domingo, 6 de marzo de 2011

"Toda acción revolucionaria necesita una teoría revolucionaria"


06-03-2011

Reseña de Pedagogía del Oprimido, de Paulo Freire
"Toda acción revolucionaria necesita una teoría revolucionaria"


Pedagogía del Oprimido, Paulo Freire. Madrid: Siglo XXI de España editores S.A., 17ª edición, diciembre de 2003, 243 páginas, ISBN: 84-323-0184-1.

Como el mismo Paulo Freire afirma en su obra, mencionando al Che Guevara: “toda acción revolucionaria necesita una teoría revolucionaria”. Este, bajo mi punto de vista, es el principal logro del libro Pedagogía del Oprimido, pues contiene elementos que bien pueden ayudar a desarrollar procesos educativos y pedagógicos más exitosos. De esta forma, los logros potencialmente alcanzables pueden ser tomados no sólo como un avance en la consecución del respeto por los Derechos Humanos, sino como elementos que refuercen las relaciones humanas y el desarrollo personal de los individuos.
A pesar de ser un libro cuya primera edición fue realizada en 1970, la visión pedagógica de Freire ha llegado hasta nuestros días con posteriores ediciones, lo cual denota que su contenido no se ha quedado obsoleto, por el momento. Incluso, creo que la visión revolucionaria de Freire podría ayudar a la consecución (aunque para 2015 parece ya imposible) de varios de los Objetivos del Milenio (ODM)1. Sin embargo, tampoco debemos caer en la ilusión de un éxito seguro ya que, como señala el propio Freire, las prácticas pedagógicas propuestas no han sido ampliamente ejecutadas en ningún lado, por lo que no existe una referencia que aporte datos de su eficiencia.
Aún así, personalmente, confío en las ideas aportadas, por el teórico brasileño, al campo de la educación y la pedagogía a través de este libro. Su trabajo lo continúan desarrollando y enriqueciendo desde Instituciones como el Istituto Paulo Freire2 y múltiples fundaciones que han tomado su nombre en lugares como Colombia o Ecuador3.
Pedagogía del Oprimido es un libro dividido en cuatro capítulos. El primero de ellos presenta la situación dicotómica actual que presenta el mundo, en cuyas sociedades – a lo largo y ancho del Planeta – podemos encontrar opresores y oprimidos. Esta es una de las contradicciones que encuentra Freire en la sociedad, la cual impide en gran medida el desarrollo humano, ya que una gran mayoría (oprimidos) vive reprimida según los preceptos de una minoría (opresores) que ostenta el poder. Al hacer evidente esta situación, Freire muestra su compromiso con el desarrollo y cumplimiento de los Derechos Humanos desde el primer artículo4.
De este modo, el teórico brasileño introduce la situación problemática ante la que se debe responder. En esta dicotomía entre opresores y oprimidos, Freire señala que los que sufren la opresión deben actuar como sus propios liberadores, por ser ellos los que conocen realmente qué supone estar oprimido. Este asunto tiene lógica, ya que aquellos actores que se sitúan en una posición de poder, favorable, lo último que desean es perder su posición dominante para que otros les ganen terreno. Un ejemplo ilustrativo sobre este asunto, lo podemos ver la evolución histórica de países como Chile, Argentina (Latinoamérica), El Congo, Egipto, Libia (África), Irak, Pakistán, Indonesia (Asia). Muchos de ellos estaban mejor hace cincuenta años que ahora, debido a privatizaciones masivas de sectores productivos estatales, imposición de medidas neoliberales, etc. Al fin y al cabo, estas políticas forman parte de las medidas llevadas a cabo por el sector de los opresores5.
Sin embargo, estoy de acuerdo con el autor en que esa liberación, si bien debe partir de los oprimidos hacia una consecución de la liberación en comunión de todos los hombres, no debería realizarse de forma que los oprimidos se convirtiesen en los nuevos opresores, ya que estarían sustituyendo a estos últimos en su lugar y la cadena de errores se repetiría. Además, las limitaciones que esta situación supone para el desarrollo de los Derechos Humanos se repetirían. Tal y como he señalado unas líneas más arriba, la liberación de los hombres propuesta por Freire está basada en la fraternidad – recogida en la Declaración Universal de Derechos Humanos –, por lo que opresores y oprimidos deben colaborar en la búsqueda de una sociedad más justa y honesta para todos, haciendo ver a ambos (aunque, sobre todo, a los opresores) que deben pensarse a sí mismos no sólo como seres individuales, sino también como fragmento de un colectivo plural y diverso del cual forman parte.
En el segundo capítulo del libro, el autor se centra en el sistema educativo que predomina en el mundo, poniendo el acento en que las relaciones existentes entre educadores y educandos son de naturaleza: “fundamentalmente, narrativa, discursiva y disertadora”. Asimismo, presenta una educación basada en el modelo bancario, donde los educadores actúan como altavoces discursivos de un contenido que los educandos tienen que almacenar en su memoria. Bajo mi punto de vista, la visión de Freire (1970) sigue vigente actualmente, facilitada por la concepción academicista de un profesor que lo sabe todo y unos alumnos que toman esos conocimientos y los ‘vomitan’ durante una prueba escrita que, en la mayoría de los casos, sólo demuestra cuál es la capacidad de los ‘depósitos’ de memoria en la que el individuo acumula esos conocimientos. Del mismo modo, la propia formalización de los procesos pedagógicos6 denota este aspecto. Si no, preguntémonos por qué las aulas están dispuestas de tal manera que los educando no pueden verse entre sí, porque miran todos al profesor; o por qué, en la mayor parte de casos, existe una programación fija que parece inamovible (sobre todo en los niveles de educación básica).
Estos procesos no tienen sentido en un sistema como el propuesto por Freire, donde la dicotomía entre educadores y educandos7 se supera, para llegar a ser ambos educadores y educandos. Ante esta propuesta se puede atacar al autor con el argumento de que los niños, por ejemplo, no están en la misma posición que el maestro (evidentemente) para que este tipo de sistema se pueda llevar a cabo. Sin embargo, pienso que la cuestión no está en el hecho de poseer las mismas condiciones porque, si no, no avanzaríamos, sino en el enriquecimiento mutuo. Esta premisa, que creo aplicable también a la educación infantil, parte de una educación sobre la experiencia vivida8 y tenemos constancia de que, en colegios muy específicos (a menudo con problemas de inserción social o de otro tipo), se están implementando modelos alternativos (no exactamente como el que propone Freire porque muchos de los elementos formales se mantienen) que tratan de responder a una situación educativa difícil9.
Por lo tanto, la ‘educación bancaria10’ sólo interesa a los opresores, que ven en el pensamiento auténtico un peligro real para sus intereses. En contraposición a este sistema de educación, Freire propone la ‘educación problematizadora’, a través de la cual los individuos, en comunión, acceden a un proceso que implica la reflexión permanente en busca de la verdad. Este aspecto tiene sentido, ya que los oprimidos no deben ocupar el puesto de los opresores (convirtiéndose en eso contra lo que luchan), porque como señala el autor: “La búsqueda del ser más a través del individualismo conduce al egoísta a tener más, una forma de ser menos”. Esta propuesta educativa se caracteriza por11:
  1. El desarrollo humano en comunión, mediatizado por la sociedad y el mundo en el que vive.
  2. La exposición dialogada de los contenidos, de lo cual deriva el enfrentamiento conjunto al acto de conocer por parte de educadores y educandos.
  3. La ruptura de la dicotomía diferenciadora entre educando y educadores, pues todos toman ambos roles.
  4. La utilización del diálogo a través de la palabra, quedando la reflexión y la acción como elementos relacionales entre sí a pesar de no aparecer unidos.
