor del libro, Stéphane Hessel, es uno de los que lo elaboraron. Lo hizo al calor de la lucha contra el nazismo, después de ser detenido y brutalmente torturado en más de una ocasión por arriesgar su vida en la resistencia. También nos explica la elaboración y cómo participaron en ella el libanés Malik y el chino Chang para darle un carácter cosmopolita y no exclusivamente occidental. Igualmente nos dice que hubo que superar la resistencia del representante inglés para utilizar la contundente expresión "derecho humano" contra la neutra de "derecho internacional." Era una lucha contra la exclusión, ya que humano es una expresión sin reservas que pone de manifiesto que no hay que estar reconocido por un Estado como ciudadano para ser incluido en estos derechos, en esta dignidad básica. En su pequeño escrito Hessel pone de manifiesto su rechazo radical contra cualquier forma de segregación. La Declaración Universal de Derechos Humanos debe ser hoy aún un arma contra la injusticia.

Es éste un pequeño texto de combate que debe contribuir a despertarnos a nosotros, pasivos ciudadanos europeos. Está escrito con el corazón por este gran hombre,Stéphano Hessel, que a sus 93 años no está quemado, no ha perdido la capacidad de indignarse. Esta indignación le ha llevado siempre a estar al lado de los oprimidos y a participar en su lucha. Los argelinos de ayer y los palestinos de hoy han tenido en él a un inestable aliado. Pero la indignación ha de transformarse en una insurrección pacífica, en un levantamiento masivo contra las élites gobernantes. Hessel es aquí muy claro, tanto en el término insurrección como en el el de pacífica. Sartre se equivocaba cuando justificaba la violencia justa contra la injusta. Hay que buscar métodos pacíficos, no reproducir los medios que criticamos. Las fórmulas no las tenemos pero habrá que inventarlas. Esta es la tarea.

viernes, 1 de abril de 2011

Mil motivos para indignarse en sólo 30 páginas


01-04-2011

Stéphane Hessel presenta ¡Indignaos! copn José Luis Sampedro en Madrid
Mil motivos para indignarse en sólo 30 páginas

Cuarto Poder


La escena resultaba un tanto insólita en la tarde gris de Madrid. Bajo una débil llovizna centenares de personas guardaban cola resignadamente. Hubieran podido pasar por los espectadores de alguna película de estreno o por ansiosos compradores del iPad 2. Pero no. Esos extraños individuos acudían –y esto es lo extraño- a la presentación de un libro en la que, para colmo, no estaba previsto que se sirviera una copa de vino ni que se repartieran canapés o brochetas de fruta. El responsable de aquella concentración humana era un señor de 93 años, Stéphane Hessel, un francés nacido en Berlín cuya vida es una auténtica novela, y que es autor de un panfleto de 30 páginas del que se han vendido 1.700.000 ejemplares. ¿Su título? ¡Indignaos!. Toda esa gente estaba allí dispuesta a escuchar motivos para la indignación y se llevaron a casa una ración generosa. Indignarse, al fin y al cabo, es el primer paso para el compromiso. Como se deduce de su edad, Hessel no es lo que se dice un moderno. Hoy lo moderno es defender a los mercados antes que a las personas, alabar por limpia y ecológica la energía nuclear, denigrar lo público, recortar las pensiones, creer que los parados son unos vagos y felicitar al jefe en su cumpleaños por Twiter, como hacían este fin de semana un director adjunto de El Mundo y la gerente de Internet del diario, porque hasta para hacer la pelota hay que estar a la última. ¿Es moderno afirmar que “el interés general debe dominar sobre los intereses especiales” o que “el hombre justo cree que la riqueza creada en la esfera del trabajo debe dominar sobre el poder del dinero”? Pues eso.
De hecho, Hessel es tan antiguo que en ese opúsculo suyo que ha causado furor viene a exaltar el programa de derechos sociales que elaboró el Consejo Nacional de la Resistencia en la Francia ocupada por los nazis. El nonagenario fue un resistente, hizo de espía para De Gaulle, estuvo en el campo de concentración de Buchenwald y logró salvar la vida de milagro tras ser condenado a morir en la horca. Enviado a Nueva York al acabar la Segunda Guerra Mundial, participó en la elaboración de la Declaración Universal de Derechos Humanos, y terminó convertido en un activista contra la injusticia y en un defensor de los inmigrantes y de minorías como los gitanos.
Presentaba ayer su libro junto al escritor, intelectual y economista José Luis Sampedro, 94 años, que es quien ha prologado la obra, y que si no desgranó sus razones para estar indignado fue, según dijo, por falta de tiempo. Si Hessel confía en el papel de Naciones Unidas –“no se crean que se puede hacer todo con un G-8, un G-20 o con un G y otro número sin ningún tipo de legitimidad”, Sampedro es un entusiasta de la gobernanza mundial para un planteta que no es sino “un barco navegando por el espacio en el que nos hundimos o nos salvamos todos” y que, con unidad, puede cambiar de rumbo al margen de las elites que están al timón. Resultaban envidiable sus utopías no exentas de pesimismo.
El de Hessel no es ensayo sesudo sino un puñado de folios llenos de sentido común. Urge indignarse con unos líderes políticos que “no tienen que ceder ni permitir la opresión de una dictadura internacional real o de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia” o con unos bancos “que han probado estar más preocupados de sus dividendos y de los altos sueldos de sus líderes que del interés general. Esta disparidad entre los más pobres y los más ricos nunca había sido tan grande, ni amasar fortunas y la competición tan incentivado”.
Ahora bien, ¿hasta qué punto ha de llegar a la indignación? El francés habla de “insurrección pacífica” y de las bondades de la no violencia aunque reconozca, como hizo ayer, que en casos extremos “es difícil sustraerse a la tentación de la resistencia violenta”. Eso cuando el problema no es la pasividad, estado en el que se encuentran muchos jóvenes, “a los que la inquietud por su vida, su empleo o su insuficiente formación les impide a veces movilizarse”. Idéntica idea esbozaba Sampedro: “Los jóvenes son víctimas de esa ideas que avanza el poder de que no hay nada que hacer”.
El de Hessel es un grito contra el retroceso emprendido por una sociedad que parecía encaminada a metas bien distintas. “Todas las conquistas sociales de la Resistencia están hoy amenazadas (…) Ya es el momento de que las preocupaciones acerca de la ética, la justicia y el equilibrio duradero –económico y medioambiental- prevalezcan (sobre el pensamiento productivista)”.
Hay, en efecto, muchos motivos para una indignación, de la que no escapan unos medios de comunicación que proponen como horizonte para la juventud “el consumo en masa, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición excesiva del todos contra todos”. Para compensar, los responsables de esos medios se felicitan por Twitter. Eso es el progreso.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/preferirianohacerlo/mil-motivos-para-indignarse-en-solo-30-paginas/931

