domingo, 29 de mayo de 2011

Reseña de “El equipo de Choque de la CIA”


29-05-2011

Reseña de “El equipo de Choque de la CIA”
C.I.A. organización criminal, Agencia de Importación de Cocaína



Hernando Calvo Ospina, periodista y escritor colombiano, hoy residente en Francia, antes de llegar a este país era conocido por sus críticas en diferentes medios de prensa al gobierno colombiano. Esa fue la causa por la que un grupo de policía militar compuesto por ecuatorianos y colombianos le secuestró en 1985; pero debido a las manifestaciones exigiendo su libertad, a los pocos días el gobierno ecuatoriano de entonces declara que está en su poder y que le ingresa en la cárcel. Allí pasó tres meses, y las movilizaciones a su favor a nivel internacional arreciaron, consiguiendo que el gobierno lo soltase, y ante el problema que le estaba suponiendo lo expulsa de Ecuador a Perú el 28 de diciembre de ese año, 1985. Ahora bien, Alan García, entonces presidente de Perú, tampoco le quiere recibir puesto que el gobierno dictatorial de Colombia presiona, y otra vez Calvo Ospina se ve expulsado, y es entonces cuando el gobierno francés se ofrece para acogerle el 15 de marzo de 1986.Hernando Calvo Ospina, además de sus reportajes, entrevistas y artículos, tiene libros como “Don Pablo Escobar”, “Perú: los senderos posibles”, “¿Disidentes o Mercenarios?, “Bacardí: la guerra oculta del Ron Bacardí”, “Colombia, democracia y terrorismo de Estado”, y el último: “El equipo de Choque de la CIA”.
“El equipo de choque de la CIA” recoge una profunda investigación sobre cómo crearon sus ideólogos la denominada Agencia, y cuál ha sido, hasta prácticamente hoy, su proyección dentro y fuera de EEUU. Nombrar a la CIA como lo hace Calvo Ospina es hacer que nos fijemos en la principal mano que ejecuta planes terroristas en el mundo desde 1954, para eso fue creada y conducida por el gobierno imperial estadounidense. 1954 es el año de su primer golpe de Estado. Jacobo Arbenz, presidente elegido democráticamente pretendió poner en marcha una pequeña reforma agraria, señalando que “Los capitales extranjeros serán bienvenidos siempre que se adapten a las condiciones locales, se sometan a las leyes de Guatemala, participen en el desarrollo económico y se abstengan de toda intervención en la vida social y política”. El gobierno imperial , con su presidente Eisenhower a la cabeza no estaba dispuesto a dejar que una de sus presas diese ejemplo de afirmación, y Allen Welsh, jefe de la CIA declaró que Guatemala era “una cabeza de playa soviética en América”, y la campaña preparando el golpe de Estado empezó: 100.000 boletines distribuidos propalando falsedades sobre el gobierno, documentales del mismo cariz que se proyectaban gratuitamente en los cines del país, colecciones de fotografías trucadas que distribuyeron presentando cuerpos mutilados que se atribuían al gobierno, dinero distribuido a ciertos sectores sociales para que se manifestasen, artículos sin firma en la prensa que pagaba la CIA describiendo supuestas acciones gubernamentales como comunistas, el gobierno de Guatemala responde denunciando la preparación del golpe y pone al descubierto la implicación del dictador Somoza, de Nicaragua, de Trujillo, de República Dominicana y del gobierno estadounidense. El ataque del gobierno de EEUU no se hace esperar, saca una resolución en la Conferencia Interamericana acusando al gobierno de Guatemala de comunista. El 24 de mayo de 1954, los barcos estadounidenses bloquean por mar a Guatemala, y el 17 de junio la invaden cruzando la frontera de Honduras con una fuerza mercenaria. Las emisiones de radio de la CIA y los bombardeos aéreos hicieron el resto. El golpe lo da la CIA a través del coronel Castillo Armas, formado en escuelas militares estadounidenses después de haber intentado un golpe contra el presidente Arbenz en 1950. El golpe de Estado en Guatemala lo da el gobierno de EEUU seis años después de terminar la Segunda Guerra Mundial. El gran número de datos que aporta Hernando Calvo Ospina permite saber de principio a fin todo lo relacionado con cada una de las maniobras de éste equipo de golpistas, en cada una de sus atrocidades, de cada uno de sus jefes directos y de sus autores intelectuales. El mismo presidente Eisenhower reconoció públicamente que había derrocado al gobierno de Guatemala.