  5. El fomento, por parte del educador, de la creatividad y la conciencia crítica en el educando, lo que Freire denomina como ‘Síntesis cultural’.
De este modo, pienso que Freire avanza con buen paso hacia la conclusión efectiva del articulado de la Declaración Universal de Derechos Humanos, como por ejemplo los artículos 18, 19, 29 y, sobre todo, 26 y 27 (referentes a la educación y a la participación de los individuos en la vida cultural y social12.
En el tercer capítulo, Freire reflexiona sobre la dialógica entre los seres humanos y cómo esta sirve a su liberación, prestando especial importancia a la relación entre el desarrollo del hombre y el amor:
No hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres. [...] Cada vez nos convencemos más de la necesidad de que los verdaderos revolucionarios reconozcan en la revolución un acto de amor, en tanto es un acto creador y humanizador. Para nosotros, la revolución que no se hace sin una teoría de la revolución y por lo tanto sin conciencia, no tiene en ésta algo irreconciliable con el amor. Por el contrario, la revolución que es hecha por los hombres es hecha en nombre de su humanización”13.
 La concepción de Freire ha sido tachada de demagógica por algunas personas, considerando que introduce las alusiones al amor con una clara tendencia a la atracción de la población cristiana. Mi pregunta es: ¿es que acaso la población cristiana, como oprimida, no tiene derecho también a la liberación?14”. Trata de llegar al mayor número de personas posible.
Al fin y al cabo, por mucho que las instituciones vaticanistas pretendan hacernos creer lo contrario (esto es una percepción propia), la Biblia caracteriza a Jesús, en algunos pasajes, de una forma mucho más cercana a la que propone la Teoría de la liberación, que de lo que propone Roma. No obstante, la concepción propuesta por Freire sobre el amor es, bajo mi punto de vista, una cualidad de naturaleza humana y no únicamente religiosa, por lo que las críticas en este punto no me parecen oportunas15.
Por otro lado, una vez más, Freire habla en este capítulo de la necesidad de participar y obtener información de la realidad vivida por los propios pueblos, para ser analizada posteriormente no sólo por especialistas, sino con el propio pueblo como parte de esa ‘educación problematizadora’. Una educación en la que el propio pueblo problematiza la realidad que él mismo vive y de la cual participa.
El último capítulo de Pedagogía del Oprimido recoge un resumen de lo expuesto, de manera teórica, en los tres capítulos anteriores. Asimismo, Freire reflexiona acerca de que su proyecto no debe quedarse simplemente en el papel, sino que debe implementarse para probar si funciona o no. A pesar de que el libro está fundamentado en experiencias reales del propio Freire, él mismo dice que resultan insuficientes, siendo necesario la realización de más pruebas.
Aún así, creo que este ensayo de Freire articula de manera magnífica una teoría pedagógica plausible y que, a priori, puede dar buenos resultados. A parte de las lagunas, como bien señala el autor al final en un gesto de humildad, que el libro pueda tener, el mayor error que veo en el libro es su excesiva retórica academicista. Es un libro arduo de leer e incluso, a veces, bastante pesado. Los conceptos y propuestas de Freire me parecen excepcionales, pero creo que deberían comunicarse de una forma más amena y factible para el público porque me parece algo complicado. Podría utilizar términos no tan técnicos, aunque entiendo que sean precisos en una obra teórica, y más accesibles para su comprensión. Apunto este asunto por una cuestión muy simple, ya que el hecho de proponer un modelo en del que todo el mundo debe participar debe ser accesible a todo el mundo, lo cual requiere de formas de expresión asequibles y entendibles por todos. Si no se produce este cambio, creo que la contradicción que se producirá será enorme, ya que sólo los individuos con un nivel cultural determinado podrán llegar a comprender estos modelos. Por lo tanto, la dicotomía diferencial entre grupos de opresores y oprimidos seguirá existiendo16. En lo concerniente a las lagunas de contenido, que ya he comentado, yo no soy pedagogo y dejaré ese tema para los especialistas en el tema.
En conclusión, una obra de lo más recomendable y de imprescindible lectura para todo aquél que quiera involucrarse en el mundo de la educación y de la pedagogía. Freire17 propone en este libro, Pedagogía del Oprimido, sin duda algo diferente, una educación ‘por y con el pueblo’, lejos de la concepción clásica: ‘para el pueblo’.
Urko Del Campo Arnaudas. 4º Periodismo, Universidad San Jorge.
Notas:
1 Portal de la labor del sistema de Naciones Unidas sobre los objetivos del desarrollo del Milenio, disponible en: http://www.un.org/spanish/millenniumgoals/, consultado el 02/03/2011.
2 Web del Instituto Paulo Freire, Brasil, disponible en: http://www.paulofreire.org/, consultado el 02/03/2011.
3 Web de la Fundación Paulo Freire en Ecuador, disponible en: http://fpaulofreire.com/, consultado el 02/03/2011; Web de la Fundación Paulo Freire en Colombia, disponible en: http://fundacionpaulofreire.org/, consultado el 02/03/2011.
4 Declaración Universal de los Derechos Humanos, Art. 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. La negrita es mía.
5 A este respecto ver Klein, Naomi, La Doctrina Shock: el auge del capitalismo del desastre, Paidos Iberica, Barcelona, 2007, documental (basado en el libro) disponible en: http://vimeo.com/18758226, consultado el 02/03/2011; Friedman, Milton, Capitalismo y libertad, Ediciones Rialp, 1966; Friedman, Milton y Friedman, Rose, Libertad de elegir: hacia un nuevo liberalismo económico, Grijalbo, 1992.
6 Hablo aquí en función de mi experiencia en las tres etapas educativas: colegio, instituto y universidad. Del mismo modo, debo ser justo y quiero dejar claro que, si bien expongo de manera genérica mis percepciones, he de decir que también se han dado excepciones, las cuales agradezco enormemente.
7 Existe una relación muy clara con la dicotomía entre opresores y oprimidos, por lo que invito al lector a reflexionar sobre ello.
8 De hecho, ya lo vemos en el aprendizaje a través de juegos, intereses propios de los niños, experiencias. Por ejemplo, creo que se puede aprender mucho con la pregunta, que puede parecer simple, “¿qué tal el verano?”; con todo el contenido que ésta puede generar.
9 Ver película La Clase, reseña de la Web Filmaffinity, disponible en: http://www.filmaffinity.com/es/film107060.html, consultado el 02/03/2011. Lo que deja claro esta película es que, si bien la adopción de políticas al respecto, ayuda, también depende mucho de la responsabilidad adquirida por todas las personas que participan de ese proceso educativo.
10 Ver los diez puntos en Freire, Paulo, Pedagogía del oprimido, Madrid, Siglo XXI de España Editores S.A., 2003, p. 78.
11 Ver resumen en Monografías.com, “La pedagogía del oprimido de Paulo Freire” (Yerko Reyes), disponible en: http://www.monografias.com/trabajos6/peop/peop.shtml, consultado el 02/03/2011.
12 Web de Naciones Unidas, “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, disponible en http://www.un.org/es/documents/udhr/, consultado el 02/03/2011.
13 Freire, Paulo, Op. Cit. pp. 103 – 106.
14 La historia revolucionaria latinoamericana está llena de miembros del clero que llegaron a proponer una nueva concepción de la religión a través de la llamada Teoría de la liberación, de corte marxista.
15 Ver reseña sobre Pedagogía del Oprimido (no aparece el nombre del autor), disponible en: http://es.scribd.com/doc/27995061/LA-PEDAGOGIA-DEL-OPRIMIDO, consultado el 02/03/2011.
16 Sea en estos o en otros términos: por ejemplo: los que pueden acceder a la comprensión y los que no. La dicotomía sigue existiendo y, con ella, la desigualdad.
17 Su filosofía educativa queda recogida la 20 máximas de Paulo Freire, en Wikipedia, disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Paulo_Freire, consultado el 02/03/2011.

