miércoles, 30 de diciembre de 2009

Apuntes sobre Brecht y dialéctica

Gene Ray
Chto delat

En el teatro y en las formas de escritura que practicó, Brecht intentó retratar de diversos modos «la enorme presión de la miseria, que fuerza a los explotados a pensar.» Descubriendo las causas de su miseria, se descubren a sí mismos, como seres humanos modificados, en modificación y modificables. Viendo el mundo abierto al tiempo y a la historia de este modo, Brecht estaba convencido de que inspiraba a los explotados a luchar por sí mismos y luchar en contra del capitalismo. Cualquier arte que muestre este proceso se convierte en un arma para la lucha de clases. Brecht teorizó sobre este tipo de arte comprometido, al que dio diferentes nombres a lo largo de su trayectoria. “Realismo” y “dialéctica” probablemente sean los términos más a tener en cuenta. La precisa, aunque flexible, forma en que desarrolló estos términos puede resultarnos de ayuda para quienes tratamos de desarrollar una práctica artística política efectiva hoy.
Realismo dialéctico
En el debate con Lukács a finales de los 30, Brecht trató de defender su trabajo contra la acusación de “formalismo” y hacerlo a la vez caber dentro de los conceptos oficiales y sancionados por el Komintern de “realismo”. En algunos ensayos escritos para Das Wort, la revista con sede en Moscú, pero no publicados en la época en que tuvieron lugar estos debates, intentó ampliar la noción de realismo en arreglo a criterios muy razonables. Rechazó -demolió, de hecho- los intentos simplistas de separar la forma artística de su contenido en elementos totalmente opuestos. Para Brecht se trataba ésta de una tendencia peligrosa que nos distraía del verdadero problema crucial. Cada obra de arte, cada innovación o experimento artístico, lleva a la forma y a su contenido a una especie de relación –en una palabra, a una dialéctica. Lo que los críticos necesitan preguntarse es lo siguiente: ¿existe una forma particular de dialéctica de forma y contenido que revele el “nexo causal” concreto al público, para que así sea capaz de luchar colectivamente y de colectivamente cambiar el mundo? Esta pregunta sólo puede responderse observando el mundo mismo. La respuesta no puede encontrarse, insistió una y otra vez Brecht, en modelos pasados impuestos de una vez para siempre o en reglas abstractas establecidas antaño y hogaño.
La interpretación de Brecht del modernismo, teorizada en ensayos sobre el teatro épico desde 1930, se desarrolló a partir de las posibilidades que vio en romper las relaciones estáticas entre forma y contenido que la tradición había tornado convencionales. Contra la mezcla wagneriana de forma y contenido en un potaje estético intoxicante, experimentado como una unidad sobrecogedora, Brecht reclamó una “separación radical de los elementos”: música, texto, canciones e interpretación, así como elementos añadidos como películas y piezas de radio, habían de diferenciarse nítidamente y utilizarse con el fin de tomar una posición crítica y una actitud vis-à-vis con el argumento. Cada elemento formal, en otras palabras, establece una dialéctica con la acción que se desarrolla, con el contenido. El efecto total de estos momentos dialécticos o episodios estaba, para Brecht, comprendido en la naturaleza mutable de la realidad, que estimulaba y empoderaba las facultades críticas de los espectadores. Radicalizado en un contexto de lucha partidaria en Alemania, esta estrategia condujo directamente a las Lehrstücke o piezas de aprendizaje. [1]
Puesto que hay varias maneras de descubrir este desarrollo social, algunas establecidas y otras aún por ser descubiertas y desarrolladas, es importante animar a los artistas a explorar todos los medios disponibles para buscar combinaciones efectivas de forma y contenido. «El tiempo fluye, si no lo hiciese sería una mala señal para quienes no se sientan en mesas doradas. Los métodos se agotan, los estímulos fallan. Aparecen nuevos problemas que exigen nuevas soluciones. La realidad cambia; para representarla, el modo de representación también debe cambiar. Nada viene de la nada; los nuevo sale de lo viejo, pero eso es sólo lo que lo hace nuevo.»
Defendiendo estos experimentos en los ensayos para Das Wort, Brecht defendió una comprensión más amplia del realismo que la presentada por Lukács: «No debemos abstraer el único realismo posible de ciertas obras existentes, sino usar todos los medios, viejos y nuevos, los intentados y los por intentar, los derivados del arte y los derivados de otras fuentes, para poner la realidad en manos de la gente de modo tal manera que la puedan controlar.»
Representando al enemigo
En la noción de realismo de Brecht, cualquier estrategia artística es efectiva si expone la totalidad social como un nexo causal de relaciones y un producto de la historia que puede modificarse. Por escribirlo de otro modo: el arte de Brecht siempre buscaba una representación dialéctica de la sociedad capitalista y sus procesos de explotación y dominación. La dialéctica, tal y como utilizo el término aquí, significa un modo de captar cómo el tiempo y los hechos se desarrollan continuamente a través de la vida social, transformando o potencialmente transformando desde dentro todo lo que tiende a ser malinterpretado como fijo, eterno e inmutable. Una representación dialéctica de la realidad social es una que de-reifica y desnaturaliza las relaciones humanas. En último lugar muestra la humanidad como existencia abierta, producida en y por la historia, más que una naturaleza invariable impuesta por el destino.