Después le llegaría el turno a América del Sur, al Centro y a Canadá, así como a Francia, a Italia, a Alemania y a España, donde se conocerá su intervención. No deberemos olvidar el libro “La CIA en España”.
Una de sus mayores aportaciones al mundo del crimen, pero también uno de sus mayores fracasos, fue en Vietnam, sin olvidar sus acciones en Laos y África, de la que Hernando Calvo Ospina nos muestra la intervención de ésta “organización criminal” en Angola y Congo. La CIA recibió el nombre de “Organización criminal” de parte de un jurado estadounidense tras un juicio en el que se tomó declaración a testigos como Ramsey Clark, ex fiscal general de EEUU, Daniel Ellsberg, aquél que entregó los papeles del Pentágono, Howard Zinn, el historiador, …, por la denuncia de Amy Carter, hija del expresidentes Carter, ante las actividades que desarrollaba la CIA dentro de la Universidad de Massachussets. Pueden leer toda la información al respecto en la entrevista al abogado defensor de los derechos civiles en EEUU Leonard Weinglass, recientemente fallecido, firmada por Miguel Álvarez para “La isla desconocida”, y reproducida en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=125250.
A esa su primera acción terrorista en Guatemala seguiría la operación que más ha durado en toda su historia involucionista, y que aún continúa, la operación contra Cuba, poniendo los teleobjetivos de sus mercenarios apuntando a Fidel Castro, a Che Guevara y a Raúl Castro, y así lo aprueba, otra vez más, Eissenhower el 17 de marzo de 1960 con la orientación de Nixon. En un documento confidencial que escribe Nixon para la Casa Blanca, la CIA y el Departamento de Estado, después de haberse entrevistado con Fidel Castro el 19 de abril de 1959 en su oficina del Capitolio, dice: “Mi apreciación personal sobre él, en tanto que hombre, está un poco mezclada. De lo único que podemos estar seguros es que posee esas cualidades indefinibles que lo hacen un líder. Cualquiera que sea nuestra opinión sobre él, debemos reconocer que será un factor importante en el desarrollo de Cuba, y, sin duda, en los asuntos de América Latina en general.” El proyecto para la invasión de la isla por Bahía de Cochinos es detallado con minuciosidad. La CIA lo llevaría adelante bajo la responsabilidad de Robert Kennedy y con la participación de la Mafia. Su fracaso fue estrepitoso. Y hablando de la invasión de Cuba es de justicia señalar que uno de los que intervinieron para impedirla fue Rodolfo Walsh, “…descubrió, meses antes, que los EEUU estaban entrenando exiliados cubanos en Guatemala para invadir Cuba por Playa Girón en abril de 1961. Walsh era en esa época el jefe de Servicios Especiales de Prensa Latina, en la oficina central de La Habana” y consiguió descifrar un cable secreto dirigido al gobierno de EEUU por el jefe de la CIA en Guatemala, en el informaba de los preparativos del desembarco, las entrecomilladas son palabras del escritor Gabriel García Márquez que termina diciendo: “Se revelaba, inclusive, el lugar donde empezaban a prepararse los reclutas: la hacienda Retalbuleu, un antiguo cafetal al norte de Guatemala.” (Artículo “Rodolfo Walsh, el hombre que se adelantó a la CIA”)
Hernando Calvo Ospina sigue los pasos de Nixon y nos lo muestra en las mejores relaciones con la familia Bush, dedicada al negocio del petróleo, y descubre a Nixon consiguiendo para Bush padre, que tiene como socios petroleros a otros pertenecientes a la CIA, su entrada en las altas esferas de la Agencia. Después vendría la crisis de los misiles y derivado de ello el acuerdo entre EEUU y la URRSS, que dejó fuera de las negociaciones entre las dos potencias asuntos tales como el bloqueo de Cuba y otros tipos de agresiones terroristas, además de la ocupación del territorio cubano como es la base de Guantánamo.