domingo, 27 de febrero de 2011

La clase de la guerra


27-02-2011

Sobre “Los últimos días de la Humanidad" de Karl Kraus
La clase de la guerra



“Los últimos días de la Humanidad”, de Karl Kraus, es un señalamiento exacto, una gran burla hecha a la clase de la guerra, es una denuncia incontestable, y una obra literaria de la mayor altura, de las que perduran, una obra construida con el material proporcionado por esa corte de individuos que se representa con la más indigna arrogancia política y el pensamiento servil, una obra para poner en escena. El fruto de la arrogancia política inhumana y del pensamiento servil a tales canallas es el odio hacia los iguales, es la irracionalidad empleada en defender los intereses exclusivos de monarcas, burgueses y servidores, todos los que hicieron, hacen, estallar la guerra para robar las riquezas que no alcanzaban, que no alcanzan.
En la “Nota Previa”, entrada a “Los últimos días de la Humanidad”, se nos dice que Karl Kraus recoge “las voces de la Primera Guerra Mundial,… pues la guerra se dio no solo en los campos de batalla…, sino también, en los sonidos y chirridos del lenguaje en el frente y en la retaguardia”. A. Kovacsics, autor de la “nota Previa” y traductor de la obra, destaca el valor de las jergas y dialectos dentro de lo establecido, del lenguaje popular y el lenguaje normativo, y como el autor se sirve de ello para componer su denuncia, mediante formas teatrales populares, de la barbarie que ocasionaron la aristocracia y la burguesía en defensa de los intereses más miserables. Deja para el final una definición de Kraus que hay que remarcar: “Crítico implacable de la literatura “modernista” de su época”. El modernismo de los años 20 era la expresión de la burguesía para distraer la atención de la realidad, el refinamiento burgués y aristocrático, el clasismo con el que mirar para otro lado y hacer mirar para otro lado a los incautos y aspiradores a un espacio reservado al arte como juego, un arte para no discutir lo que estaban protegiendo, para suspender el pensamiento y apartar la vista de la realidad, de lo que afectaba a los desposeídos, un arte de los poseedores, de los explotadores, un arte para que no se escuche la crítica a la guerra.
Karl Kraus levanta acta de lo dicho por los patanes, aduladores y asesinos en su verborrea gritona de patrioterismo, de su cinismo, desde el más bestia al que pretende aparentar y acentuar esto con refinamiento, voces actuales de su clase y voces de quienes extienden tal suciedad en las conciencias, lacayos de galones y mando sobre tropa, lacayos difusores empleados en papel prensa,… Karl Kraus abrió el espacio a las nuevas formas de teatro, que hoy, acercándonos a los 100 años de distancia de éste genio, bajo el neofascismo, el absolutismo del poder financiero y el secuestro y crimen de los valores sociales hay que recuperar con suma urgencia. Ahora se nos presenta la versión escénica que recoge tanto las palabras que se pronunciaban en la calle como las que se escribían y las que declaraban jerifaltes en ámbitos apartados, todas las que escuchó, leyó o encontró en libros personales o en la prensa, todas las palabras agitadoras de la guerra, vividoras de la guerra, justificadoras de la primera guerra europea en defensa de los intereses de la monarquía.
Este libro es el zapato de los pueblos europeos, el zapato de millones de personas honestas, para lanzar por millones, por todos los millones de personas que murieron y hoy mueren, a los asesinos coronados que las llevaron a cabo y a los que hoy las emprenden. Este libro es el zapato-libro que Karl Kraus nos legó a las gentes que aun somos conscientes, además de ejemplificar una alternativa desde el mundo cultural a la ideología de tales asesinos. Karl Kraus nos advierte que todo lo que dice y tal cual lo dice fue dicho, fue pronunciado y esas palabras fueron la música de la época. “El documento es protagonista”, su valor crece conforme avanza la lectura, y nuestro autor hace una advertencia al final de su Prólogo: “A quien sea demasiado sensible, aunque posea suficiente insensibilidad como para soportar nuestra época, le convendrá mantenerse alejado de éste espectáculo”. Haga un esfuerzo, no siga el dictado de Kraus, léalo y délo a leer.
Algunos párrafos del libro:
“El quinto: ¿No habéis leído el periódico? Mirad lo que pone aquí (saca una hoja del periódico): “Bajo ningún aspecto se to…to…le…lerarán los excesos patrióticos que, además, pueden repercutir negativamente en el turismo.” Porque ¿dónde queréis que se desarrolle luego un turismo si no, dónde? ¿A ver?”
Conversación en la calle:
“”El sexto: ¡Bravo! ¡Tiene toda la razón! Promover el turismo no es moco de pavo, no señor…
El séptimo: ¡Cierra el pico!
El octavo: Así es. ¡Que esto es una guerra, y no estamos pa bromas!”
Encuentro de siquiatras para analizar a un pacifista preso. Imponen la consideración de loco a quien no obedece:
“El profesor Boas: …; ahora, (en la guerra) bajo el peso de las privaciones, millones de personas han vuelto a encontrar el camino hacia la naturaleza y hacia una forma de vida sencilla… Nuestra población es ahora más sana a pesar de la desnutrición. El veneno del pacifismo ha penetrado ya incluso en los cerebros sanos, y el exagerado idealismo de los detractores de la guerra alienta a los bragazas y emboscados a adoptar lo que constituye el peor de los males padecidos por el pueblo alemán. Éste hombre… llamó la atención de los círculos más altos al punto de que una personalidad que todos nosotros veneramos (los asistentes se levantan)… nuestro príncipe heredero, manifestó que había que darle un buen tortazo a éste tío. --- A nosotros, señores, nos corresponde… encomendarlo a las instancias competentes en lo criminal. (Abre la puerta y grita): ¡Policía!”
Ensalzan el bestialismo y ridiculizan el humanismo; un médico militar ante una sala atestada de heridos si dirige al médico que allí asiste:
“Ahora hay guerra y el supremo deber de la profesión médica consiste en dar buen ejemplo e ir suministrando material humano. …Como colega intento hacerle entender que el lugar ideal para un inútil es la trinchera,… El nefrítico aquel… El tío sólo tiene que disparar sus cincuenta balas, ¡luego puede palmarla si quiere! El servicio de Su Majestad…”
La burguesía no va a la guerra; un médico militar: “¡Caray! Mira… a ese lo libre ayer del servicio activo. Y hoy ya esta de juerga. … ojala tuviera yo en billetes de diez lo que su viejo en billetes de mil”
Entre la documentación dialogada, Kraus aporta conversaciones que ya saben que la primera guerra va a dar al poco en la segunda y cómo ven en las dos el negocio. El cinismo lo congela todo, los que más alientan a la guerra son los que no van y se aprovechan de ella. Se trasluce la caída de la moneda, la crisis bancaria, la eclosión social, el camino seguido, se vuelca la defensa y promoción de la guerra por parte de la iglesia, “por la patria y por el negocio” dicen entre ellos brindando, “gandules”, insultan a los heridos. Y cómo no, el machismo expresado por la burguesía; las mujeres burguesas discursean en una asamblea troperil: “a nosotras las mujeres nos gusta mezclar sonrisas con lágrimas y hasta en el dolor sentimos la necesidad de ser guapas. … me gustaría proponer que se libere de sus labores a las empleadas de hogar alemanas con el fin de aumentar el número de combatientes… todas las jóvenes y mujeres devolverán muy gustosas los puestos de trabajo ocupados durante la guerra a los heroicos combatientes que vuelvan… Sólo se recurrirá a la mano de obra femenina cuando no haya suficientes hombres”.
Conversación entre maridos y esposas de la clase burguesa: “¿Qué, Elsita? Contenta de que tu maridito no tenga que defender la patria, ¿eh?”.
Conversación entre mandos militares: “… lo que el ejército debe a una información de guerra bien uniformada… ¿Qué carajo quiere la gente? ¿vivir eternamente? No es el momento, señores, para apasionarse por una nimiedad así… ¡Si de mí dependiera ¡la censura debería dar un ejemplo y ahorcar a toda esa gentuza! (gritos de ¡bravo!) Viva Su Majestad…”
Finalmente veremos como los cementerios se han convertido al final de la guerra en una atracción turística. El negocio de la guerra para la clase de la guerra.
Karl Kraus recitó fragmentos de su obra pero no permitió su representación abreviada más que en 1928: “…hay que leer y no oír cuanto está escrito”. Nada mejor, nada más sabio.
Título: Los últimos días de la Humanidad.
Autor: Karl Kraus.
Traductor: Adan Kovacsics.
Editorial: Hiru.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, editado por Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)