Desde este punto de vista, sería instructivo entender la obra de Brecht también dialécticamente, es decir, como una secuencia de representaciones dialécticas producidas en momentos concretos en un contexto social en desarrollo. Esto es, cada una de sus piezas teatrales, poemas, fragmentos textuales y colaboraciones multimedia con Weigel, Hauptmann, Steffin, Weill, Eisler, Laughton y otros puede verse como una intervención o intento por establecer una dialéctica en la red causal, el campo de fuerzas social, tal y como Brecht lo percibía en momentos y lugares concretos: Alemania durante las luchas partidarias, cuando una vía revolucionaria al comunismo era aún un proyecto acariciado en todo el mundo y los juicios de la URRS de Stalin no podían despacharse fácilmente; las diversas estaciones del exilio después de 1933, cuando la toma de poder de los nazis privó a Brecht de un acceso directo a un dispositivo y público teatral; Europa después de 1939, cuando la guerra hizo del apoyo para una alianza contra los estados fascistas una prioridad urgente; California desde 1941 hasta el fin de la guerra, cuando las revelaciones de Auschwitz y las noticias sobre Hiroshima impelieron a todo el mundo a reexaminar el fascismo y la modernidad capitalista; Berlín este tras su regreso en 1948, mientras trataba de mantener abierto un espacio para el realismo experimental bajo las presiones de la Guerra Fría y el régimen estalinista.
Contemplar la producción de Brecht así nos ayuda a ver que cualquier práctica contemporánea inspirada en Brecht tendría que ser algo más que una mera aplicación de sus categorías y posiciones estéticas. Tendría que establecer, para empezar, las características básicas de un contexto contemporáneo con el fin de clarificar las condiciones que hagan posible una representación dialéctica y una intervención práctica efectiva posible.
También se amplía así la polémica de Adorno contra Brecht en su ensayo de 1962 titulado “Compromiso”. A parte de sus obviamente diferentes posiciones con respecto a la autonomía artística, las críticas concretas contra Brecht tienen aquí sobre todo que ver con la efectividad de las representaciones dialécticas del fascismo y del nazismo. La evitable ascensión de Arturo Ui y otras piezas antifascistas de finales de los 30 y comienzos de los 40 emplean el humor para debilitar el aura de invencibilidad de la maquinaria de guerra nazi. Escribiéndolo poco después de que la teoría crítica comenzase a exponer todo lo que Auschwitz significaba, Adorno condenó la estrategia de Brecht como una peligrosa trivialización del poder fascista. Para Adorno, el problema se había convertido no sólo en retratar las relaciones y procesos capitalitas del modo más apropiado, sino en cómo representar el desastre completo de la modernidad capitalista. En ese punto, la crítica de Adorno acaso toca nervio. Pero en lo que se refiere a Brecht, la crítica va demasiado lejos y yerra su objetivo, especialmente teniendo en cuenta que, en primer lugar, estas piezas estaban concebidas como armas de lucha en momentos concretos más que como representaciones definitivas y, en segundo, que Brecht, reconociendo las limitaciones de éstas, decidió no representarlas después de la guerra.
¿Por qué dialéctica?
Probablemente sea innecesario plantear esta cuestión a los lectores habituales de Chto delat. Pero teniendo en cuenta el persistente rechazo de la dialéctica inspirado por Deleuze que existe en la teoría del arte actual, no será una pérdida de tiempo revisar rápidamente el caso para mantener el arma de la dialéctica a punto, tal y como se presentó más arriba. Las relaciones capitalistas imponen una división fundamental del trabajo en la actividad y en los procesos productivos, entre aquellos que controlan y dirigen la producción y entre quienes la realizan mediante el trabajo asalariado. Haciendo posible para aquellos que controlan la producción extraer plusvalía de quienes tienen que realizarla, esta división se convierte en una herida que separa la realidad social en dos campos enfrentados. Mediada, institucionalizada y reforzada por el poder estatal y la violencia, se extiende a todos los ámbitos de lo que es hoy una sociedad de clases mundial, saturando la vida cotidiana de alienación. La dialéctica es el modo de pensamiento que extrae y rastrea los efectos de esta división social. No es simplemente una herramienta intelectual de la caja de herramientas que se utiliza cuando a uno le viene en gana. La dialéctica, como método de exposición, se impone como una urgencia necesaria, en la medida en que buscamos visibilizar el nexo causal del capitalismo y superarlo.
Estas categorías -división del trabajo, explotación, clase- no llevan por sí solas a una descripción exhaustiva y completa de la realidad social, teniendo en cuenta las variadas formas de actividad humana, conflictos y posibilidades. No, no lo hacen. Pero registran las fuerzas y procesos por los cuales se desarrolla y reproduce la sociedad de clases. Empleando la dialéctica, sencillamente nos empoderademos para ver las causas principales de nuestra miseria colectiva. Si conseguimos encontrar las soluciones colectivas con las cuales superar los impasses históricos de la práctica revolucionaria y realizar la transición a una sociedad sin clases –esto es, una que organice la producción sin explotación o dominación–, en ese momento la dialéctica dejará quizá de ser necesaria. Hasta entonces, lo que necesitamos es más dialéctica, y no más posmodernismo confundente sobre la misma.
