lunes, 24 de octubre de 2011

Ver como pdf 23-10-2011

Reseña de "La sociedad de la ignorancia"


La sociedad de la ignorancia. Gonçal Mayos, Antoni Brey ( eds.), Joan Campàs, Daniel Itinnerarity, Ferran Ruiz, Marina Subirats. Barcelona : Península, 2011, 217 páginas.

Este libro es un conjunto de ensayos , necesario por su actualidad : una análisis crítico de lo que se llama "La sociedad del conocimiento." El término en sí ya manifiesta su carácter claramente ideológico al idealizar los efectos de las tecnologías de la información imperante en el capitalismo globalizado. La voluntad crítica del libro es interesante pero voy a empezar planteando una reserva :
¿ porqué hablar de ignorancia en sentido negativo cuando nos referimos a lo que no sabemos ? ¿ No sería mejor volver al planteamiento socrático que plantea de la ignorancia es la base del conocimiento y su contrario lo que se presenta como saber sin serlo ? Este sería un hilo a seguir que sólo se hace parcialmente, aunque se apunta que el exceso de información satura asfixiándolo el deseo de conocimineto. Hay que volver a la distinción entre la sabiduria como algo práctico, el conocimiento como algo teórico y la información como una transmisión de datos. Pero una transmisión de datos basada en una determinada codificación que desde la filosofía hemos de cuestionar. No hay entonces ni sociedad del conocimiento ni tampoco del desconocimiento, hay una invasión de información delante de la cual podemos o no tener criterio. Esta es la cuestión. De todas maneras ya Gonçal Mayos, en su introducción y en el capitulo "Sociedad de la incultura ¿ cara oculta de la sociedad del conocimiento" ya apunta los peligros de la hegemonía de las T.I.C., tanto desde el punto de vista de la cultura como del de la política. Lo que ocurre es que aquí quizás sería más claro utilizar una noción más antropológica de cultura : no algo que se tiene o no se tiene, sino algo que siempre tenemos ( representaciones,valores, prácticas). Lo que se trata entonces es de saber que cultura perdemos y hacia cual vamos : aquí sí que, como Mayos señala, vale la pena recurrir a los análisis de los sociólogos Zygmunt Bauman o Richard Sennett cuando señalan que hacía una sociedad líquida, inconsistente, narcisista. Mayos analiza bien la ideología postmodernista que hay detrás de este proceso : lo efímero se impone, oligándonos tanto a aprender como a desaprender. Nada es sólido y hemos pasado del peligro d ela rigidez al de la fluidez. No se puede ser crítico sin tener criterio y éste no es posible delante del "todo vale", del relativismo que nos deja en poder de la manipulación de las modas. Ya ni siquiera hay transgresión porque esta se ha convertido en la norma, transformándose en banalización. También me parece fundamental los peligros para una sociedad democrática al perderse cada vez el espacio público y retirarse a la privacidad. Ya no quedan ciudadanos : solo quedan consumidores. Pan y circo, ciertamente, Gonçal pero junto a la televisión y a Internet no nos olvidemos del futbol, la nueva religión de masas. Parece cumplirse el sueño positivista de Comte, que no es otra cosa que una pesadilla : una sociedad teconológica dominada por supuestos expertos que cada vez dominan más nuestra vida ( la biopolítica). También son sugerentes las referencias a la desmaterialización del mundo sobre las que reflexionaba : un ahora sin aquí. Los dos artículos de Gonçal Mayos encuadran bien el análisis, aunque el algun momento pueden ser redundantes. Describe con soltura este escenario donde lo que se presenta como óptimo puede ser lo peor: la cara oculta de esta supuesta sociedad del conocimiento. Me ha gustado también las referencias literarias, sobre todo al Aleph de Jorge Luis Borges.
El resto de artículos me parece muy desigual. Empezaré por los que me parecen más prescindibles : los de Daniel Innerarity y Marina Subirats, que són justamente los autores que suenan más. El artículo del filósofo Innerarity me parece que combina una cierta pedanteria ( de referencias y citas, sobre todo en inglés) sin aportar nada nuevo. Del de la socóloga Marina Subirats salvaría la precisa descripción de esta nueva y nefasta élite que cada vez domina más el mundo académico. De los de Antoniuo Brey, Ferrán Ruiz y Joan Campàs si quiero comentarlos por el interés de lo que proponen, más allá de que esté o no de acuerdo con ellos.
El artículo de Ferran Ruiz me parece estimulante al mismo tiempo que me provoca rechazo : una sensación agridulce que para un texto es, sin duda, un valor. Por una parte tiene el valor de plantear en términos muy radicales la crítica al sistema educativo, sobre todo el de la educación secundaria. Me parece muy interesante que más allá de otros debates necesarios ( pública/privada; recursos humanos y materiales) se vaya al núcleo de la cuestión, empezando por el propio espacio físico donde se enseña ( que certeramente nos lleva al "Vigilar y castigar" de Michel Foucault). Pero me parece ianceptable el desprecio que manifiesta hacia el colectivo de profesores de secundaria : ¿ es que no se ha enterado de iniciativas como la Red IRES o el trabajo de muchísimos profesionales que en las peores condiciones están dando en centros de secundaria una enseñanza alternativa ? Claro que hay corporativismo y actitudes defensivas pero no solo esto y auqnue no sea un problema de recursos éstos también cuentan ( ¿ que se puede hacer en un aula con más de 30 alumnos totalmente diversos ?; como se pueden utilizar las T.I.C. O los medios audiovisuales sii no se disponen de los medios adecuados ?). De esta manera Ruiz se va deslizando hacia una retórica que me parece peligrosa : industria, empresa, gestión, clientes, productividad, evaluación). ¿ Es que cree que la manera de salir del impasse es transformando los centros educativos en empresas ? Y que conste que muchas de las críticas son correctas y me parece que entran a fondo en el tema pero me temo que si no contextualiza el sistema en el que estamos, y analizar la función de la educación en este sistema lo único que haremos es adapatar un sistema educativo caduco para adapatarlo a las necesidades del capitalismo contemporáneo.
Antonio Brey y Joan Campàs tienen el plus de haber analizado durante mucho tiempo y de forma crítica las T.I.C. Antonio Brey es ingeniero de telecomunicaciones que ya ha escrito sobre el tema ( La Generación fría y El fenómeno Wi-Fi). Me ha interesado especialmente el de Joan Campàs, un texto muy en la línea crítica de lo que publica, por ejemplo, la editorial virus con libros como La tercera piel o El lado oscuro de google.