domingo, 6 de marzo de 2011

"Toda acción revolucionaria necesita una teoría revolucionaria"


06-03-2011

Reseña de Pedagogía del Oprimido, de Paulo Freire
"Toda acción revolucionaria necesita una teoría revolucionaria"


Pedagogía del Oprimido, Paulo Freire. Madrid: Siglo XXI de España editores S.A., 17ª edición, diciembre de 2003, 243 páginas, ISBN: 84-323-0184-1.

Como el mismo Paulo Freire afirma en su obra, mencionando al Che Guevara: “toda acción revolucionaria necesita una teoría revolucionaria”. Este, bajo mi punto de vista, es el principal logro del libro Pedagogía del Oprimido, pues contiene elementos que bien pueden ayudar a desarrollar procesos educativos y pedagógicos más exitosos. De esta forma, los logros potencialmente alcanzables pueden ser tomados no sólo como un avance en la consecución del respeto por los Derechos Humanos, sino como elementos que refuercen las relaciones humanas y el desarrollo personal de los individuos.
A pesar de ser un libro cuya primera edición fue realizada en 1970, la visión pedagógica de Freire ha llegado hasta nuestros días con posteriores ediciones, lo cual denota que su contenido no se ha quedado obsoleto, por el momento. Incluso, creo que la visión revolucionaria de Freire podría ayudar a la consecución (aunque para 2015 parece ya imposible) de varios de los Objetivos del Milenio (ODM)1. Sin embargo, tampoco debemos caer en la ilusión de un éxito seguro ya que, como señala el propio Freire, las prácticas pedagógicas propuestas no han sido ampliamente ejecutadas en ningún lado, por lo que no existe una referencia que aporte datos de su eficiencia.
Aún así, personalmente, confío en las ideas aportadas, por el teórico brasileño, al campo de la educación y la pedagogía a través de este libro. Su trabajo lo continúan desarrollando y enriqueciendo desde Instituciones como el Istituto Paulo Freire2 y múltiples fundaciones que han tomado su nombre en lugares como Colombia o Ecuador3.
Pedagogía del Oprimido es un libro dividido en cuatro capítulos. El primero de ellos presenta la situación dicotómica actual que presenta el mundo, en cuyas sociedades – a lo largo y ancho del Planeta – podemos encontrar opresores y oprimidos. Esta es una de las contradicciones que encuentra Freire en la sociedad, la cual impide en gran medida el desarrollo humano, ya que una gran mayoría (oprimidos) vive reprimida según los preceptos de una minoría (opresores) que ostenta el poder. Al hacer evidente esta situación, Freire muestra su compromiso con el desarrollo y cumplimiento de los Derechos Humanos desde el primer artículo4.
De este modo, el teórico brasileño introduce la situación problemática ante la que se debe responder. En esta dicotomía entre opresores y oprimidos, Freire señala que los que sufren la opresión deben actuar como sus propios liberadores, por ser ellos los que conocen realmente qué supone estar oprimido. Este asunto tiene lógica, ya que aquellos actores que se sitúan en una posición de poder, favorable, lo último que desean es perder su posición dominante para que otros les ganen terreno. Un ejemplo ilustrativo sobre este asunto, lo podemos ver la evolución histórica de países como Chile, Argentina (Latinoamérica), El Congo, Egipto, Libia (África), Irak, Pakistán, Indonesia (Asia). Muchos de ellos estaban mejor hace cincuenta años que ahora, debido a privatizaciones masivas de sectores productivos estatales, imposición de medidas neoliberales, etc. Al fin y al cabo, estas políticas forman parte de las medidas llevadas a cabo por el sector de los opresores5.
Sin embargo, estoy de acuerdo con el autor en que esa liberación, si bien debe partir de los oprimidos hacia una consecución de la liberación en comunión de todos los hombres, no debería realizarse de forma que los oprimidos se convirtiesen en los nuevos opresores, ya que estarían sustituyendo a estos últimos en su lugar y la cadena de errores se repetiría. Además, las limitaciones que esta situación supone para el desarrollo de los Derechos Humanos se repetirían. Tal y como he señalado unas líneas más arriba, la liberación de los hombres propuesta por Freire está basada en la fraternidad – recogida en la Declaración Universal de Derechos Humanos –, por lo que opresores y oprimidos deben colaborar en la búsqueda de una sociedad más justa y honesta para todos, haciendo ver a ambos (aunque, sobre todo, a los opresores) que deben pensarse a sí mismos no sólo como seres individuales, sino también como fragmento de un colectivo plural y diverso del cual forman parte.
En el segundo capítulo del libro, el autor se centra en el sistema educativo que predomina en el mundo, poniendo el acento en que las relaciones existentes entre educadores y educandos son de naturaleza: “fundamentalmente, narrativa, discursiva y disertadora”. Asimismo, presenta una educación basada en el modelo bancario, donde los educadores actúan como altavoces discursivos de un contenido que los educandos tienen que almacenar en su memoria. Bajo mi punto de vista, la visión de Freire (1970) sigue vigente actualmente, facilitada por la concepción academicista de un profesor que lo sabe todo y unos alumnos que toman esos conocimientos y los ‘vomitan’ durante una prueba escrita que, en la mayoría de los casos, sólo demuestra cuál es la capacidad de los ‘depósitos’ de memoria en la que el individuo acumula esos conocimientos. Del mismo modo, la propia formalización de los procesos pedagógicos6 denota este aspecto. Si no, preguntémonos por qué las aulas están dispuestas de tal manera que los educando no pueden verse entre sí, porque miran todos al profesor; o por qué, en la mayor parte de casos, existe una programación fija que parece inamovible (sobre todo en los niveles de educación básica).