Con ello, por supuesto, no reivindicamos que todas las formas de pensamiento que históricamente se han presentado con este nombre sean igualmente evaluables o incluso legítimas. Durante décadas hemos conocido cómo las rudas formas de Diamat que proporcionaron el catecismo marxista a la ortodoxia eran hostiles a la dialéctica tal y como arriba se ha descrito. No estaría de más que se reconociese esto más a menudo. Si la gente va a seguir leyendo Mil mesetas de Deleuze y Guattari buscando inspiración, haría bien en echarle antes un vistazo a la Dialéctica negativa de Adorno y las Obras completas de Brecht.
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Nota de traductor:
[1] Siguiendo el consejo de César de Vicente, traduzco Lehrstücke por “piezas de aprendizaje” y no, como habitualmente se hace, como “piezas didácticas”, expresión que ha terminado adoptando connotaciones negativas, al asociarse a una asunción dogmática de doctrinas y no, como Brecht pretendía, a un aprendizaje continuo y colectivo.
Gene Ray es un académico establecido en Berlín, miembro de Radical Culture Research Collective (RCRC). Es co-editor, con Gerald Rauning, de Art and Contemporary Critical Pratice: Reinventing Institutional Critique (2008).
Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2991

sábado, 26 de diciembre de 2009

La provocación de Henry Miller

Diego Taboada
Rebelión
Hay muchos libros capaces de diagnosticar una enfermedad, pero muy pocos que se propongan curarla. Henry Miller era un especímen raro, un bardo anacrónico en plena modernidad, un profeta que se reía hasta de sí mismo. Su lenguaje profético, entre el delirio místico-religioso y la rapsodia surrealista, entre una hiperbólica exaltación de la pasión sexual y una prosa Rimbaudiana, trataba de provocar e incomodar a la conciencia de una modernidad demasiado autosatisfecha de sus logros.
Frente a la calculada racionalidad moderna, Miller se erige a sí mismo como un contador de cuentos, de delirantes historias cotidianas, prescindiendo de una estructura de principio-nudo-desenlace; se dice que en la etapa final de su vida, Valle Inclán construyó el resto de su obra acudiendo a sus recuerdos, cuando uno lee atentamente a Miller, no puede evitar esa misma intuición. La prosa de Miller, columpiándose entre la verborrea Rimbaudiana, el surrealismo, la reflexión filosófica, el existencialismo desbocado y el hiper-realismo más descarnado, tanto en la descripción de los ambientes como en el diálogo entre personajes, es una prosa autobiográfica. Miller hace una atípica pero certera sociología de la vida cotidiana en los States.
George Orwell, en sus escritos sobre literatura y política (1940-1948), resalta las semejanzas entre Whitman y Miller: los dos son profetas de la aceptación , pero la aceptación de Whitman está muy lejos de la aceptación de Miller. Lo que Miller acepta son los guetos marginales de la trastienda de Norteamérica, la guerra, la mendicidad, el alcoholismo, el desarraigo, la desorientación, la violencia, el paro masivo y la desenfrenada velocidad de la sociedad moderna. La aceptación de Whitman, sin embargo, se sitúa en un contexto diferente, en una Norteamérica que aún no conocía las consecuencias sociales y ecológicas de un capitalismo que ahora, a principios de milenio, dejaron de ser elucubraciones proféticas o poético-literarias para ser irrefutables certezas, en el sentido científico-positivo de la palabra.
Según Orwell, la Norteamérica que vivió Whitman era una Norteamérica con cierto nivel de prosperidad económica y política, a pesar de la estratificación social por clases y la exclusión racial de la comunidad afroamericana. La Norteamérica de Miller es, con sus propias palabras, ese país que :
“… estaba enteramente podrido; era tan inhumano, tan asqueroso, tan irremediablemente corrompido y complicado, que haría falta un genio para darle un poco de sentido o ponerle orden, por no hablar de bondad o consideración humanas. Yo estaba contra el sistema laboral americano, que estaba podrido por ambos extremos. Era la quinta rueda del vagón y ninguno de los dos bandos me necesitaba a no ser para explotarme. De hecho, todo el mundo estaba explotado; el presidente y su cuadrilla por los poderes invisibles, y los empleados por los ejecutivos”.
Ante la velocidad y sinsentido de esto que insistimos en llamar modernidad, la solución de Miller es una receta contra el desarraigo, pero su solución escapa de cualquier sistema filosófico-político cerrado, escapa también de recetas confesionales institucionalizadas en clave de eterna salvación. No cabe duda de que bajo la prosa de Miller subyace toda una concepción del mundo, una concepción del mundo en la que la energía, la pulsión erótica y un optimista vitalismo cobran especial relevancia, no sólo en lo que se refiere a la creación artística y literaria, sino también en todos los dominios de la vida. La subjetividad de Miller es una radical subjetividad de la aceptación, y por eso puede herir a ciertas sensibilidades marxistas, que son subjetividades de la no aceptación perpetua del actual sistema capitalista, subjetividades que apelan a la acción y a la organización colectiva para buscar la salvación en la política. A Miller, sencillamente, la política le interesaba tres pepinos. Por lo menos en lo que se refiere a la búsqueda de un camino personal de salvación.