El asesinato de Kennedy descubría el poder creciente de la CIA en EEUU, que resolvía como organización terrorista sus diferencias organizativas. En próximos golpes la Agencia acabaría con la democracia en República Dominicana, y el presidente Johnson ordenaría su invasión; a continuación llevaría a cabo el asesinato de Lumumba, presidente de la República Democrática del Congo, además de dedicarse a financiar y entrenar a los mercenarios que alzaron al tirano Mobutu.
Uno de sus más grandes fracasos (no sólo el de la invasión de Cuba y el asesinato de sus dirigentes) fue el de Vietnam; la CIA, dedicada con todas sus energías dentro del ejército estadounidense, perdió la guerra. Sin embargo la “organización criminal” consiguió asesinar a Che Guevara en Bolivia. En Portugal intervino para darle la vuelta a la “revolución de los claveles”, pero en Angola la Agencia con sus mercenarios fue derrotada por el MPLA.
Hernando Calvo Ospina continúa exponiendo el caso de Chile y Allende, la “Operación Condor”, los asesinatos de exiliados en EEUU, el atentado contra Cubana de Aviación, los atentados contra las embajadas, contra el personal diplomático de Cuba, las acciones terroristas y la guerra que emprende contra el gobierno revolucionario de Nicaragua, el entrenamiento de la contra y actos terroristas, el envío de armas, el minado de puertos, el tráfico de drogas, con respecto a esto escribe Calvo Ospina que el ex funcionario del Departamento de Estado William Blum declaró que “durante los años de guerra antisandinista se decía que CIA significaba: “Cocaine Import Agency” (Agencia de Importación de Cocaína)
Los datos, documentados todos, que nos expone el autor llegan hasta el año 2009. Si se conocían algunos, si se sospechaban otros, Calvo Ospina en su libro nos entrega las pruebas sacándolas del último rincón. ¿Habrá algún tribunal internacional que ordene poner en el listado de terroristas a la “organización criminal”, “Agencia de Importación de Cocaína” y a su brazo político para que se les detenga y se les juzgue?, no es absurdo pensarlo, ya llegará el momento histórico.
Título: El equipo de choque de la CIA.
Autor: Hernando Calvo Ospina.
Editorial: El Viejo Topo.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria histórica. Posfacios, edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)

lunes, 9 de mayo de 2011

Las luces en la noche, la luz del amanecer


09-05-2011

Sobre A. Chéjov
Las luces en la noche, la luz del amanecer



Chéjov, (1860-1904), el gran escritor ruso revolucionó el género del cuento poniendo la estructura y el lenguaje al servicio de la manera de pensar de eso que hemos llamado modernidad, y revolucionó el teatro con tal profundidad que hizo cambiar el sistema clásico del drama. Chéjov, que vivió en una familia que tenía en su haber esclavos, desde muy joven puso todo su esfuerzo de escritor, primero para sobrevivir, pudiéndose decir hoy que, en los dos géneros, el cuento y el teatro, hay un antes y un después de Chéjov. Su obra cuentística se divide en dos etapas, la primera contiene cuentos humorísticos, hasta 1886, y la segunda, hasta el final de sus días, más concentrada en el mundo interior de los personajes, en lo que no se dice, avocada a lo que se ha dado en llamar finales abiertos, o la no resolución del problema que plantea, pues lo importante sobreviene al terminada la lectura. Sus cuentos se encuentran en Editorial Lumen, con prólogo de Richard Ford; en Editorial Alianza; en Editorial Alba. Su teatro puede leerse en Editorial Cátedra; en Editorial Alba; en Editorial Alianza;… De su obra cuentística son bien conocidos títulos como “La dama del perrito”, “Enemigos”, “Vecinos”, “Campesinos”, sería larguísimo nombrar todos sus cuentos magníficos; y su obra dramática tiene sin embargo pocos títulos, pero más que suficiente para haber hecho el cambio que hizo: “Ivanov”, con la que recogió el Premio Pushkin; “La gaviota”, (1896); “Tío Vania” (1899); “Tres hermanas” (1901); y, “El jardín de los cerezos” (1904). Además dejó novelas cortas como “La estepa”, y un libro sobre la isla-prisión de Sajalin que provocó una conmoción en la sociedad rusa de su tiempo, empujando al gobierno zarista a cambiar la legislación que se refería al trato a los presos y a mejorar sus condiciones de vida, su título es “La isla de Sajalin”, editado por Alba, que, también, acaba de sacar una biografía del gran autor titulada “Chéjov en vida. Una biografía en documentos”, su autor es Igor N.Sujij. Chéjov, que nunca fue indiferente a lo que le rodeaba, dimitió como miembro de la Academia Rusa cuando el zarismo expulsó de ella a Gorki, otro gran escritor revolucionario.