Estos procesos no tienen sentido en un sistema como el propuesto por Freire, donde la dicotomía entre educadores y educandos7 se supera, para llegar a ser ambos educadores y educandos. Ante esta propuesta se puede atacar al autor con el argumento de que los niños, por ejemplo, no están en la misma posición que el maestro (evidentemente) para que este tipo de sistema se pueda llevar a cabo. Sin embargo, pienso que la cuestión no está en el hecho de poseer las mismas condiciones porque, si no, no avanzaríamos, sino en el enriquecimiento mutuo. Esta premisa, que creo aplicable también a la educación infantil, parte de una educación sobre la experiencia vivida8 y tenemos constancia de que, en colegios muy específicos (a menudo con problemas de inserción social o de otro tipo), se están implementando modelos alternativos (no exactamente como el que propone Freire porque muchos de los elementos formales se mantienen) que tratan de responder a una situación educativa difícil9.
Por lo tanto, la ‘educación bancaria10’ sólo interesa a los opresores, que ven en el pensamiento auténtico un peligro real para sus intereses. En contraposición a este sistema de educación, Freire propone la ‘educación problematizadora’, a través de la cual los individuos, en comunión, acceden a un proceso que implica la reflexión permanente en busca de la verdad. Este aspecto tiene sentido, ya que los oprimidos no deben ocupar el puesto de los opresores (convirtiéndose en eso contra lo que luchan), porque como señala el autor: “La búsqueda del ser más a través del individualismo conduce al egoísta a tener más, una forma de ser menos”. Esta propuesta educativa se caracteriza por11:
  1. El desarrollo humano en comunión, mediatizado por la sociedad y el mundo en el que vive.
  2. La exposición dialogada de los contenidos, de lo cual deriva el enfrentamiento conjunto al acto de conocer por parte de educadores y educandos.
  3. La ruptura de la dicotomía diferenciadora entre educando y educadores, pues todos toman ambos roles.
  4. La utilización del diálogo a través de la palabra, quedando la reflexión y la acción como elementos relacionales entre sí a pesar de no aparecer unidos.
  5. El fomento, por parte del educador, de la creatividad y la conciencia crítica en el educando, lo que Freire denomina como ‘Síntesis cultural’.
De este modo, pienso que Freire avanza con buen paso hacia la conclusión efectiva del articulado de la Declaración Universal de Derechos Humanos, como por ejemplo los artículos 18, 19, 29 y, sobre todo, 26 y 27 (referentes a la educación y a la participación de los individuos en la vida cultural y social12.
En el tercer capítulo, Freire reflexiona sobre la dialógica entre los seres humanos y cómo esta sirve a su liberación, prestando especial importancia a la relación entre el desarrollo del hombre y el amor:
No hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres. [...] Cada vez nos convencemos más de la necesidad de que los verdaderos revolucionarios reconozcan en la revolución un acto de amor, en tanto es un acto creador y humanizador. Para nosotros, la revolución que no se hace sin una teoría de la revolución y por lo tanto sin conciencia, no tiene en ésta algo irreconciliable con el amor. Por el contrario, la revolución que es hecha por los hombres es hecha en nombre de su humanización”13.
 La concepción de Freire ha sido tachada de demagógica por algunas personas, considerando que introduce las alusiones al amor con una clara tendencia a la atracción de la población cristiana. Mi pregunta es: ¿es que acaso la población cristiana, como oprimida, no tiene derecho también a la liberación?14”. Trata de llegar al mayor número de personas posible.
Al fin y al cabo, por mucho que las instituciones vaticanistas pretendan hacernos creer lo contrario (esto es una percepción propia), la Biblia caracteriza a Jesús, en algunos pasajes, de una forma mucho más cercana a la que propone la Teoría de la liberación, que de lo que propone Roma. No obstante, la concepción propuesta por Freire sobre el amor es, bajo mi punto de vista, una cualidad de naturaleza humana y no únicamente religiosa, por lo que las críticas en este punto no me parecen oportunas15.
Por otro lado, una vez más, Freire habla en este capítulo de la necesidad de participar y obtener información de la realidad vivida por los propios pueblos, para ser analizada posteriormente no sólo por especialistas, sino con el propio pueblo como parte de esa ‘educación problematizadora’. Una educación en la que el propio pueblo problematiza la realidad que él mismo vive y de la cual participa.
El último capítulo de Pedagogía del Oprimido recoge un resumen de lo expuesto, de manera teórica, en los tres capítulos anteriores. Asimismo, Freire reflexiona acerca de que su proyecto no debe quedarse simplemente en el papel, sino que debe implementarse para probar si funciona o no. A pesar de que el libro está fundamentado en experiencias reales del propio Freire, él mismo dice que resultan insuficientes, siendo necesario la realización de más pruebas.