Miller quiere redimirse a sí mismo; es consciente de los males de la sociedad moderna, tanto como cualquier persona de sensibilidad marxista, pero su elección vital es la de una irónica y bufonesca contemplación de los defectos y locuras de las personas y de la sociedad humana. El mensaje de Miller es un mensaje para individuos, no para masas o colectivos -lo mismo recalcaba, por cierto, Herman Hesse, cuando comparaba su mensaje con el de Marx-: frente al caos social imperante, un individuo puede crear su propio orden, aunque sólo sea para guiarse a sí mismo, aunque sólo sea para escapar de la locura colectiva. Frente al caos de la sociedad moderna y el delirio colectivo, un individuo aislado aún puede ser dueño de su propio destino. Es más, debería serlo, y si no lo es es porque aún está preñado de los prejuicios que nosotros mismos nos vamos construyendo cotidianamente para huir de la responsabilidad de sabernos potencialmente dueños de nosotros mismos. Lo que Miller quiere es que cada uno de nosotros nos miremos a nosotros mismos, que no confundamos los convencionalismos y prejuicios sociales con nuestros propios deseos. Tan simple como difícil.
Sin embargo, lo que resalta, por encima de todo, en la prosa de Miller, es su carnalidad, su sensualidad desbocada y, todo hay que decirlo, bastante vulgar en ocasiones. Hay un constante intento por romper con la puritana separación entre alma y cuerpo, esa separación que tanto condiciona también a la insubstancialidad de no poca de la creación artística de hoy en día, fagocitada por un estado de excepción mental global sin precedentes y por un clima de yoísmo y mercantilismo verdaderamente asfixiante:
“Cuanto más cultiva el hombre las artes, menos se empalma. Se produce un divorcio más y más sensible entre el espíritu y el bruto. Sólo el bruto se empalma bien, la jodienda es el lirismo del pueblo. Joder es aspirar a entrar en el otro… y el artista no sale jamás de sí mismo”
En fin, cada uno que juzgue según su criterio.
El individualismo de Miller no tiene nada que ver con el individualismo postmoderno; queda claro que Miller detesta el arte como ensimismamiento –lo cual no deja de ser paradójico, porque si hay alguien que se está mirando continuamente el ombligo es precisamente él-. La búsqueda de Miller es la búsqueda del hombre universal, pero no en el sentido que la ilustración daba a tal universalidad, que no era más que una falsa universalidad preñada de etnocentrismo occidental. El hombre universal que buscaba Miller era un hombre de carne y hueso, no una entelequia. Queda claro en esta líneas, preñadas de tono profético, tomando partido por los humillados y ofendidos de Dostoievsky, a quien admiraba profundamente :
“La tierra es un gran ser sensible, un planeta saturado por completo con el hombre, un planeta vivo que balbucea y tartamudea; no es la patria de la raza blanca, ni de la raza negra, ni de la raza amarilla, ni de la desaparecida raza azul, sino la patria del hombre; todos los hombres son iguales ante Dios y tendrán su oportunidad, sino ahora sí dentro de un millón de años. Nuestros hermanos morenos de Filipinas pueden volver a prosperar un día, también los indios asesinados de América del Norte y del Sur pueden revivir un día para cabalgar por las tierras donde ahora emergen ciudades vomitando fuego y pestilencia. ¿Quién dirá la última palabra? :¡el hombre! La tierra es suya porque él es la tierra, su fuego, su agua, su aire, su materia mineral y vegetal, su espíritu cósmico, imperecedero, el espíritu de todos los planetas.
La máxima de Rimbaud era que el arte debería cambiar la vida, las costumbres, el corazón de los hombres, su más íntima constitución psicológica y afectiva. La máxima de Marx era que la filosofía debería transformar el mundo. ¿Empezaremos por el hombre? ¿Empezaremos por la sociedad? ¿Y si, intentando transformar la sociedad dejamos al hombre a la deriva? ¿Y si, intentanto transformar al hombre, dejamos la sociedad tal y como está? ¿De qué sirve un mundo nuevo, un ordine nuovo, con hombres mediocres, abúlicos, intelectualmente perezosos y consumistas? ¿Qué puede hacer un hombre válido en una sociedad a la deriva? La apuesta de Miller fue claramente Rimbaudiana.
Cada uno es libre de escoger. Sin embargo, a mi modo de ver, quizás sea falsamente reduccionista, por no decir innecesario, separar la apelación a la conciencia humana individual de la apelación a la conciencia colectiva. No tiene sentido concebir a la persona como un átomo aislado de la sociedad, y menos lo tiene concebir una conciencia individual fuera de su contexto social e histórico. No hace falta ser o no ser marxista para intuir esto.
Sólo un hombre nuevo podría ser capaz de sacrificar sus intereses individuales inmediatos por un futuro colectivo incierto. Sólo las verdades del corazón podrían preparar el germen cultural para luchar por una sociedad más justa y humana en todos los ámbitos de la existencia. Mientras tanto, sin esperanza laica en el horizonte, bastante tenemos con luchar con la dictadura del consumo y el eterno presente.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El celular de Hansel y Gretel

El celular y la literatura
Hernán Casciari
blogacine.com
Anoche le contaba a la niña un cuento infantil muy famoso, Hansel y Gretel. En el momento más tenebroso de la aventura los niños descubren que unos pájaros se han comido las estratégicas bolitas de pan para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer. Mi hija me dice justo en ese punto:
'No importa. Que lo llamen al papá por el móvil'.