Ahora se edita en Alba Brevis, un cuento largo importantísimo en la obra de Chéjov, su título es “Luces”. Se publicó por primera vez en 1888, y en el se nos cuenta la relación entre dos personajes durante el tendido de la vía del tren a lo largo de la estepa rusa, una noche de discusión planteó la lucha entre pasado feudal y progreso. Las dos posturas, una proveniente de la aristocracia, que considera el mundo inamovible y sin interés, y la otra la defendida por la burguesía de aquel entonces, que ve en el conocimiento del mundo y en el adelanto industrial el progreso de la humanidad. A la conversación asiste un recién llegado, y fuera de la casa en la que están un estudiante aristócrata y un ingeniero, que sería el burgués, se encuentra el poblado donde habitan los obreros, al amanecer sabremos de ellos.
El cuento arranca con los ladridos de un perro a la oscuridad de la noche, simbólica, las luces del poblado de los obreros es lo único que anida en la noche que va a transcurrir; el perro, el estado más primitivo, manifiesta el miedo a lo desconocido, está a la puerta de la casa en la que los dos técnicos mencionados mantienen la conversación en presencia de un tercero, que había pasado el día en una feria y vuelve a la casa en la que se hospeda, pero se ha perdido. El perro ladra, y salen a la puerta para saber a qué ladra. Son conscientes de su miedo a la oscuridad, quizá, dicen sea el miedo a sus sueños, quizá sean fruto de su nerviosismo. Ninguno da importancia al miedo proveniente de aquel pasado ancestral, del estado tan primitivo, está olvidado. Tras resolver la escena el narrador, el mismo personaje que ha buscado refugio, define lo que hay en torno a la casa como “singular”, y declara que, debido a ello, la noche le llegó a parecer “sombría, desapacible y oscura”; éste personaje, que no sabe bien dónde se encuentra, manifiesta algo de lo que pasa al perro: lo que esta por saberse crea inquietud.
Va a ser el ingeniero Ananiev, uno de los dos habitantes de la casa, el que, ante los otros dos, manifieste admiración al contemplar la obra que llevan a cabo, la línea férrea en la estepa rusa, y hace futurismo calculando que en 100 años allí se levantarán fábricas y casas y, aún, piensa en las máquinas que se pondrán en marcha. El segundo habitante de la casa es un estudiante que cuando mira en medio de la noche el paisaje de pequeñas luces que brillan saliendo de las demás viviendas, le retrotraen a un tiempo mítico en el que las “tribus”, dice, esperan la mañana para pelear. Las visiones del ingeniero provienen del futuro, y las del estudiante del pasado más remoto. Hasta que se nos dice que el ingeniero, de edad avanzada, mostraba en el trato al ayudante cierta benevolencia, y le decía “jovencito”, y como esto distanciaba al otro. Para el ingeniero su puesto de trabajo era una conquista a contracorriente, un empleo fijo, y por tanto un seguro para la vida de su familia, y eso daba firmeza a sus opiniones. Entretanto, su acompañante, descendiente de la aristocracia, la condición social construye la conciencia de los individuos, se encuentra extraño en un mundo en el que debe abrirse camino, se siente extraño en un mundo en el que la garantía de vida de quien no nace como él esta en “un empleo fijo, un pedazo de pan asegurado y una opinión definida de las cosas”, se nos dirá. Y nuestro narrador, visitante