Aún así, creo que este ensayo de Freire articula de manera magnífica una teoría pedagógica plausible y que, a priori, puede dar buenos resultados. A parte de las lagunas, como bien señala el autor al final en un gesto de humildad, que el libro pueda tener, el mayor error que veo en el libro es su excesiva retórica academicista. Es un libro arduo de leer e incluso, a veces, bastante pesado. Los conceptos y propuestas de Freire me parecen excepcionales, pero creo que deberían comunicarse de una forma más amena y factible para el público porque me parece algo complicado. Podría utilizar términos no tan técnicos, aunque entiendo que sean precisos en una obra teórica, y más accesibles para su comprensión. Apunto este asunto por una cuestión muy simple, ya que el hecho de proponer un modelo en del que todo el mundo debe participar debe ser accesible a todo el mundo, lo cual requiere de formas de expresión asequibles y entendibles por todos. Si no se produce este cambio, creo que la contradicción que se producirá será enorme, ya que sólo los individuos con un nivel cultural determinado podrán llegar a comprender estos modelos. Por lo tanto, la dicotomía diferencial entre grupos de opresores y oprimidos seguirá existiendo16. En lo concerniente a las lagunas de contenido, que ya he comentado, yo no soy pedagogo y dejaré ese tema para los especialistas en el tema.
En conclusión, una obra de lo más recomendable y de imprescindible lectura para todo aquél que quiera involucrarse en el mundo de la educación y de la pedagogía. Freire17 propone en este libro, Pedagogía del Oprimido, sin duda algo diferente, una educación ‘por y con el pueblo’, lejos de la concepción clásica: ‘para el pueblo’.
Urko Del Campo Arnaudas. 4º Periodismo, Universidad San Jorge.
Notas:
1 Portal de la labor del sistema de Naciones Unidas sobre los objetivos del desarrollo del Milenio, disponible en: http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/, consultado el 02/03/2011.
2 Web del Instituto Paulo Freire, Brasil, disponible en: http://www.paulofreire.org/, consultado el 02/03/2011.
3 Web de la Fundación Paulo Freire en Ecuador, disponible en: http://fpaulofreire.com/, consultado el 02/03/2011; Web de la Fundación Paulo Freire en Colombia, disponible en: http://fundacionpaulofreire.org/, consultado el 02/03/2011.
4 Declaración Universal de los Derechos Humanos, Art. 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. La negrita es mía.
5 A este respecto ver Klein, Naomi, La Doctrina Shock: el auge del capitalismo del desastre, Paidos Iberica, Barcelona, 2007, documental (basado en el libro) disponible en: http://vimeo.com/18758226, consultado el 02/03/2011; Friedman, Milton, Capitalismo y libertad, Ediciones Rialp, 1966; Friedman, Milton y Friedman, Rose, Libertad de elegir: hacia un nuevo liberalismo económico, Grijalbo, 1992.
6 Hablo aquí en función de mi experiencia en las tres etapas educativas: colegio, instituto y universidad. Del mismo modo, debo ser justo y quiero dejar claro que, si bien expongo de manera genérica mis percepciones, he de decir que también se han dado excepciones, las cuales agradezco enormemente.
7 Existe una relación muy clara con la dicotomía entre opresores y oprimidos, por lo que invito al lector a reflexionar sobre ello.
8 De hecho, ya lo vemos en el aprendizaje a través de juegos, intereses propios de los niños, experiencias. Por ejemplo, creo que se puede aprender mucho con la pregunta, que puede parecer simple, “¿qué tal el verano?”; con todo el contenido que ésta puede generar.
9 Ver película La Clase, reseña de la Web Filmaffinity, disponible en: http://www.filmaffinity.com/es/film107060.html, consultado el 02/03/2011. Lo que deja claro esta película es que, si bien la adopción de políticas al respecto, ayuda, también depende mucho de la responsabilidad adquirida por todas las personas que participan de ese proceso educativo.
10 Ver los diez puntos en Freire, Paulo, Pedagogía del oprimido, Madrid, Siglo XXI de España Editores S.A., 2003, p. 78.
11 Ver resumen en Monografías.com, “La pedagogía del oprimido de Paulo Freire” (Yerko Reyes), disponible en: http://www.monografias.com/trabajos6/peop/peop.shtml, consultado el 02/03/2011.
12 Web de Naciones Unidas, “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, disponible en http://www.un.org/es/documents/udhr/, consultado el 02/03/2011.
13 Freire, Paulo, Op. Cit. pp. 103 – 106.
14 La historia revolucionaria latinoamericana está llena de miembros del clero que llegaron a proponer una nueva concepción de la religión a través de la llamada Teoría de la liberación, de corte marxista.
15 Ver reseña sobre Pedagogía del Oprimido (no aparece el nombre del autor), disponible en: http://es.scribd.com/doc/27995061/LA-PEDAGOGIA-DEL-OPRIMIDO, consultado el 02/03/2011.
16 Sea en estos o en otros términos: por ejemplo: los que pueden acceder a la comprensión y los que no. La dicotomía sigue existiendo y, con ella, la desigualdad.
17 Su filosofía educativa queda recogida la 20 máximas de Paulo Freire, en Wikipedia, disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Paulo_Freire, consultado el 02/03/2011.