Yo entonces pensé, por primera vez, que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía inalámbrica. Al mismo tiempo descubrí qué espantosa resultaría la literatura si el teléfono móvil hubiera existido siempre. Cuántas tramas hubieran muerto antes de nacer y qué fácil se habrían solucionado los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.
Piense el lector ahora mismo, en una historia clásica.
Muy bien. Ahora ponga un teléfono móvil en el bolsillo del protagonista. Un teléfono con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat, con saldo para enviar mensajes de texto y con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.
¿Funciona la trama como una seda, ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio, chatear, hacer videoconferencias y enviarse mensajes de texto?
Nooo, no funciona un carajo.
Con un teléfono en las manos, por ejemplo, Penélope ya no espera con incertidumbre a que Ulises regrese del combate y Caperucita alerta a la abuela a tiempo y la llegada del leñador no es necesaria y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi, gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.
Un enorme porcentaje de las historias de veinte siglos atrás, han tenido como principal fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación. Existieron gracias a la ausencia de telefonía móvil.
Ninguna historia de amor hubiera sido trágica si los amantes hubieran tenido un teléfono en el bolsillo de la camisa. La historia romántica Romeo y Julieta basa todo su dramatismo en una incomunicación
fortuita: la amante finge un suicidio, el enamorado la cree muerta y se mata, y entonces ella, al despertar, se suicida de verdad. Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil, le habría escrito un mensajito de texto a Romeo en el capítulo seis:
M HGO LA MUERTA, PERO NO STOY MUERTA.
NO T PRCUPES NI HGAS IDIOTCES. BSO.OK ?
Y las últimas cuarenta páginas de la obra no tendrían gollete, no se hubieran escrito nunca, si hubiera existido la promoción 'Banda ancha móvil' de Movistar.
Muchas obras importantes hubieran tenido que cambiar el nombre por otros más adecuados. Por ejemplo, la novela de García Márquez "Cien años de soledad" se llamaría 'Cien años sin conexión' y narraría las aventuras de una familia en donde todos tienen el mismo nick pero a nadie le funciona el messenger (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmorning).
La famosa novela de James M. Cain 'El cartero llama dos veces', escrita en 1934 y llevada más tarde al cine, se llamaría 'El gmail me duplica los correos entrantes' y versaría sobre un marido cornudo que descubre (leyendo el historial de chat de su esposa) el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.
En la obra 'El espejo de Dorian Grey', Oscar Wilde contaría la historia de un joven que se mantiene siempre lozano y sin arrugas, en virtud a un pacto con Adobe Photoshop, mientras que en la carpeta Images de su teléfono una foto de su rostro se pixela sin remedio, paulatinamente, hasta perder definición.
La bruja del clásico 'Blancanieves' no consultaría todas las noches al espejo sobre 'quién es la mujer más bella del mundo', porque el coste por llamada del oráculo sería de 1,90¤ la conexión y 0,60¤ el minuto; se contentaría con preguntarlo una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.
Todo el cine romántico en el que, al final, el muchacho corre como loco por la ciudad porque su amada está a punto de tomar un avión, se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.
La telefonía inalámbrica nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.
Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo lo mismo con la vida real?
¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora? No. Le enviaremos un mensaje de texto. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador.
Nuestras tramas están perdiendo el brillo porque nos hemos convertido en héroes perezosos.
"La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica"
La vida no es esperar que pase la tormenta sino aprender a bailar bajo la lluvia.
http://www.blogacine.com/2009/10/12/%C2%A1malditos-telefonos-celulares-de-la-imposibilidad-del-drama-en-la-era-de-la-telefonia-movil/

Se presenta en Cuba el libro El poder y el proyecto. Un debate sobre el presente y el futuro de la revolución en Cuba de Julio César Guanche

Se presenta en Cuba el libro El poder y el proyecto. Un debate sobre el presente y el futuro de la revolución en Cuba de Julio César Guanche

La Rosa Blindada
La Editorial Oriente, el Instituto Cubano del Libro, y la Casa de las Américas le invitan a la presentación de
El poder y el proyecto. Un debate sobre el presente y el futuro de la revolución en Cuba de Julio César Guanche
(Edición cubana de En el borde de todo. El hoy y el mañana de la revolución en Cuba, Ocean Sur, 2007)
Casa de las Américas. Sala Che Guevara. 17 de diciembre de 2009 12:00 pm.
La presentación estará a cargo de Berta Álvarez Martens y Ariel Dacal.
Se realizará dentro del evento La Casa tomada, que ha programado un espacio para la presentación de esta manera:
10:00 a.m. Sala Che Guevara. Pensar Cuba hoy II (Ensayo). Con la participación de Julio César Guanche, Kirenia Rodríguez y Félix Julio Alfonso, premiados en el concurso Casa de las Américas-CLACSO. Presentación del libro El poder y el proyecto. Un debate sobre el hoy y el mañana de la revolución en Cuba, de Julio César Guanche. La presentación del libro estará a cargo de Berta Álvarez Martens y Ariel Dacal Díaz.