casual, asiste al choque entre dos formas opuestas de vivir. El hijo de la aristocracia dice que todo eso que le parece una conquista al ingeniero “es una bobada…” El ingeniero sabe que para aquél joven aristócrata nada tiene valor porque él está donde está sin haber pasado por los grados inferiores, sabe que es por eso por lo que siente desprecio de todo, que es por eso por lo que se aferra a la idea de que nada cambia y que nada merece la pena; y le pregunta si le da lo mismo que se emprenda o no una guerra, si le da lo mismo que como consecuencia de la guerra mueran o no miles de personas, y ante la indiferencia del otro sigue: “Convenga conmigo en que esa lamentable forma de razonar imposibilita todo progreso, toda ciencia, todo arte y hasta todo pensamiento… seis años estuve bajo el yugo de esas ideas y le juro que no aumenté un ápice mi inteligencia. No enriquecí en una sola letra mi propio código moral. ¿No es una desgracia? Además, no contentos con emponzoñarnos a nosotros mismos, inoculamos el veneno en la vida de las personas que nos rodean”. Y, ante la respuesta despreciativa del otro, se propone contarle un caso concreto “… una novela con argumento y desenlace, ¡una lección magnífica!”, y expone su relación con una mujer y cómo, en el escaso tiempo que pasó junto a ella y sobre todo después, cambió su propio comportamiento al descubrir la profundidad de sus actos, las emociones que provocó, las respuestas que ella le dio ante la perspectiva nueva, el daño que él hizo y las opciones que se presentaron en la vida de los dos, añadiendo un drama en lo que a ella le correspondía. Pero el discurso venía de atrás y tenía planteadas sus preguntas: ¿estamos de acuerdo en que las sociedades cambian? ¿en que la introducción de valores nuevos mediante modificaciones sociales lleva a las personas a situaciones nuevas? De ahí que se nos cuente sobre la mujer su intento de liberación empezando por escapar de los lugares en los que se encuentran retenidas, marchándose con quien les parece que les oferta una posibilidad ideal para su libertad, aunque sea un porvenir incierto. Chéjov siempre interesado por la situación de la mujer, siempre discutiendo el machismo. Pero el ingeniero, que cuenta su relación con la mujer se enfrenta a si mismo y se revuelve contra su comportamiento: “Resultaba que yo, el gran pensador, no había asimilado la técnica del pensamiento… Por primera vez en mi vida traté de pensar con aplicación y tesón,… Un hombre cuyo cerebro no trabaja siempre, sino solo en momentos de tensión, suele verse acosado por la idea de la locura. … Comprendí que mis ideas no valían un céntimo,… que ni siquiera tenía idea de lo que era pensar con seriedad,… de que no tenía convicciones,… toda mi riqueza intelectual y moral consistía en fragmentos, recuerdos inútiles, ideas ajenas; mis procesos mentales eran tan poco sofisticados, elementales y primitivos como los de un yakutio,… estaba atado de pies y manos por cuentos de niñeras y por una moral convencional. Comprendí que no era un pensador, ni un filósofo, sino un simple diletante. …ese diletantismo… ha conseguido inculcar en la masa una nueva actitud… respecto a las ideas nuevas. No empecé a pensar normalmente hasta que me dediqué a aprender el alfabeto, hasta que la conciencia me llevó de vuelta a…” y se refiere a la mujer a quien había ofendido.