lunes, 14 de febrero de 2011

Alejo Carpentier de este Mundo


14-02-2011

Haití de los cimarrones
Alejo Carpentier de este Mundo



Alejo Carpentier, cubano, cuenta en su novela “El Reino de este Mundo” una parte esencial de la Historia de Haití, la de los esclavos africanos en lucha contra el colonialismo francés, luego contra el tirano de su misma raza, asimilado al espíritu esclavista, y, como un correlato, advertencia de otros futuros, su posterior lucha contra el colonialismo francés de nuevo cuño pues aparece gente con el color de piel mezclado, más claro. Momentos distintos de la historia de Haití que hablan de un pueblo que fue el primero en darlo todo por su liberación desde antes de 1789, año de la Primera Declaración de los Derechos del Hombre, la Declaración de los Derechos de la Mujer se escribirían 3-4 años más tarde. Haití de los cimarrones, de los luchadores por la libertad, primer pueblo libre, y Carpentier se eleva y se hace total al mostrarlos combatiendo la barbarie occidental, aquí contra la monarquía francesa y sus continuadores, de quienes se armaron de convicción apasionada por su libertad. Carpentier de este Mundo. Tres rebeliones que enseñan al lector los cambios en la Historia, los vertiginosos y formidables empujones para terminar con los esclavistas. Haití tiene esa parte de su historia en la novela “El Reino de este Mundo”.
Da la entrada a la novela un diálogo de Lope entre el Demonio, que es el rey de Occidente, y la Providencia, en el que el Demonio pregunta: “¿Dónde envías a Colón para renovar mis daños? Y empieza la novela con una escena que es metáfora de los resultados de la revolución francesa de finales del siglo XVIII: mientras el amo se rasura en un establecimiento, el esclavo contempla en el escaparate cuatro cabezas de cera que parecen reales, figuras pálidas con sus correspondientes pelucas, separadas por una pequeña tabla de unas cabezas de terneros, las dos colecciones puestas sobre un tapete encarnado, y Ti Noel, el esclavo, se divierte pensando en aquél resultado. Pero no queda ahí la cosa, justo en la tienda contigua, una librería, parece remitirnos a los ilustrados que harían caer la esclavitud, mostrando colgadas cuatro estampas del rey de Francia y otras cuantas cabezas de la Corte, además de las de militares y jueces. También dice el narrador que había algunas de los “ingenios” que impulsaron la revolución, para terminar declarando que la representación de estos no era comprendida por Ti Noel, los esclavos. Los esclavos son el último escalón y son los que cambian el curso de la historia, son el personaje protagonista, colectivo, y dejan abierto el horizonte en la novela. Hay algo que destaca sobre lo demás: un grabado que representa a un embajador francés, siendo recibido por un mandatario negro, parece que se refiere a un futuro en el que Haití es independiente de Francia. En las actuales circunstancias de Haití ¿se puede decir que tal cosa se ha conseguido?
Carpentier, conocedor de la Historia de ese pueblo tan castigado, escogió tres revueltas de esclavos entre el siglo XVIII y el CIX para llevar a cabo una obra que nos muestre la raíz de los problemas causados por la explotación de la aristocracia y la burguesía francesas. Héroe de los civilizados esclavos, sí, civilizados esclavos, contra los salvajes franceses, sí, salvajes franceses, es Mackandal, capaz de convertirse en cualquier ser vivo para mejor confundir y combatir a los colonos, que además enseña a los esclavos su pasado, les deja en su memoria aquello en lo que se reconocen y les sirve de fuente de conciencia conforme les insufla, les surte, de energías para el combate; la memoria histórica enseña, Mackandal enseña, y el resultado se proyecta. Y así encuentran alguna voz solidaria que les da a conocer la abolición de la esclavitud alimentando y produciendo una rebelión contra los tiranos franceses que no quieren acabar con ella en Haití. El repuesto de los monárquicos franceses es un negro, pero un negro que se proclama rey y esclaviza a la población nuevamente. A este le sucederán los agrimensores que hablan francés y eran protegidos por un ejército de “Mulatos Republicanos” que expulsan a los campesinos, negros, de sus tierras, y hacen, terminada la esclavitud, la nueva ley que obliga a trabajar, aristocracia entre dos aguas, esa casta cuarterona que ahora se apoderaba de las antiguas haciendas, de los privilegios y de las investiduras.
Nuestro personaje protagonista aprende la historia de su raza y conoce y experimenta las transformaciones real maravillosas en otros seres naturales, advirtiendo que Mackandal, el esclavo cimarrón que admiró y de quien tanto había aprendido “se había disfrazado de animal, durante años, para servir a los hombres, no para desertar del terreno de los hombres,…, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo”. Y entonces la naturaleza se rebelará acompañando la rebelión de los oprimidos, una vez más “El anciano (Ti Noel) lanzó su declaración de guerra a los nuevos amos”.
Todos los acontecimientos en la cronología histórica tienen su propia fecha, que Carpentier las expone coincidentes en el tiempo novelístico, así como emplea el número de los capítulos para establecer paralelismos entre ellos creando un orden interno de funcionamiento. En la creación simbólica emplea ideas provenientes de fiestas cristianas para el surgimiento o final de personajes y aconteceres, buscando en la simbolización la intemporalidad. Hay un aspecto que caracteriza una parte de la literatura latinoamericana en sus historias, lo que Alejo Carpentier denominó “real maravilloso”, que en ocasiones encontramos comentarios críticos equiparándolo al “realismo mágico”. Carpentier, en el prólogo que escribe a “El Reino de este Mundo”, hay ediciones que no incluyen el Prólogo, y también en un libro de entrevistas de Ramón Chao a Carpentier (“Conversaciones con Alejo Carpentier”, en Alianza Editorial) al conversar sobre “El Reino de este Mundo” lo define de la siguiente forma, expongo un resumen de sus palabras: “Los diccionarios nos dicen que lo maravilloso es lo que causa admiración por se extraordinario, excelente, admirable. Lo extraordinario no es bello ni hermoso por fuerza. No es bello ni feo; es más que nada asombroso, todo lo que se sale de las normas establecidas es maravilloso,… Perrault define lo maravilloso. Hablando de las hadas, nos dice que lo mismo pueden emitir diamantes por la boca cuando están de buen humor que arrojar reptiles, culebras, serpientes y sapos cuando se enfurecen;… Todo lo insólito es maravilloso. Ahora bien, yo hablo de lo real maravilloso al referirme a ciertos hechos ocurridos en America, a ciertas características del paisaje, a ciertos elementos que han nutrido mi obra. …lo que él (Franz Roth) llamaba realismo mágico era sencillamente una pintura donde se combinan formas reales de una manera no conforme a la realidad cotidiana. …(el) realismo mágico… es una imagen inverosímil, imposible… (ejemplo) la pintura de Chagall, donde se veían vacas volando…, burros sobre techos de las casas,… elementos de la realidad, pero llevados a una atmósfera de sueño, a una atmósfera onírica. --- (En) La pintura surrealista está todo premeditado y calculado para producir una sensación de singularidad, … ejemplo los relojes blandos de Dalí.
Lo real maravilloso que yo defiendo es el que encontramos en estado bruto, la tente, omnipresente, en todo latinoamericano. Aquí lo insólito es cotidiano, siempre lo fue”.
En “El Reino de este Mundo” nos encontramos con fuerzas de la naturaleza que anuncian y empujan la historia, al esclavo que se convierte en insecto, pájaro o cualquier otro animal para pasar desapercibido ante los esclavistas, se nos cuenta que en la construcción de los muros del castillo se mezclaba cemento con sangre de toro para hacerlos más fuertes,…, lo real maravilloso está, no es una creación artificial ni artificiosa. Con Alejo Carpentier el trabajo revolucionario en el arte fue internacionalismo revolucionario cubano con el lenguaje y el espíritu de Latinoamérica, que al escribir sobre Haití nos rescata la Historia robada al pueblo haitiano por los colonizadores franceses, y en nuestros días por los imperialistas de un lado y otro del atlántico.
Título: El Reino de este Mundo.
Autor: Alejo Carpentier.
Editorial: Seix Barral, Booket, Planeta.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)

miércoles, 9 de febrero de 2011

Reseña de “Traficantes de información” de Pascual Serrano


09-02-2011

Reseña de “Traficantes de información” de Pascual Serrano
La lógica del capitalismo ha convertido la noticia en una variante de la publicidad

Le Monde Diplomatique

“Traficantes de información”. Pascual Serrano, Foca, Akal, Madrid 2010.