Según el estimado de tiempo de los organizadores, el libro se estaría presentando a las 12 pm.
El volumen recoge el discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en La Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005, que sirve de punto de partida al libro y compendia entrevistas con Aurelio Alonso, Fernando Rojas, Jesús Arboleya, Juan Valdés Paz, Julio Antonio Fernández Estrada, Luis Suárez Salazar, Roberto Fernández Retamar, Ana Cairo, Graziella Pogolotti, Alfredo Guevara, Esther Pérez, Mayra Espina, Raúl Suárez, Milena Recio y Fernando Martínez Heredia. La edición cubana que ahora se presenta incluye nuevos materiales con respecto a su primera edición, con un anexo que recoge las intervenciones de Desiderio Navarro, Rafael Hernández, Alpidio Alonso y Norge Espinosa en el VII Congreso de la UNEAC (1-4 de abril de 2008), así como el discurso del presidente cubano Raúl Castro Ruz de 26 de julio del 2007.
Algunas opiniones sobre este libro:
El libro acuñado por Julio César Guanche introduce la “perspectiva histórica” sobre todo a través de las cuestiones que plantea y que lo convierten en una obra fundamental para comprender la revolución, sus avatares y sus destinos. Una cosa que se ha olvidado con frecuencia, más incluso fuera que dentro de la isla, es que, si la revolución se hizo contra la historia, tiene ya a su vez una historia y ha llegado el momento de desentrañarla y asumirla. Por eso En el borde de todo cruza los dilemas verticales de orden teórico con los recorridos horizontales de orden histórico. ¿Cuáles son los temas de esta conversación a 20 voces? Podemos citar algunos en desorden: el marxismo cubano; las relaciones con la Unión Soviética; la ética y la revolución; la propiedad, el mercado y el cooperativismo; la democracia y el socialismo; el derecho y el socialismo; el consumo y el socialismo; la religión y el socialismo; las nuevas generaciones y el socialismo; el periodo especial, la desigualdad y la homogeneización; Cuba y Latinoamérica; la Batalla de Ideas; el caso Padilla y la cuestión de los intelectuales… y casi cualquier otro interrogante imaginable que concierna al destino del socialismo y pueda ser investigado en la carne viva de la experiencia histórica, muy densa y muy fluctuante, nada uniforme, no siempre admirable, siempre heroica, de la revolución cubana. Del discurso de la Universidad del 17 de noviembre de 2005, como del sombrero de un mago, salen enredadas todas estas cintas, hacia el pasado y sobre el presente, pero también en dirección a un futuro que, mientras los protagonistas del libro hablaban, revoloteaba todavía sobre el tiempo sin posarse en ninguna fecha. La gran cuestión que centraliza todos los radios de En el borde de todo, a la que llegan y de la que parten todas las reflexiones sobre la “reversibilidad”, ya no es una pregunta sino una tarea, ya no es un dilema sino un trabajo; es decir: ¿qué pasará después de Fidel?
Santiago Alba Rico
Muchos observadores y admiradores de la Revolución Cubana no dejan de sorprenderse por la escasa discusión que ha suscitado, al menos vistas las cosas desde afuera, el discurso de Fidel en la Universidad de la Habana […] Es más, por momentos se nota una cierta autocomplacencia y algo de triunfalismo al publicitar las elevadas tasas de crecimiento económico registradas en Cuba en los últimos años pero que, al igual que ocurriera en otros países, poco tienen que ver con un paralelo mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores populares. El riesgo de todo esto es la consolidación de un abismo separando al país legal e institucional, con brillantes cifras de desempeño macroeconómico, del país real que continúa padeciendo los problemas arriba señalados. El resultado de esta separación entre lo oficial y lo real podría llegar a ser la generalización de una sensación de incredulidad y desencanto populares, lo que a su vez podría llegar a convertirse en un apropiado caldo de cultivo de actitudes contrarrevolucionarias en un futuro no muy lejano. Una excelente tentativa reciente de discutir la realidad cubana a fondo se encuentra en Julio César Guanche, compilador: En el borde de todo, el hoy y el mañana de la Revolución cubana (La Habana: Ocean Sur, 2007).