Fuera de la casa el perro vuelve a ladrar, se anuncia el amanecer, pero ahora ladra a unos desconocidos, los desconocidos son “los obreros que se vislumbran en la bruma matinal”. El ingeniero, el aristócrata y el visitante salen a la puerta para ponerse junto al perro. El que ha buscado refugio en la casa, nuestro narrador, viendo llegar a los obreros piensa: “No hay modo de entender nada en este mundo”, y en el párrafo siguiente , con lo discutido y con la visión de “la llanura, el cielo inmenso, el oscuro robledal, y el nebuloso horizonte que parecía decirme: ¡Sí, no hay modo de comprender nada de este mundo”, como vemos hace una afirmación antes que la negación, y a esta sigue otra que es una fórmula literaria de carácter simbólico con la que Chéjov ha querido terminar: “Empezaba a despuntar el sol…”, y lo indica, como vemos, de la manera más sencilla, como algo que resulta de la noche, de la reflexión de las tortuosidades, se ve más allá. Chéjov nos deja ante el saber futuro de la experiencia pasada, para lo cual el narrador nos había situado: “Se habían dicho muchas cosas en la noche, pero no me llevaba conmigo ni una sola respuesta”. Queriéndonos decir que la respuesta la tiene que dar uno mismo, y que la respuesta a cada asunto dirá de nosotros en qué acción y en qué pensamiento nos encontramos, en la transformación o en la reversión.
Hace más de cien años que Chéjov escribió “Luces”, y la esencia nos reclama para pensar más allá del perro, del aristócrata y del pequeño burgués. Sólo el título, con las luces de las casas de los obreros, apareciendo estos con la luz del amanecer, es un gran anuncio.
Título: Luces.
Autor: Antón Chéjov.
Traductor: Víctor Gallego.
Editorial: Alba Brevis.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas para la Memoria Histórica, edita Fundación Domingo Malagón y Asociación foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@yahoo.es)

domingo, 8 de mayo de 2011

Sobre Consideraciones de un apolítico de Thomas Mann

08-05-2011
Reacción como Progreso
Sobre Consideraciones de un apolítico de Thomas Mann



“Todo Conservadurismo es apolítico, no cree en la Política,
Cosa que sólo hace el progresista.
Sólo hay un tipo genuino de político:
Y lo es el Revolucionario occidental”
 (Thomas Mann, Consideraciones de un apolítico, 1917)
Las famosas y ya legendarias Betrachtungen eines Unpolitischen del intérprete-ideólogo Thomas Mann están de nuevo al alcance del lector español. Gracias a una oportuna y meritoria re-edición crítica, revisada y ampliada, de la exquisita editorial madrileña Capitán Swing. Además se incluye en la nueva edición un estudio preliminar de Fernando Bayón y un epílogo ineludible del filósofo marxista Gyorgï Lukács. Debemos advertir que no se trata de un libro más de ensayos académicos ni de ejercicios de memoria de un bon vivant. En absoluto. “He calificado a este trabajo de ‘bosquejo para el día y la hora’”, confiesa con humildad el propio Mann. ¿Efusión patriótica, memorandum de la Germanidad, variaciones teutónicas sobre un tema, especie de diario filosófico, genial inventario de un inteligente conservador reaccionario? Es todo ello y mucho más: las Betrachtungen… son un manifiesto todavía vivo, aún polémico e irritante de un Gedanken im Kriege, un pensamiento airado, sitiado y en guerra, notas apresuradas y enérgicas de un alemán defendiendo con pasión la beligerancia justa del IIº Reich guillermino contra los aliados durante la Primera Guerra Mundial. Plagado de un orgulloso soldatischer Geist, espíritu soldadesco, tal como él mismo solía definir su novela Una muerte en Venecia, las Betrachtungen… fueron escritas bajo urgencia febril y extrema, tanta que Mann prefirió suspender la escritura de su famosa Der Zauberberg, La Montaña Mágica, “relegué mis planes más queridos…”, para dedicarse por entero a esta obra ensayística única a partir de noviembre de 1915. Los primeros capítulos, el inicial: “Der Protest” (La Protesta) y el segundo: “Das unliterarische Land” (Una tierra no-literaria) los tenía listos a fin de ese año, y el paradigmático capítulo III, “Der Zivilisationsliterat”, que es un libro en sí mismo, lo concluyó a inicios de 1916. El resto fue sumándose a medida que Mann sufría y racionalizaba el sino en la guerra, ya no europea sino mundial, de Alemania y Austria, que concluiría con revueltas populares y la instalación de repúblicas y soviets sobre los restos putrefactos del Ancien Regime. La