Podrá parecernos más o menos acertada la idea liberal según la cual la libertad de prensa y el derecho a la información coincidirían en la pluralidad de medios privados, pero lo menos que se puede decir es que se trata de una idea anticuada. Periódicos, radios y televisiones podían defender en otro tiempo intereses políticos e ideológicos diferentes porque en cualquier caso sus propietarios seguían siendo, mientras miraban de reojo el balance contable, propietarios de periódicos, radios y televisiones. Para un lector avisado, era muy importante averiguar quién hablaba, pero era también relativamente fácil. Uno de los descubrimientos del último libro de Pascual Serrano es el de que, si sigue siendo difícil informarse bien de lo que ocurre en el mundo, hoy es mucho más difícil informarse bien de lo que ocurre en los bastidores económicos de los medios de comunicación. La lógica del capitalismo -concentración, promiscuidad, opacidad, expansión y beneficios- se ha adueñado de tal manera del campo de la información que la noticia, por no hablar de la objetividad o la verdad, se ha convertido en una variante de la publicidad. El resultado es la degradación radical del debate ideológico, del derecho a la información y de los derechos laborales de los periodistas.

Es por eso que Pascual Serrano no habla de “vendedores” sino de “traficantes” de información, un término que remite a las zonas más en sombra del capitalismo. ¿Quiénes son los dueños de nuestros medios? ¿Quiénes son estos traficantes? Un impresionante trabajo de investigación permite a uno de los más rigurosos y comprometidos periodistas de nuestro país trazar una guía o cartografía completa de nuestros mediatenientes, el árbol genealógico -con sus enlaces dinásticos- de los que deciden qué debemos leer y adónde debemos dirigir nuestra atención. Los medios no son ya realmente independientes, no menos que la casa Coca-Cola o la Shell. De lo que se trata es de lo que lo sean los lectores y los gobiernos. Traficantes de información es un libro imprescindible en ese camino.
rCR

A propósito de El sastre de Ulm. El comunismo del siglo XX: hechos y reflexiones


09-02-2011

A propósito de El sastre de Ulm. El comunismo del siglo XX: hechos y reflexiones
Un libro imprescindible para comunistas que aspiren a una narratividad crítica y documentada, ciudadanos y ciudadanas rebeldes y movimientos sociales no sumisos (I)