Atilio A. Boron

viernes, 11 de diciembre de 2009

Las ridículas pretensiones de Israel sobre el legado de Franz Kafka

Mary Rizzo
Palestine Think Tank
Traducción de Manuel Talens

Alguien debía de haber calumniado a Josef K.,porque, sin haber hecho nada malo,fue detenido una mañana.Dudo que alguien haya leído el devastador inicio de El proceso de Kafka sin sentir un estremecimiento de emoción. En su desnuda simplicidad, su fuerza despiadada y su poderoso despliegue narrativo, una sola frase nos muestra facetas de un universo total en el que un estado de ánimo se da de bruces con la escritura en movimiento, en el que un sentido de la confusión y el menosprecio se topan con la realidad de un acto arbitrario. De inmediato, el sujeto trata de racionalizar y comprende que se encuentra ante un grave agravio personal y nosotros, los lectores, sin saber nada del asunto, simpatizamos con él, bajo la premisa de que, pase lo que pase, nos pondremos de su lado.Pero existe una ambigüedad, que no cesa a lo largo del libro, con la presentación de sentimientos de culpa, resignación, ausencia de clarificaciones y, al final, un estoicismo que conduce al rechazo de la libertad personal. Conforme leemos, en alternancia podemos identificarnos con Josef K. y resignarnos al destino o bien podemos zarandearlo para que cese en su complacencia. A veces nos ponemos incluso en su piel, dejamos el libro a un lado y nos decimos, “sí, es verdad”. Es esta experiencia emocional, que nos afecta cada vez de forma diferente al enfrentarnos al libro (y que, como todas las grandes obras, no cesa de ofrecernos nuevos matices insospechados), lo que transforma la experiencia de la lectura en algo activo, personal y vibrante.El proceso hubiera podido comenzar con esa frase evocadora, como tantos otros, pero lo que de verdad convierte a este libro en una experiencia que nunca cesa para quienes lo aman es el hecho de que desconocemos cómo se leería si el propio Kafka lo hubiese publicado en vida y sus espacios narrativos sujetos a interpretación fuesen cosa de un día. Desde el punto de vista literario, sabemos que apareció póstumamente y sin indicaciones explícitas sobre su construcción. Se ha dicho que la manera confusa con que Kafka organizaba sus manuscritos dio lugar a una disposición arbitraria de los capítulos e incluso que la exclusión de “un sueño” en el corpus de la novela en su edición más conocida fue una mala decisión de Max Brod, de la cual me ocuparé en breve.Además, de vez en cuando aparecen ediciones críticas, incluida una muy interesante que adopta el esquema de Crimen y castigo de Dostoievsky. Hay ediciones que incluyen variaciones y en las que se modifican pequeños detalles o incluyen notas autobiográficas a pie de página, para deleite e información del lector. ¿Conoceremos algún día la versión integral del libro, tal como el autor la quiso? Eso depende de Israel.Para cualquier investigador, el acceso a los manuscritos originales de escritores es algo esencial por muchas razones. En primer lugar, uno puede ver la evolución del proceso mental observando la construcción de las frases, las tachaduras, las notas, las posibles variantes que el autor deja para sí mismo antes de llegar a una solución definitiva; en segundo lugar, porque todo manuscrito otorga per se un valor histórico a la obra de arte. El contacto con el manuscrito original es lo más parecido a sentarse junto al escritor, que refina cosas poco claras o, con suerte, incluso descorre unas cortinas que ni siquiera sospechábamos y nos permite ver algo diferente.Hace un par de años experimenté una revelación así cuando examiné el manuscrito original de uno de los más importantes poemas italianos, L’Infinito, de Giacomo Leopardi. Me embargó un estado de pura conmoción al ver con mis propios ojos y sentir su pluma, que tachaba una palabra aceptable para cambiarla por otra perfecta… ¿Como podría haber existido una “versión” de este poema que fundiese lo interior con lo infinito? Fue algo extraño sentir que el pálpito expresado en ese poema sufrió una evolución. Pero al darme cuenta de que la sufrió y de que fue producto de una dinámica de la mente humana, de un instante temporal y, por lo tanto, inefable y compuesto de muchas facetas, por un momento me interné en la mente de Leopardi y vi de qué manera se enfrentaba a una realidad, a una encarnación de su pensamiento, que al mismo tiempo refinaba en su interior y más allá de su interior, igual que el sujeto del poema. Lo que me dejó sobrecogida fue la sensación de haberlo comprendido, algo que nunca antes había experimentado tras muchos años de leerlo y admirar su obra.El propio Kafka es un objeto interesante desde el punto de vista biográfico y en los estudios críticos de su obra siempre aparecen hechos y documentos de su vida, incluso aquellos tan personales como cartas y notas, que añaden comprensión a sus escritos... y la controversia que rodea a la desaparición o a la falta de acceso a sus manuscritos irá en aumento conforme su papel de precursor de la literatura existencial y testimonio de la vieja Europa en su lucha modernista vaya haciendo que sus libros sean cada vez más contemporáneos.Yo misma he sentido una enorme atracción por Kafka, no sólo por lo enigmático de la “doble” existencia que llevó como funcionario diurno en una compañía de seguros y escritor por las noches, sino por algo mucho más banal: sus similitudes biográficas con mi propia familia, que me ayudan a reconstruir un mundo ya permanentemente desmembrado y, por lo tanto, objeto de una nostalgia irresistible y quimérica para mí. Su familia procedía del mismo pueblo que parte de la mía; ambas vivieron las experiencias de abandonar la aldea para trasladarse a Praga, de la tuberculosis, de la mortalidad infantil... todas las historias que una escucha