domingo, 27 de febrero de 2011

La clase de la guerra


27-02-2011

Sobre “Los últimos días de la Humanidad" de Karl Kraus
La clase de la guerra



“Los últimos días de la Humanidad”, de Karl Kraus, es un señalamiento exacto, una gran burla hecha a la clase de la guerra, es una denuncia incontestable, y una obra literaria de la mayor altura, de las que perduran, una obra construida con el material proporcionado por esa corte de individuos que se representa con la más indigna arrogancia política y el pensamiento servil, una obra para poner en escena. El fruto de la arrogancia política inhumana y del pensamiento servil a tales canallas es el odio hacia los iguales, es la irracionalidad empleada en defender los intereses exclusivos de monarcas, burgueses y servidores, todos los que hicieron, hacen, estallar la guerra para robar las riquezas que no alcanzaban, que no alcanzan.
En la “Nota Previa”, entrada a “Los últimos días de la Humanidad”, se nos dice que Karl Kraus recoge “las voces de la Primera Guerra Mundial,… pues la guerra se dio no solo en los campos de batalla…, sino también, en los sonidos y chirridos del lenguaje en el frente y en la retaguardia”. A. Kovacsics, autor de la “nota Previa” y traductor de la obra, destaca el valor de las jergas y dialectos dentro de lo establecido, del lenguaje popular y el lenguaje normativo, y como el autor se sirve de ello para componer su denuncia, mediante formas teatrales populares, de la barbarie que ocasionaron la aristocracia y la burguesía en defensa de los intereses más miserables. Deja para el final una definición de Kraus que hay que remarcar: “Crítico implacable de la literatura “modernista” de su época”. El modernismo de los años 20 era la expresión de la burguesía para distraer la atención de la realidad, el refinamiento burgués y aristocrático, el clasismo con el que mirar para otro lado y hacer mirar para otro lado a los incautos y aspiradores a un espacio reservado al arte como juego, un arte para no discutir lo que estaban protegiendo, para suspender el pensamiento y apartar la vista de la realidad, de lo que afectaba a los desposeídos, un arte de los poseedores, de los explotadores, un arte para que no se escuche la crítica a la guerra.
Karl Kraus levanta acta de lo dicho por los patanes, aduladores y asesinos en su verborrea gritona de patrioterismo, de su cinismo, desde el más bestia al que pretende aparentar y acentuar esto con refinamiento, voces actuales de su clase y voces de quienes extienden tal suciedad en las conciencias, lacayos de galones y mando sobre tropa, lacayos difusores empleados en papel prensa,… Karl Kraus abrió el espacio a las nuevas formas de teatro, que hoy, acercándonos a los 100 años de distancia de éste genio, bajo el neofascismo, el absolutismo del poder financiero y el secuestro y crimen de los valores sociales hay que recuperar con suma urgencia. Ahora se nos presenta la versión escénica que recoge tanto las palabras que se pronunciaban en la calle como las que se escribían y las que declaraban jerifaltes en ámbitos apartados, todas las que escuchó, leyó o encontró en libros personales o en la prensa, todas las palabras agitadoras de la guerra, vividoras de la guerra, justificadoras de la primera guerra europea en defensa de los intereses de la monarquía.
Este libro es el zapato de los pueblos europeos, el zapato de millones de personas honestas, para lanzar por millones, por todos los millones de personas que murieron y hoy mueren, a los asesinos coronados que las llevaron a cabo y a los que hoy las emprenden. Este libro es el zapato-libro que Karl Kraus nos legó a las gentes que aun somos conscientes, además de ejemplificar una alternativa desde el mundo cultural a la ideología de tales asesinos. Karl Kraus nos advierte que todo lo que dice y tal cual lo dice fue dicho, fue pronunciado y esas palabras fueron la música de la época. “El documento es protagonista”, su valor crece conforme avanza la lectura, y nuestro autor hace una advertencia al final de su Prólogo: “A quien sea demasiado sensible, aunque posea suficiente insensibilidad como para soportar nuestra época, le convendrá mantenerse alejado de éste espectáculo”. Haga un esfuerzo, no siga el dictado de Kraus, léalo y délo a leer.
Algunos párrafos del libro:
“El quinto: ¿No habéis leído el periódico? Mirad lo que pone aquí (saca una hoja del periódico): “Bajo ningún aspecto se to…to…le…lerarán los excesos patrióticos que, además, pueden repercutir negativamente en el turismo.” Porque ¿dónde queréis que se desarrolle luego un turismo si no, dónde? ¿A ver?”
Conversación en la calle:
“”El sexto: ¡Bravo! ¡Tiene toda la razón! Promover el turismo no es moco de pavo, no señor…
El séptimo: ¡Cierra el pico!
El octavo: Así es. ¡Que esto es una guerra, y no estamos pa bromas!”
Encuentro de siquiatras para analizar a un pacifista preso. Imponen la consideración de loco a quien no obedece:
“El profesor Boas: …; ahora, (en la guerra) bajo el peso de las privaciones, millones de personas han vuelto a encontrar el camino hacia la naturaleza y hacia una forma de vida sencilla… Nuestra población es ahora más sana a pesar de la desnutrición. El veneno del pacifismo ha penetrado ya incluso en los cerebros sanos, y el exagerado idealismo de los detractores de la guerra alienta a los bragazas y emboscados a adoptar lo que constituye el peor de los males padecidos por el pueblo alemán. Éste hombre… llamó la atención de los círculos más altos al punto de que una personalidad que todos nosotros veneramos (los asistentes se levantan)… nuestro príncipe heredero, manifestó que había que darle un buen tortazo a éste tío. --- A nosotros, señores, nos corresponde… encomendarlo a las instancias competentes en lo criminal. (Abre la puerta y grita): ¡Policía!”
Ensalzan el bestialismo y ridiculizan el humanismo; un médico militar ante una sala atestada de heridos si dirige al médico que allí asiste:
“Ahora hay guerra y el supremo deber de la profesión médica consiste en dar buen ejemplo e ir suministrando material humano. …Como colega intento hacerle entender que el lugar ideal para un inútil es la trinchera,… El nefrítico aquel… El tío sólo tiene que disparar sus cincuenta balas, ¡luego puede palmarla si quiere! El servicio de Su Majestad…”
La burguesía no va a la guerra; un médico militar: “¡Caray! Mira… a ese lo libre ayer del servicio activo. Y hoy ya esta de juerga. … ojala tuviera yo en billetes de diez lo que su viejo en billetes de mil”
Entre la documentación dialogada, Kraus aporta conversaciones que ya saben que la primera guerra va a dar al poco en la segunda y cómo ven en las dos el negocio. El cinismo lo congela todo, los que más alientan a la guerra son los que no van y se aprovechan de ella. Se trasluce la caída de la moneda, la crisis bancaria, la eclosión social, el camino seguido, se vuelca la defensa y promoción de la guerra por parte de la iglesia, “por la patria y por el negocio” dicen entre ellos brindando, “gandules”, insultan a los heridos. Y cómo no, el machismo expresado por la burguesía; las mujeres burguesas discursean en una asamblea troperil: “a nosotras las mujeres nos gusta mezclar sonrisas con lágrimas y hasta en el dolor sentimos la necesidad de ser guapas. … me gustaría proponer que se libere de sus labores a las empleadas de hogar alemanas con el fin de aumentar el número de combatientes… todas las jóvenes y mujeres devolverán muy gustosas los puestos de trabajo ocupados durante la guerra a los heroicos combatientes que vuelvan… Sólo se recurrirá a la mano de obra femenina cuando no haya suficientes hombres”.
Conversación entre maridos y esposas de la clase burguesa: “¿Qué, Elsita? Contenta de que tu maridito no tenga que defender la patria, ¿eh?”.
Conversación entre mandos militares: “… lo que el ejército debe a una información de guerra bien uniformada… ¿Qué carajo quiere la gente? ¿vivir eternamente? No es el momento, señores, para apasionarse por una nimiedad así… ¡Si de mí dependiera ¡la censura debería dar un ejemplo y ahorcar a toda esa gentuza! (gritos de ¡bravo!) Viva Su Majestad…”
Finalmente veremos como los cementerios se han convertido al final de la guerra en una atracción turística. El negocio de la guerra para la clase de la guerra.
Karl Kraus recitó fragmentos de su obra pero no permitió su representación abreviada más que en 1928: “…hay que leer y no oír cuanto está escrito”. Nada mejor, nada más sabio.
Título: Los últimos días de la Humanidad.
Autor: Karl Kraus.
Traductor: Adan Kovacsics.
Editorial: Hiru.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)