Si fuera responsable de formación, discusión o lectura de una organización que estuviera dispuesta a combatir, con tenacidad, sin desalentarse y en la medida de sus fuerzas, por debilitadas que estas estuvieran, contra las injusticias aléficas que nos rodean y generalizan aceleradamente, recomendaría sin vacilar la lectura –capítulo por semana, 22 en total, seis meses de excelente y sustantiva enseñanza- de uno de los mejores libros que yo he leído sobre lo que podríamos llamar, con alguna imprecisión, historia del comunismo resistente del siglo XX, italiano este caso aunque no sólo: El sastre de Ulm. El subtítulo: El comunismo del siglo XX: hechos y reflexiones: no afirma por afirmar: se describen situaciones de manera documentada y nunca trivial y se reflexiona sobre ellas. El prólogo de Manuel Monereo está a la altura del ensayo. No es cualquier cosa y no era tarea fácil.
Por si fuera necesario, que no lo es, me permito trazar una breve presentación del autor. Lucio Magri, como reza en la solapa interior del libro, es uno de los exponentes de mayor relieve de la izquierda crítica del PCI. Fue uno de los fundadores de Il manifesto, diario del que si no ando errado llegó a ser director (También, de 2000 a 2005, Magri dirigió la revista de Il Manifesto, el suplemento mensual del periódico). Expulsado del PCI en 1970, tras los 68 y la invasión de Praga, fue secretario general del Partido de la Unidad Proletaria (PDUP), desde 1976 a 1984, uno de los nada alocados partidos de la poblada izquierda comunista de la época. El giro impuesto al partido de Togliatti por el segundo Berlinguer, impulsó la convergencia de ambas organizaciones. Años más tarde, Magri se opuso a la transformación-disolución del Partido de Gramsci y tras la formación de Rifondazione comunista aceptó presidir su grupo parlamentario. Dimitió al constatar que la nueva formación carecía de auténtica voluntad para conseguir una verdadera refundación, la tarea de la hora.
La edición de Il sarto di Ulm tiene la siguiente estructura: Prólogo: Manuel Monereo. Introducción. Capítulo 1. La herencia . Cap. 2. Un acto fundacional, el giro de Salerno. . Cap. 3. Al borde de la tercera guerra mundial. . Cap. 4. Los comunistas y la nueva guerra fría. . Cap. 5. El shock del XX Congreso. . Cap 6. El PCI en la desestalinización. . Cap 7. El caso italiano. . Cap. 8. El centroizquierda. Cap. 9. El PCI frente al neocapitalismo . Cap. 10. El XI Congreso. . Cap. 11. El largo sesenta y ocho italiano. . Cap. 12. El PCI ante el sesenta y ocho. . Cap. 13. Hacia el final de la partida. . Cap. 14. El compromiso histórico como estrategia. Cap. 15. Del apogeo a la derrota. . Cap. 16. Lo que se cocía en la olla. En Italia. . Cap. 17. Lo que se cocía en la olla. En el mundo. . Cap. 18. Los fatales años ochenta. . Cap. 19. Natta, el conciliador. Cap. 20. Andropov, Gorbachov, Yeltsin. . Cap. 21. El fin del PCI. . El apéndice es un texto de 1987: “Una nueva identidad comunista”. Sus apartados: Desarrollo y naturaleza. Abundancia y pobreza, necesidades y consumos. La cuestión del trabajo. La impotencia de la soberanía popular. La forma partido. Tan actual como entonces, no es una exageración.
Todo lo que nos ha importado a lo largo de muchos años, casi todo lo que también nos sigue importando. Destaco ahora, por ejemplo, las páginas dedicadas por Magri al “segundo Berlinguer”, un sentido homenaje a un dirigente italiano que muchos escuchamos emocionados en 1977 en la plaza Monumental de Barcelona (pronto: ex plaza de toros). Unas quince mil personas, algunas más seguramente, oyéndole hablar en un italiano impecable en un silencio sepulcral. Liturgia comunista del más alto nivel y profundidad. Inolvidable.
Las razones para recomendar la lectura del libro del compañero Magri, y que intentaré explicar poco a poco a lo largo de las entregas, se agolpan. Cualquier enumeración peca por injusta. Dos entre mil doscientas posibles: hable de lo que hable, sea cual sea el tema objeto de su análisis, Magri siempre logra (“siempre” es siempre que diría Tarski) una mirada propia, un análisis no trillado. Magri camina por senderos no transitados, repensando con frutos una historia mil veces leída o escuchada pero no siempre bien explicada y comprendida. Sea el tema que sea: la URSS, el o los 68, Praga, Hungría, Berlinguer, el compromiso histórico, la desaparición del PCI, la extrema izquierda italiana, la guerra fría, el estalinismo, el papel histórico de Stalin, Togliatti, Andropov. Es igual, tanto da. Siempre, siempre, hay un punto de vista propio, informado, argumentado e interesante.
La segunda razón. El que es propiamente el último capítulo del libro –21: “El fin del PCI”- se inicia con las siguientes palabras: “Llego en condiciones pésimas. Ante todo, y sobre todo, porque tras un breve intervalo retomo la pluma en un momento en el que vivo un profundo drama personal. Ha desaparecido Mara, mi amadísima compañera: no es sólo un dolor sino una amputación de mí mismo que no cicatrizará, que vuelve opaca la inteligencia y débil la voluntad. Y justo en el lecho de muerte me ha impuesto la promesa de continuar mi vida, sin ella, al menos hasta que haya terminado el trabajo que había comenzado durante los años de sus sufrimientos. Y sé que si lo dejase en este momento ya no sería capaz de mantener la promesa”. ¿Han leído alguna vez palabras tan necesarias, emotivas y contenidas a un tiempo? ¿Habló alguien alguna vez, y generalizó urbi et orbe, de hombres de mármol, hierro o uranio? ¿Así fueron los y las comunistas? ¿Fue así en todos o en la mayoría los casos? ¿Esa es su historia, nuestra historia? Basta. Nos han intentado dormir con todos los cuentos, nos los sabemos todos.
Lucio Magri presentó hace un par de meses su libro en Barcelona. En la Facultad de Filosofía de la UB. La editorial responsable de la edición, Libros de El viejo topo, hizo todo lo posible y un poco más para dar a conocer el encuentro. En la mesa, Tono Lucchetti, Francisco Fernández Buey y Miguel Candel, y el compañero que traducía a Magri. Pocos ciudadanos, escasos estudiantes, menos filósofos, para un político-intelectual de su altura y unos acompañantes que recogen y simbolizan lo mejor de la filosofía política hispánica de las últimas décadas.
En el texto que tenía escrito para su presentación, a sus casi ochenta años de edad, Magri presentaba y reflexionaba sobre el siguiente problema, otro ejemplo de una inteligencia política que sólo puede producir reconocimiento y admiración:
He venido sobre todo, comentó Magri aquella tarde, “para plantearos un problema que considero muy importante, no sólo para vosotros sino para todos”. El siguiente: “Es indiscutible que, cuando empezó la guerra civil, los comunistas españoles eran una exigua minoría. Pero es igualmente indiscutible que en los años de la guerra los comunistas se multiplicaron, tanto entre la población como en las instituciones”. ¿Por qué? Podía deberse a varios motivos señaló: “la ayuda material de la Unión Soviética, la oleada de voluntarios que llegaban de otros países, el papel político que desempeñó Palmiro Togliatti y las cualidades organizativas de Luigi Longo”. No es fruto de ningún “nacionalismo italiano” su comentario, verdad de la buena.
También es indiscutible, proseguía Magri, que el PCE-PSUC, con la energía que le aportaba la generosa juventud comunista, “fue el único que, durante décadas y en la clandestinidad, se opuso al régimen franquista”. ¿Único? ¿Exagera un pelín Magri? No mucho, no mucho. Magri prosigue su relato: “Unas veces cometió errores (como el de un amago de lucha armada), otras obtuvo grandes éxitos (huelgas generales, creación de una sólida red sindical). Pero sus militantes demostraron en todo momento un extraordinario coraje individual, que muchas veces pagaron con sus vidas”. El amago de lucha armada hace referencia a la penetración por el Valle de Arán y no es seguro que fuera un disparate en aquellas circunstancias. Los actos desesperados pueden contener fuertes nudos de racionalidad.
Franco murió en 1975. Deberíamos otorgar gran atención a ese año, señaló el autor de El sastre de Ulm. En ese momento, esas fueron las palabras de Magri, “el régimen estaba dividido en conservadores moderados, influidos por el Opus Dei y partidarios de una suerte de democracia controlada, y fascistas ortodoxos. Casi simultáneamente se derrumbaban los regímenes semifascistas de Portugal (debido a la insurgencia de los oficiales del ejército orientados hacia la izquierda) y de Grecia”. Los principales partidos comunistas europeos intentaban liberarse de la obediencia debida a Breznev. En Francia, por ejemplo, recordó Magri, el acuerdo entre el PCF y el Partido Socialista estaba a punto de llevar a Miterrand a la presidencia con un programa transformador, no claudicante. En Italia, se había registrado hacía poco “una clamorosa afirmación electoral del PCI” que había superado el 35% de los votos y se había convertido en el partido italiano más votado. Además, todo el occidente capitalista se veía sometido a una grave crisis económica y en el seno de la socialdemocracia europea, según Magri, se desarrollaban discusiones no trilladas.
De este conjunto de hechos nacía una cuestión, señaló Magri, sobre la cual había leído y discutido mucho con muchos compañeros, sin lograr encontrar una respuesta adecuada. La cuestión: ¿cómo puede explicarse que el PCE, con su patrimonio histórico, en un momento histórico en el que la suerte aún no estaba echada, en las primeras elecciones legislativas más o menos democráticas tras la muerte del dictador, obtuviera sólo (Magri escribió: “un miserable”) el 10% de los votos, por no hablar, además, de las numerosas crisis que sufrió posteriormente? ¿Cómo se explica, añadía el autor italiano, “que en España, durante décadas, se hayan alternado en el poder ex facistas remozados o socialdemócratas que poco tenían de socialistas?” Socialdemócratas, desde luego, es un generosísimo término que Magri usa para una descripción rápida, no científica.
El problema no atañía sólo a los comunistas o a los ciudadanos españoles. Atañía a toda la izquierda europea, una izquierda que se había “puesto de rodillas ante la hegemonía de los Reagan, las Thatcher, los Blair, por no hablar del horrendo Berlusconi; atañe a esa izquierda que hoy, a pesar de la crisis económica y de civilización que doblega el planeta, sigue perdiendo fuerza e identidad cultural”.
Desde luego, finalizaba Magri, no era su intención “achacaros la responsabilidad de esta decadencia”. Él quería solamente entender “por qué la ocasión de realizar un verdadero cambio fue sofocada por la voluntad de censurar el pasado y convertir en mito la modernidad que homologa a todos”. En palabras que demuestran una inteligencia para la síntesis que está al alcance de pocos: ¿por qué la movida fue más llamativa que el desempleo?
No pedía una respuesta, solamente esperaba que su libro contribuya a estimular la reflexión. Tal vez un esbozo de respuesta, señaló, podía encontrarse en las palabras del mismísimo Franco cuando, sacando sus propias conclusiones, afirmó: “He construido una clase media fuerte”.
Aquí, en esta última afirmación no dice nada nuevo Magri. El sociólogo reaccionario Juan José Linz ya apuntó esa idea de diseño social hace décadas. En su libro, en su imprescindible ensayo, Lucio Magri, una inteligencia política como pocas, aventura otra conjeturas y reflexiones de mayor interés. No se las pierdan.
PS: Recuerdo el poema de Brecht, “El sastre de Ulm” (Historia de almanaque, Alianza, Madrid, traducción de Joaquín Rábago) que da título al libro:
-¡Obispo, puedo volar!-
le dijo el sastre al obispo.
-¡Fíjate, voy a probar!-
Y con algo como alas
el sastre subió al lugar
más alto de la catedral.
Pero el obispo no quiso mirar.
- Como el hombre no es un ave,
eso es pura falsedad -
dijo el obispo del sastre
- Nadie volará jamás.-
- El sastre ha muerto - la gente
al obispo fue a informar
Fue una locura. Sus alas
se tenían que desarmar.
Y ahora yace destrozado
sobre la plaza de la catedral.
- ¡Que repiquen las campanas!
Era pura falsedad
Como el hombre no es un ave
- dijo el obispo a la gente -
¡nunca el hombre volará! –
¡Volaremos de nuevo! “Fe, esperanza y caridad” laicas: Praxeología, esperanza y lucha (y solidaridad añadida). El programa de la hora.