viernes, 14 de octubre de 2011

14-10-2011
Reseña “El odio a Occidente”, de Jean Ziegler
Tan sencillo como la lucha de clases



Durante siglos Europa fue considerada la vanguardia del pensamiento cultural, del desarrollo de las instituciones y del progreso. Pero en la actualidad, según Jean Ziegler, el que fuera relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación entre los años 2001 y 2008, “la luz ya no viene de Europa”. Considera, al igual que Maurice Duverger, que vivimos “la decadencia de las naciones europeas”. “Dotadas de un modo de producción de un dinamismo y una fuerza creadora admirab les, pero sometidas a la voluntad de conquista de sus clases dirigentes y a su obsesión por el beneficio financiero inmediato, dejaron morir la Ilustración que les había dado vida”. Estas palabras las escribió en mayo de 1010 en el prefacio a la edición española del libro “El odio a Occidente”. En el año y medio que ha pasado desde entonces, todo lo sucedido en la economía y la política europea confirma esa visión. Del mismo modo que señalaron Carlos Fernández Liria y Luis Alegre en su polémico libro “Educación para la ciudadanía”, Ziegler denuncia que los Estados occidentales practican el “fascismo exterior”, que consiste en que “en el interior de su territorio, constituyen auténticas democracias. Pero los valores democráticos que forjan el fundamento de sus Constituciones se detienen en sus fronteras”. No solamente esto, podríamos añadir nosotros, es que los procesos de “democratización” que manu militari han iniciado en países como Afganistán, Iraq o Libia no han supuesto la más mínima mejoría de las condiciones sociales o políticas de los ciudadanos de esos países. Todo esto es lo que lleva a sembrar el odio a Occidente que da título a este libro. Ziegler repasa las causas de este odio mediante la exposición de los comportamientos de los gobiernos occidentales y sus líderes en los países empobrecidos. Como un Sarkozy que arenga a los africanos sobre la necesidad de que alcancen la soberanía alimentaria mientras Europa inunda el continente con pollos, frutas y legumbres que, gracias a las políticas del dumping agrícola a través de las subvenciones, cuestan tres veces menos que los producidos en África destruyendo así la economía de los países.
El odio hacia Occidente surge, señala Ziegler, porque los dirigentes del mundo euroatlántico pretenden imponer en toda la superficie del globo lo que ellos llaman “derechos humanos” y “democracia”, pero que solo son leyes económicas y modos de producción al gusto de los países poderosos. Este funcionario de la ONU nos aclara que, tras los sistemas esclavistas y coloniales, hemos llegado al “actual orden del capital globalizado, con sus mercenarios de la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, sus sociedades transcontinentales privadas y su ideología neoliberal, representa el último, y de lejos el más asesino, de los sistemas de opresión que se han dado en el curso de los cinco siglos pasados”. Si bien esta afirmación no es nada nueva, aunque sí lo sea procedente de un alto cargo de la ONU, existe otra afirmación de Ziegler que vale la pena destacar. Se trata de que la “multipolaridad del capitalismo financiero globalizado es una engañifa”. En mi opinión es importante esta advertencia para que ningún pueblo crea que una oligarquía financiera local pueda ser una alternativa a la extranjera. Afirma nuestro autor que “los pueblos del Sur odian a sus oligarquías locales de la misma manera, y por las mismas razones, que odian a Occidente. Por poderosas que sean, las oligarquías del Sur reproducen, en efecto, el sistema mundial de dominación y de explotación establecido por los occidentales”.
Por último, los testimonios privilegiados de Jean Ziegler sobre cuestiones de las Naciones Unidas nos asombrarán por la forma tan elocuente en que se muestra la soberbia de las grandes potencias o la impotencia para aplicar los principios de la ONU cuando chocan con los intereses de los poderosos. Cinismo, arrogancia, esquizofrenia, doble lenguaje, son algunas de las expresiones que el ex relator utiliza para explicarnos el papel de Occidente en la ONU.
La conclusión es inevitable, el comportamiento de Occidente sólo puede generar odio. El odio del oprimido contra el opresor, del explotado contra el explotador, del humillado contra el dominador, del pobre contra el rico. Es, sencillamente, la lucha de clases a nivel internacional, por si alguien pensaba que eso era una expresión del siglo pasado.
Ziegler, Jean. “El odio a Occidente”. Traducción de Jordi Terré. Península. 2010