lunes, 14 de febrero de 2011

Alejo Carpentier de este Mundo


14-02-2011

Haití de los cimarrones
Alejo Carpentier de este Mundo



Alejo Carpentier, cubano, cuenta en su novela “El Reino de este Mundo” una parte esencial de la Historia de Haití, la de los esclavos africanos en lucha contra el colonialismo francés, luego contra el tirano de su misma raza, asimilado al espíritu esclavista, y, como un correlato, advertencia de otros futuros, su posterior lucha contra el colonialismo francés de nuevo cuño pues aparece gente con el color de piel mezclado, más claro. Momentos distintos de la historia de Haití que hablan de un pueblo que fue el primero en darlo todo por su liberación desde antes de 1789, año de la Primera Declaración de los Derechos del Hombre, la Declaración de los Derechos de la Mujer se escribirían 3-4 años más tarde. Haití de los cimarrones, de los luchadores por la libertad, primer pueblo libre, y Carpentier se eleva y se hace total al mostrarlos combatiendo la barbarie occidental, aquí contra la monarquía francesa y sus continuadores, de quienes se armaron de convicción apasionada por su libertad. Carpentier de este Mundo. Tres rebeliones que enseñan al lector los cambios en la Historia, los vertiginosos y formidables empujones para terminar con los esclavistas. Haití tiene esa parte de su historia en la novela “El Reino de este Mundo”.
Da la entrada a la novela un diálogo de Lope entre el Demonio, que es el rey de Occidente, y la Providencia, en el que el Demonio pregunta: “¿Dónde envías a Colón para renovar mis daños? Y empieza la novela con una escena que es metáfora de los resultados de la revolución francesa de finales del siglo XVIII: mientras el amo se rasura en un establecimiento, el esclavo contempla en el escaparate cuatro cabezas de cera que parecen reales, figuras pálidas con sus correspondientes pelucas, separadas por una pequeña tabla de unas cabezas de terneros, las dos colecciones puestas sobre un tapete encarnado, y Ti Noel, el esclavo, se divierte pensando en aquél resultado. Pero no queda ahí la cosa, justo en la tienda contigua, una librería, parece remitirnos a los ilustrados que harían caer la esclavitud, mostrando colgadas cuatro estampas del rey de Francia y otras cuantas cabezas de la Corte, además de las de militares y jueces. También dice el narrador que había algunas de los “ingenios” que impulsaron la revolución, para terminar declarando que la representación de estos no era comprendida por Ti Noel, los esclavos. Los esclavos son el último escalón y son los que cambian el curso de la historia, son el personaje protagonista, colectivo, y dejan abierto el horizonte en la novela. Hay algo que destaca sobre lo demás: un grabado que representa a un embajador francés, siendo recibido por un mandatario negro, parece que se refiere a un futuro en el que Haití es independiente de Francia. En las actuales circunstancias de Haití ¿se puede decir que tal cosa se ha conseguido?
Carpentier, conocedor de la Historia de ese pueblo tan castigado, escogió tres revueltas de esclavos entre el siglo XVIII y el CIX para llevar a cabo una obra que nos muestre la raíz de los problemas causados por la explotación de la aristocracia y la burguesía francesas. Héroe de los civilizados esclavos, sí, civilizados esclavos, contra los salvajes franceses, sí, salvajes franceses, es Mackandal, capaz de convertirse en cualquier ser vivo para mejor confundir y combatir a los colonos, que además enseña a los esclavos su pasado, les deja en su memoria aquello en lo que se reconocen y les sirve de fuente de conciencia conforme les insufla, les surte, de energías para el combate; la memoria histórica enseña, Mackandal enseña, y el resultado se proyecta. Y así encuentran alguna voz solidaria que les da a conocer la abolición de la esclavitud alimentando y produciendo una rebelión contra los tiranos franceses que no quieren acabar con ella en Haití. El repuesto de los monárquicos franceses es un negro, pero un negro que se proclama rey y esclaviza a la población nuevamente. A este le sucederán los agrimensores que hablan francés y eran protegidos por un ejército de “Mulatos Republicanos” que expulsan a los campesinos, negros, de sus tierras, y hacen, terminada la esclavitud, la nueva ley que obliga a trabajar, aristocracia entre dos aguas, esa casta cuarterona que ahora se apoderaba de las antiguas haciendas, de los privilegios y de las investiduras.
Nuestro personaje protagonista aprende la historia de su raza y conoce y experimenta las transformaciones real maravillosas en otros seres naturales, advirtiendo que Mackandal, el esclavo cimarrón que admiró y de quien tanto había aprendido “se había disfrazado de animal, durante años, para servir a los hombres, no para desertar del terreno de los hombres,…, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo”. Y entonces la naturaleza se rebelará acompañando la rebelión de los oprimidos, una vez más “El anciano (Ti Noel) lanzó su declaración de guerra a los nuevos amos”.
Todos los acontecimientos en la cronología histórica tienen su propia fecha, que Carpentier las expone coincidentes en el tiempo novelístico, así como emplea el número de los capítulos para establecer paralelismos entre ellos creando un orden interno de funcionamiento. En la creación simbólica emplea ideas provenientes de fiestas cristianas para el surgimiento o final de personajes y aconteceres, buscando en la simbolización la intemporalidad. Hay un aspecto que caracteriza una parte de la literatura latinoamericana en sus historias, lo que Alejo Carpentier denominó “real maravilloso”, que en ocasiones encontramos comentarios críticos equiparándolo al “realismo mágico”. Carpentier, en el prólogo que escribe a “El Reino de este Mundo”, hay ediciones que no incluyen el Prólogo, y también en un libro de entrevistas de Ramón Chao a Carpentier (“Conversaciones con Alejo Carpentier”, en Alianza Editorial) al conversar sobre “El Reino de este Mundo” lo define de la siguiente forma, expongo un resumen de sus palabras: “Los diccionarios nos dicen que lo maravilloso es lo que causa admiración por se extraordinario, excelente, admirable. Lo extraordinario no es bello ni hermoso por fuerza. No es bello ni feo; es más que nada asombroso, todo lo que se sale de las normas establecidas es maravilloso,… Perrault define lo maravilloso. Hablando de las hadas, nos dice que lo mismo pueden emitir diamantes por la boca cuando están de buen humor que arrojar reptiles, culebras, serpientes y sapos cuando se enfurecen;… Todo lo insólito es maravilloso. Ahora bien, yo hablo de lo real maravilloso al referirme a ciertos hechos ocurridos en America, a ciertas características del paisaje, a ciertos elementos que han nutrido mi obra. …lo que él (Franz Roth) llamaba realismo mágico era sencillamente una pintura donde se combinan formas reales de una manera no conforme a la realidad cotidiana. …(el) realismo mágico… es una imagen inverosímil, imposible… (ejemplo) la pintura de Chagall, donde se veían vacas volando…, burros sobre techos de las casas,… elementos de la realidad, pero llevados a una atmósfera de sueño, a una atmósfera onírica. --- (En) La pintura surrealista está todo premeditado y calculado para producir una sensación de singularidad, … ejemplo los relojes blandos de Dalí.
Lo real maravilloso que yo defiendo es el que encontramos en estado bruto, la tente, omnipresente, en todo latinoamericano. Aquí lo insólito es cotidiano, siempre lo fue”.
En “El Reino de este Mundo” nos encontramos con fuerzas de la naturaleza que anuncian y empujan la historia, al esclavo que se convierte en insecto, pájaro o cualquier otro animal para pasar desapercibido ante los esclavistas, se nos cuenta que en la construcción de los muros del castillo se mezclaba cemento con sangre de toro para hacerlos más fuertes,…, lo real maravilloso está, no es una creación artificial ni artificiosa. Con Alejo Carpentier el trabajo revolucionario en el arte fue internacionalismo revolucionario cubano con el lenguaje y el espíritu de Latinoamérica, que al escribir sobre Haití nos rescata la Historia robada al pueblo haitiano por los colonizadores franceses, y en nuestros días por los imperialistas de un lado y otro del atlántico.
Título: El Reino de este Mundo.
Autor: Alejo Carpentier.
Editorial: Seix Barral, Booket, Planeta.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)