viernes, 4 de febrero de 2011

Reseña de También la Lluvia


04-02-2011

Reseña de También la Lluvia
Las guerras populares que están al llegar


Traducción Carlos Valladares

Las generaciones vienen y van. Pero de alguna manera -levantándose sobre los hombros de gigantes- la humanidad avanza hacia algo mejor. Éste es al menos el mensaje de esperanza que sostiene Iciar Bollain en su nueva película También la lluvia. En mi opinión ella muestra cómo este lento camino hacia un mundo mejor a través de la lucha es una realidad.
También la lluvia cuenta la historia de un equipo de rodaje extranjero que va a rodar una película a Bolivia y que se encuentra de bruces con las revueltas contra la privatización del agua del año 2000. En principio parece una buena idea pero no parece que haya nada de excepcional en ello. A la fin y a la postre hay revueltas en muchos lugares de la misma manera que se encuentran por doquier equipos de rodaje filmando películas. Entra dentro de lo normal que algunas veces determinados eventos afecten la sensibilidad de aquellos extranjeros que se encuentran en situaciones de privilegio. No obstante el verdadera valor de esta película está en cómo se cuenta la historia.
Iciar Bollain, nacida en Madrid en 1967, tiene claro dónde está. Uno de los primeros fotogramas de la película se lo dedica a Howard Zinn. Y entendemos el por qué según nos adentra en la historia. A la vez se nota bastante la influencia de Ken Loach. Iciar Bollain fue actriz antes de dedicarse a escribir guiones y dirigir películas, y uno de sus papeles lo interpretó bajo la dirección de Ken Loach en Tierra y libertad (1995). También trabajó en la sensacional Sublet (1991) que dirigió Chus Gutiérrez. De hecho Gutiérrez y ella son amigas y estrechas colaboradoras.   Ambas son parte de una generación de directoras españolas de cine de extraordinario talento y con una actitud social crítica que no tiene parangón en ningún otro país.
En resumen: Ésta joven cineasta con conciencia social y política está en la vanguardia del nuevo cine español, quizás el más rico en cuanto a creatividad combativa y productividad.
Ésta es la historia. El equipo de filmación, bajo la dirección de Sebastián, interpretado por Gael García Bernal -conocido por su papel de Che Guevara tanto en Fidel (2002) dirigido por David Attwood como en Diarios de la motocicleta de Walter Salles, y por otras películas de éxito como The King (2005) de James Marsh- llega a la Cochabamba. Sebastián empieza entonces el casting para seleccionar a los figurantes de su película sobre el esclavizamiento de los indios de La Española en 1511. El guión cuenta el enfrentamiento entre los jefes militares de los conquistadores, y Bartolomé de Las Casas y Antonio de Montesinos en el momento en que los pueblos indígenas están siendo esclavizados y explotados. La manipulación, la tortura, las mutilaciones y las masacres son el destino que espera a estos indios.
Fue justo antes de la Navidad de 1511 cuando Montesinos, un fraile Dominico, dio un famoso sermón frente a las élites coloniales de La Española. La homilía fue un acto de valentía, a pesar de la autoridad que le daba el ser representante la Iglesia Católica. Montesinos dio una reprimenda a su respetable congregación “Yo soy la voz de Cristo que clama en el desierto... Esta voz dice que estáis en pecado mortal, que vivís y morís en pecado mortal, por vuestra crueldad y por la tiranía que ejercéis en vuestro trato con esta gente inocente. Decidme pués, ¿Con que derecho tenéis a estos indios en esta horrible y cruel servidumbre? ¿Bajo que autoridad habéis librado esta detestable guerra contra esta gente que vivía en paz en su propia tierra?”
Bartolomé de las Casas presenció este extraordinario acto de valor, que por otra parte no convenció a ninguno de los colonos que lo presenciaron. Entonces se alió con Montesinos en una lucha de por vida que tenía como moto hacer públicas las atrocidades cometidas por los conquistadores en “Nueva España” y combatir las emergentes teorías racistas que las justificaban.
De esta manera, con los actores, actuando en su película como actores de Sebastián, declamando las palabras originales de Las Casas y Montesinos, Iciar Bollain denuncia las prácticas genocidas que acompañaron a la conquista imperial de aquellas ricas tierras y al sometimiento de aquellas gentes. Su película dentro de una película nos arroja al pasado, a los orígenes de este perverso colonialismo contemporáneo, y las palabras que se pronuncian para invocarlo son las palabras literales de aquellos que lo vivieron. Allí, en aquella selva aún virgen, en las proximidades de un claro, al lado de un río tranquilo y plácido de cuyo fondo poco profundo los recién esclavizados indios –bajo la amenaza de palizas o amputaciones- recogían pepitas de oro para sus fuertemente armados amos españoles, empezamos a perder nuestra orientación histórica.
O quizás la ganamos, porque poco a poco nos vamos dando cuenta de las conexiones entre las experiencias de los indígenas durante los comienzos de la colonización imperialista occidental, y la dominación colonialista contemporánea y las actuales condiciones que sufren sus descendientes. Después de todo los figurantes que interpretan a los indios parecen aprehender inmediatamente el sentido de las palabras recitadas por los actores que interpretan los papeles de Las Casas y Montesinos, aunque no digan nada. Necesitan los dos dólares diarios que les paga la productora de la película. Esto es poco incluso en un país en donde el salario medio de un trabajador es de 70 dolares al mes, y donde la mayoría debe luchar para sobrevivir con mucho menos.
Resulta que la persona elegida -de entre los cientos que fueron a trabajar- para el papel de Hatuey, jefe de los Taínos -es un importante activista en el creciente movimiento contra la privatización del los recursos acuíferos. Este hombre, Daniel -interpretado por Juan Carlos Aduviri- llegará a ser un problema porque la represión del movimiento de protesta amenaza seriamente la finalización de la película.
Daniel rápidamente se convierte en una figura carismática de la revuelta y el director de la película y su productor, Costa -interpretado por el conocido actor Luis Tosar- se empiezan a preocupar seriamente ante el peligro que sufre su película cuando Daniel empieza a criticar elocuentemente a las autoridades, al gobierno Boliviano, a las corporaciones multinacionales y al Fondo Monetario Internacional. Ven a Daniel en la televisión liderando las manifestaciones contra las nuevas leyes que permiten a las grandes corporaciones el control del agua, leyes que incluso prohíben la recogida el agua de lluvia para uso personal, o que al menos imponen la obtención de una licencia para poder hacerlo. “-¿Qué va a ser lo siguiente?”, grita a la multitud, “-¿impedirnos el uso del sudor de nuestra frente, de las lágrimas de nuestros ojos, o de nuestros orines?”.
Los miedos del director Sebastián y del productor Costa se hacen realidad súbitamente al ser Daniel violentamente maltratado y arrestado. ¿Que vamos a hacer ahora? Lo necesitan para la escena crucial de la película, en la que él, en tanto que líder de los rebeldes taínos es colgado en la cruz junto a doce de sus seguidores, cada uno en representación de los discípulos de Cristo, antes de ser quemado en la hoguera en la mejor tradición inquisitorial. La única solución para Sebastián y Costa es la de sobornar al corrupto jefe de la policía militar. Daniel sale de la cárcel bajo custodia del productor, pero con el compromiso de que será arrestado de nuevo después de rodar la escena final, dejando así a Daniel listo para su segunda crucifixión, esta vez real.
En efecto la última escena casi no puede ser filmada al coincidir con la llegada de la policía y el arresto de Daniel. Pero, ¡mira por donde! la figuración india pasa al ataque, consigue tomar control del coche de policía, someten a las fuerzas del orden y rescatan a Daniel. En ese momento la insurrección en la Cochabamba ya se ha extendido por toda la ciudad, estando ahora todo el tráfico bloqueado y dándose paso a duros enfrentamientos en los que la población monta barricadas en torno a sus casas para luchar contra las fuerzas de un orden que para ellos no es más que un desorden hecho de pobreza, humillación y destrucción de vidas.
Y, como no podía ser de otra manera, el levantamiento popular fue un éxito. La gente de Bolivia mostró al mundo que la acción colectiva puede derrotar a los políticos corruptos y a los planes de “ajuste estructural” de los expertos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y a la crueldad de los carroñeros multinacionales del capitalismo.
Es razonable pensar que, al no haber sido este un evento real, puede que se nos esté contando un cuento de hadas. No este el caso. En todo su arte, y créanme cuando les digo que Iciar Bollain es igual a cualquier director de cine en lo que hace, la película capta todos los matices de las emociones que nacen de la participación en acontecimientos dramáticos. En todo momento, los espectadores se ven obligados a preguntarse cómo reaccionarían ante una situación similar.
Una de las ironías de esta historia es que los actores que interpretan a Las Casas y Montesinos, los héroes de la película de Sebastián, son los más insensibles y cobardes cuando se encuentran en medio de la revuelta y de la brutal represión que intenta sofocarla. El miembro más valiente del equipo resulta ser un actor relativamente mayor y algo cínico que interpreta el papel de cruel jefe de los conquistadores. Al final no tenemos la seguridad de hasta qué grado el privilegiado equipo de rodaje ha sabido comprender los vínculos entre privilegio, apropiación, pobreza y rebelión tanto en la actualidad como en el pasado.
Sería un error pensar que esta “guerra del agua” es una situación lejana y sin relación con otras situaciones padecidas por los países industrializados -¿o deberíamos decir países post-industrializados?-. En algunos de ellos, Estados Unidos, Australia, a través de Europa, y en otros continentes la excesiva extracción de agua subterránea y su contaminación química están preparando el terreno para una carestía generalizada. A esto hay que sumarle el proceso cada vez más generalizado de "fracturamiento hidráulico" debido a la sobre-extracción de gas natural en los estratos de pizarra, y es una indicación más de que la persecución de beneficios a corto plazo continúa anulando cualquier legítima inquietud sobre la gestión de los recursos naturales. En Australia, por ejemplo, los propietarios no tienen derecho a negarse a la extracción y explotación de los recursos de su subsuelo por parte de las grandes corporaciones, sin importar las consecuencias.
Aquí vemos cómo se puede utilizar la noción de “comunes” contra la colectividad. En estas condiciones las “guerras del agua” como la librada recientemente en Bolivia van a estallar por doquier en un futuro próximo.
En ultima instancia, se van a necesitar la misma clase de movimientos populares como el que triunfó en la Cochabamba en otros lugares del mundo. Por esta razón películas como También la lluvia son de vital importancia. Todo el mundo debe llegar a entender que lo que les pasó a los indios Taínos al principio del siglo XVI tiene una relación directa con los estragos actuales de nuestro tejido social y de nuestro medio ambiente.