ocasión es la intervención político-filosófica y el combate mortal contra la figura de la mediación burguesa, el patético Zivilisationsliterat, el Literato de la Civilización, el nuevo hombre gótico, que es encarnado en la polémica tanto por Émile Zola como por Romain Rolland, que representan no solo a la misma Entente enfrentada a los Imperios Centrales, sino a la misma decadencia europea y los valores democráticos populares de la Ilustración, que colonizaron todo Occidente. El pleonasmo Zivilisationsliterat indica su marca de descendencia de los odiados philosophes de la Ilustración radical, su tierra por nacimiento o elección es la subversiva Francia y su palabras de orden son Humanidad-Libertad-Razón. Rolland precisamente había escrito un libro anti-bélico en 1915 titulado Au-dessus de la mêlée, muy estudiado por Mann y debatido incluso por Gramsci. Rolland como figura de la decádence, al fin, que se opone, sin posibilidad de cancelación ni síntesis, a la mística esencia alemana, milenariamente metafísica-conservadora, heroica e impolítica, bajo la figura del Esteta: “Lo que indigna es la aparición del satisfait intelectual, quien ha sistematizado para sí el Mundo bajo el signo de la idea democrática, y que ahora vive como ergotista, como poseedor de la Razón.”. Estos dualismos inconciliables ya se encontraban esbozados, aunque en otro tono, en su ensayo Gedanken… de 1914, pero ahora son sistematizados, extendidos, inflacionados y urbanizados sobre la topología bélica que azota Europa. Similares oposiciones extremas, “opciones excluyentes”, dite nietzschéannes, dominarán los nueve capítulos restantes: entre discursividad y música (IV, “Einkehr”), entre política y mentalidad burguesa (V, “Bürgerlichkeit”), entre moralidad popular y virtud (VI, “Von der Tugend”), entre humanidad y vida (VII, “Einiges über Menschlichkeit”), entre fe y libertad (VIII, “Vom Glauben”), entre estética y política (IX, “Ästhetizistische Politik”), entre tolerancia intelectual y radicalismo (X, “Ironie und Radikalismus”). Es un eco tardío y una reactivación de las rígidas dicotomías que atraviesan toda la Kulturkritik de Nietzsche, en realidad del joven Nietzsche como subraya una y otra vez Mann (“…y que se me perdone que por todas partes veo a Nietzsche…”), entre Instinto de ascenso y la masa-rebaño, entre Naturaleza e Intelecto, entre Kultur y Zivilisation, es decir: entre su héroe Aschenbach (de la novela Der Tod in Venedig) y el Literato burgués à la Rousseau que quedará inmortalmente plasmado en su progresista y masón Settembrini de La Montaña Mágica. El Zivilisationsliterat es una confusión en sí mismo: “confundir Moral y Humanitarismo es un error digno del Literato de la Civilización. Creer que cuando no hay guerra, hay paz, es una puerilidad que no sólo es peculiar del pacifismo…”, incluso Mann juega literariamente a describir su patética fisonomía: “es algún joven literato y colaborador periodístico de lentes de Carey y picado de Viruela.” Como político, el hombre gótico, el homo Rousseau burgués, es insalvable: “No importa que diga ‘fe’ o ‘libertad’, el político es abominable.” La política de este hombre gótico es antialemana porque es un producto latino, celto-románico, finalmente francés y germanófobo, retóricamente revolucionario y su intento de trasplante a Alemania forma parte de los intentos por “democratizarla” que vienen del Occidente capitalista. El topos antilatino hace que Mann entienda la guerra contra Alemania como el intento de una nueva Roma expansionsita por volver a conquistar el Este del Rin. La eventual victoria de Alemania será no sólo la derrota de la alianza coyuntural en torno a Francia, sino de todas las ideas del siglo dieciocho, de las ideas de la Modernidad en cuanto tales.
Y esta intelectualidad-clase erudita tiene su estandarte peculiar: el Espíritu bajo la máscara del Humanitarismo político, que no es otra cosa que “el espíritu de época, el espíritu de lo nuevo, el espíritu de la democracia, para el cual trabaja la mayoría”. ¿Y cual es el mundo del Espíritu?: “Es el de la Política, el de la Democracia”. Esprit es sinónimo para Mann de revolución, de acto jacobino. El intelectual moderno alemán (o ideológicamente afín a la Germanidad) no tiene muchas alternativas frente al dominio del nuevo pathos burgués: “El Intelectual tiene la opción (en la medida en que la tiene) entre ser irónico o ser radical; decentemente hablando, no hay una tercera posibilidad.”