miércoles, 9 de febrero de 2011

Reseña de “Traficantes de información” de Pascual Serrano


09-02-2011

Reseña de “Traficantes de información” de Pascual Serrano
La lógica del capitalismo ha convertido la noticia en una variante de la publicidad

Le Monde Diplomatique

“Traficantes de información”. Pascual Serrano, Foca, Akal, Madrid 2010.

Podrá parecernos más o menos acertada la idea liberal según la cual la libertad de prensa y el derecho a la información coincidirían en la pluralidad de medios privados, pero lo menos que se puede decir es que se trata de una idea anticuada. Periódicos, radios y televisiones podían defender en otro tiempo intereses políticos e ideológicos diferentes porque en cualquier caso sus propietarios seguían siendo, mientras miraban de reojo el balance contable, propietarios de periódicos, radios y televisiones. Para un lector avisado, era muy importante averiguar quién hablaba, pero era también relativamente fácil. Uno de los descubrimientos del último libro de Pascual Serrano es el de que, si sigue siendo difícil informarse bien de lo que ocurre en el mundo, hoy es mucho más difícil informarse bien de lo que ocurre en los bastidores económicos de los medios de comunicación. La lógica del capitalismo -concentración, promiscuidad, opacidad, expansión y beneficios- se ha adueñado de tal manera del campo de la información que la noticia, por no hablar de la objetividad o la verdad, se ha convertido en una variante de la publicidad. El resultado es la degradación radical del debate ideológico, del derecho a la información y de los derechos laborales de los periodistas.

Es por eso que Pascual Serrano no habla de “vendedores” sino de “traficantes” de información, un término que remite a las zonas más en sombra del capitalismo. ¿Quiénes son los dueños de nuestros medios? ¿Quiénes son estos traficantes? Un impresionante trabajo de investigación permite a uno de los más rigurosos y comprometidos periodistas de nuestro país trazar una guía o cartografía completa de nuestros mediatenientes, el árbol genealógico -con sus enlaces dinásticos- de los que deciden qué debemos leer y adónde debemos dirigir nuestra atención. Los medios no son ya realmente independientes, no menos que la casa Coca-Cola o la Shell. De lo que se trata es de lo que lo sean los lectores y los gobiernos. Traficantes de información es un libro imprescindible en ese camino.
rCR