Fuente: http://www.counterpunch.org/portis01212011.html

sábado, 29 de enero de 2011

Caín viendo llover en La Habana


29-01-2011

Caín viendo llover en La Habana

Página 12


Leyendo al pasar descubro que Cabrera Infante tuvo en 1971 un colapso emocional, trabajando de guionista en Los Angeles. Parece que su plan, cuando fundió biela, era insertarse en Hollywood y quedarse allá con su formidable compañera de toda la vida, la escultural Myriam Gómez. Por un instante pude verlos a ambos vestidos de fiesta, montados en un convertible que se perdía por una carretera paralela al mar, con el viento en la cara y el sol poniéndose en el horizonte, hasta que me acordé de que todo cocktail-party hollywoodense no sólo empieza sino que muchas veces termina cuando aún es de día, y al instante la imagen se me hizo humo entre los dedos: sin noche, no hay Cabrera Infante; cualquiera que haya leído Tres tristes tigres lo sabe. Es cierto que Cabrera (llamémoslo Caín, como le gustaba firmar a él) pertenecía mucho más al sol que al cielo encapotado londinense (lo decía él mismo, cuando alguien le elogiaba su vestuario y su porte impecablemente british: “Si me quito toda mi ropa inglesa, no se ve nada”). Es cierto que por sus venas corría celuloide líquido y nadie sabía más que él de la Fábrica de Sueños (y Myriam Gómez era mucho más Hollywood que Swinging London, aunque las minifaldas de Mary Quant le quedaban como si se las hubiesen inventado especialmente). Pero Los Angeles no era para Caín. Esa es la gran paradoja: que en un oscuro departamento de Londres pudiera convocar mejor la noche habanera que a la sombra tibia de las palmeras de Carmel.
Es cierto que la noche que visitaba Caín era la noche de su alma: la de su Ciudad Perdida. La vieja Habana Vieja se había perdido para entonces en la noche de los tiempos y Caín necesitaba un culpable, y ese culpable era Fidel. Pero no fue Fidel sino Hollywood el que lo quebró. Aquel colapso emocional desembocó en internación, y durante la internación lo sometieron a dieciocho sesiones de electroshock, que le quedaron grabadas para siempre. El miedo a volverse loco se posó como una sombra negra sobre el paisaje de su Ciudad Perdida, y Caín pasó a hablar más de la nube negra (su némesis, Fidel) que de su amada Ciudad Perdida. Los puristas dirán que lo que digo no es cierto, que Caín publicó en 1979 su última gran novela, La Habana para un infante difunto. Pero a mí nadie me quita la sospecha de que ese libro ya estaba escrito cuando le sobrevino el crack-up en Hollywood, y Caín se pasó los ocho años siguientes viviendo en esas páginas, simulando que las corregía, hasta que ya no quedó savia en esos papeles que justificara seguir postergando su publicación.
No por nada, cuando el libro apareció en inglés, traducido por él mismo, lo retituló Infante’s Inferno: ya no hay Habana sino Infierno, y el infante difunto está en él. Miren, si no, Mea Cuba, el ladrillo que reúne toda su “prosa política”, sus escritos anticastristas (empezando por aquel reportaje tristemente célebre que le hizo Tomás Eloy en Primera Plana, donde Caín anunció al mundo desde Londres que se ponía en la vereda de enfrente de la revolución). Todo ese libro habla de la nube negra; a duras penas se ve Cuba detrás. Siempre me ha llamado la atención que los disidentes soviéticos (desde Ajmatova y Pasternak hasta Vasili Grossman y Josef Brodsky) produjeran una literatura tan potente desde la disidencia y que a los disidentes castristas les pase exactamente lo contrario: pierden su potencia literaria cuando se hacen anticastristas, sean cubanos o extranjeros.
Quizás exagere, quizá generalice al pedo movido por la pena. Pero pocas cosas me han dado tanta tristeza en mi vida de lector como los libros de Caín posteriores a La Habana para un infante difunto. Pocos libros del boom amé tanto como Tres tristes tigres. Hasta la famosa declaración de Caín al respecto (“¿Del boom? Inclúyanme afuera”) me podía. Cuando los juegos de palabras están realmente vivos, cuando un tipo que es brillante verbalmente logra apresar verdadera sustancia en esos juegos de palabras, hace que en nuestro oído nos funcionen los cinco sentidos. Y difícil estar más adentro de un texto que cuando nos abarca de esa manera. Eso fue Caín para mí, y para muchísimos otros, sospecho, hasta que se lo comió la nube negra.
Cuando le preguntaban a Virgilio Piñera por qué no se iba de la isla, él contestaba: “Quién puede renunciar a su más querida costumbre”. Cuando se lo preguntaban a Lezama Lima, él decía: “El extranjero mata” (porque su padre murió en el único viaje que hizo al extranjero). Caín, en cambio, escribió: “Nada mata tanto a un escritor como dejar de escribir bien”. Era un dardo envenenado, en alusión a la frase de Jacques Vaché que Cortázar puso como epígrafe de Rayuela (“Nada mata tanto a un escritor como tener que representar a un país”) que le volvió como un boomerang y soltó su carga tóxica por partida doble: Caín murió por dejar de escribir bien, por tener que representar no a un país sino a un pedazo de país, o a algo peor: un odio.
Una sola vez logró volver a su Ciudad Perdida después de La Habana para un infante difunto. El libro se llama Vidas para leerlas. Hay que leer el título a la cubana (“Vida-pa-leélas”) para disfrutar más la alusión en clave habanera a las Vidas paralelas de Plutarco, el libro que en mi humilde opinión inventa toda la literatura (al menos la literatura que me gusta a mí). Cuando Plutarco supo que los griegos no veían en Heródoto al Padre de la Historia sino al Padre del Chisme, dijo: “Exclúyanme adentro”, que viene a ser lo mismo que terminó pasando con Caín y el boom. Plutarco, como sabemos, hablaba de nobles griegos y romanos como si los hubiera conocido. Lo mismo hace Caín en Vidas para leerlas: vuelve, por última vez antes de morir, a su Ciudad Perdida, con la excusa de hablar de los nobles que supo conocer allí. Difícil imaginar un libro más crepuscular: parafraseando otro título de Caín, es una larga, agónica vista del atardecer en el trópico. Luego vendrá la noche, y ya se sabe lo que pasa en las horas oscuras. El propio Caín nos lo dice: “¿Por qué uno siempre recibe las cartas con ilusión y en cambio teme el timbrazo del teléfono por la noche?”. Cada una de las semblanzas de Vidas para leerlas parece detonada por un timbrazo del teléfono en medio de la noche. En la frase más conmovedora del libro, Caín dice: “Detesto escribir necrológicas sobre mis amigos, pero es un poco como cerrarles los ojos”. Ni el propio Plutarco hubiera sabido decirlo mejor.