El tratado de Mann tiene un plus adicional para el lector atento, una filosa lectura paralela tan valiosa como el objeto principal de su polémica, se trata de su apropiación e interpretación de Nietzsche. A contracorriente con el culto a Nietzsche de su propia época, el Nietzscheanismus, Mann se posiciona contra las lecturas digeribles y demasiado fáciles de Nietzsche: “Yo debía despreciar el Nietzscheanismo renacentista-esteticista de mi alrededor, que me parecía una secuela puerilmente equívoca de Nietzsche.” Y el Nietzscheanismo tiene dos errores de peso en su hermeneútica: 1) sus interpretes-guías lo leen mal y de manera esquemática; 2) se ha construido un corpus sobre textos del peor período intelectual y emocional de Nietzsche. Mann encuentra que la mayoría de lectores e interpretes lo han desfigurado, no detectaban (no podían) el elemento de ironía romántica que había en su ethos, el ético Nietzsche había sido asimilado sin más al Olimpo burgués. Pero no sólo rechaza el catecismo (“A Nietzsche… lo cultivaban mecánicamente”), sino incluso el etapismo oficial y el canon textual santificado por los nietzscheanos: para Mann el mejor y auténtico Nietzsche (antirrevolucionario pero conservador-revolucionario, antiradical, pletórico de germanidad) se reduce al joven y al de su etapa media (1869-1879), y no tiene problemas en calificar al Nietzsche consagrado por el Nietzscheanismus y la academia, como un espantapájaros inmoralista y esteticista, un provocador decadente. Precisamente el Zivilisationsliterat se ha “apoderado mucho más, espiritual aunque no objetivamente, del Nietzsche tardío, convertido en grotesco y fanático, que del más joven…”. Todo lo contrario, subraya Mann: “el Nietzsche que realmente valía… era el que seguía estando próximo, o siempre lo había estado, a Wagner y Schopenhauer.” El pathos de las consideraciones apolíticas no son exclusivamente nietzscheanas: Mann abreva generosamente en Goethe, Dostoievsky y Flaubert, en Schopenhauer, en el Kanzler Bismarck, en el tenebroso Paul Lagarde, en el innombrable Houston Stewart Chamberlain, por supuesto en Richard Wagner, en Hyppolite Taine, en Stefan George, en incluso Maurice Barrès y Georges Sorel... El recorrido intelectual al que nos somete no puede dejar de ser fascinante y provocador.
Mann es en esto anticipador y clarividente: la cuestión de los intelectuales desemboca naturalmente en la cuestión del poder y el estado. No por nada las Betrachtungen… son, junto con los libros de Julien Benda, Hugo Ball, Karl Mannheim y Paul Nizan, las cotas más altas de la discusión sobre la cuestión del intelectual y la política en la primera mitad del siglo XX. Sabemos que Mann evolucionó paradójicamente hacia convertirse después de 1945 en un modelo y paradigma del Zivilisationsliterat. También que Mann fue testigo privilegiado de cómo finalmente el problema del intelectual orgánico de la auténtica esencia alemana tuvo una solución práctica, tormentosa y dramática, y que con seguridad agradeció al destino la posibilidad de no transformar la Reacción en Progreso… Pero las reflexiones mannianas, más allá de estar situadas en un pesimismo coyuntural, tienen el enorme mérito de ser el primer diagnóstico pesimista sobre la función de los intelectuales, de sus relaciones con la alta y baja política, de su rol esencial en el estado ampliado burgués. Y por eso mantienen toda su actualidad de seguir siendo la talentosa acta de fundación del Modernismo reaccionario: “No creo en la fórmula del hormiguero humano, en la colmena humana, no creo en la république démocratique, sociale et universelle, no creo que la Humanidad esté destinada a la ‘dicha’ y ni siquiera que desee la felicida