sobre una saga privada están ahí, en una figura literaria. Por supuesto, él perteneció a una clase social diferente de la mía e incluso habló una lengua materna distinta de la de mi familia, pero una parte de mí sigue creyendo que algo existe en su obra capaz de ofrecerme fragmentos minúsculos de información, quizá la pieza faltante, algún pequeño detalle que, vinculado a otros, podría dar sentido a aquel universo que se recordaba, sí, pero nunca se mencionó con palabras.Esto, en sí mismo, me explica una de las razones por las que lo abrazo con tal intimidad, para tratar de comprender algo de un mundo que siento muy cercano, sólo de forma evocadora, envuelto en un sudario firmemente sellado y distante para siempre. Pero existe también una atracción universal hacia su obra: la ambigüedad de su escritura resulta extrañamente tranquilizadora, porque en ella siempre existen la promesa y la esperanza de poder descifrar el orden simbólico que esconde para que lo absurdo se vuelva lógico. Incluso si la contextualidad es la aceptación de que el significado más profundo está en el lado del lector –pues la obra en sí misma no ofrece redención y es posible hurgar en ella tanto como se desee– la redención está en otra parte. En El proceso todo es desesperación, lo cual no es nada nuevo.Y, sin embargo… en su lectura una se siente transportada al interior del útero del lenguaje humano, con su fuerza y su fragilidad, en la creencia de que podrá expresar la esperanza de un mundo distinto y más justo, incluso si tal esperanza nunca se menciona.Puede significar mucho para millones de personas y muchas de ellas quieren saber más. Por supuesto, esto es posible a través del estudio de los manuscritos originales y la biblioteca de Marbach, en Alemania, ha sido un lugar de peregrinaje para muchos estudiosos. Sin embargo, si Israel logra su objetivo, este manuscrito deberá abandonar Europa y “regresar” a Israel, junto con el resto de los documentos escondidos, todavía por estudiar y sujetos a una extraña ley de la “herencia judía”. A causa de dicha ley, si ésta termina por prevalecer, probablemente nunca más verán la luz del día.Esa ley israelí prohíbe que todo material que ellos consideren “importante para el pueblo judío” salga del país. La ley incluso establece que aceptan una fotocopia... pero todo el mundo sabe lo digno de confianza que es Israel y, al parecer, sus ciudadanos también lo saben, pues muchos de ellos no caen en la trampa. De hecho, es más que razonable imaginar que miles de documentos importantes, no sólo para el pueblo judío, sino para la humanidad, han tomado el camino de las ventas clandestinas y de la desaparición para que sus propietarios eviten verse forzados a entregarlos o venderlos por una mínima parte de su valor al Estado judío. Incapaces de vender material literario a bibliotecas e instituciones culturales (pues ninguna compraría una fotocopia de un documento), la propiedad se traspasa por medio de ventas secretas y exportación o, en el caso de los manuscritos de Kafka, se depositan en algún otro lugar, quizá para siempre.Kafka nunca vivió en Israel, tampoco lo visitó. Su confidente y médico, Max Brod, sí llevó a Palestina todos los documentos que Kafka le había confiado con la promesa de que los destruiría personalmente. Brod no lo hizo, por fortuna. De hecho, intentó ordenar de algún modo los manuscritos y los publicó en seis volúmenes de obras previamente inéditas, tras haber sido su amigo más íntimo y fiel, buen conocedor del Kafka literario y humano y, por lo tanto, el más capacitado para reconstruir en vez de destruir.La contravención de los deseos de su mejor amigo no fue una hazaña que pueda compararse con las dificultades de ensamblaje del material. Lo ayudó en la tarea su propia secretaria, Esther Hoffe, otra originaria de Bohemia trasplantada al naciente Estado judío. Tras la muerte de Brod, Hoffe tomó posesión de los preciados manuscritos. Había logrado vender algunos de éstos en el extranjero, pero el pacto quedó bloqueado justo cuando los documentos iban a ser transferidos al nuevo propietario.A su muerte, sus hijas se convirtieron en dueñas del material y se han negado a entregarlo a Israel. A pesar de esa ley, no quieren que el Estado expropie y obtenga por un precio irrisorio algo a lo que, según ellas, no tiene derecho. Al menos eso es lo que hace pensar su terca negativa a “colaborar” con las exigencias de que el Estado judío sea árbitro y custodio de los manuscritos. Se dice que entre los documentos se encuentran el diario de Brod, algunos dibujos de Kafka y la correspondencia que no fue destruida.Una vez más, Israel exige el derecho a algo que no le pertenece. En este caso, que no pertenece ni al Estado ni al pueblo judío ni tampoco a las hermanas Hoffe, sino al legado de Franz Kafka. Si consideramos los deseos explícitos de éste, según los cuales todos sus escritos debían terminar en las llamas, y que incluso Dora quemó algunos de sus relatos y una obra de teatro a petición suya, es fácil imaginar que el conflicto actual no le hubiese gustado en absoluto al escritor.Con las presiones que se están ejerciendo para la entrega de este material bajo ciertas condiciones, es bastante probable que el mundo nunca tenga acceso a algo que, se rumorea, es muy voluminoso y variado, y que el estudio de este gigante de la literatura seguirá entorpecido. Ello se debe a la necesidad que siente Israel de reclamar la propiedad de todo sobre lo que considera tener un derecho “étnico”. ¿Existe algo parecido a una literatura judía, determinada por su estilo o por su “sangre”? ¿Forma parte Kafka de ella? ¿Había considerado el propio Kafka que su obra era patrimonio del “pueblo judío” o habría sentido, en cambio, que otros están jugando con su destino, al igual que pensaba su personaje más famoso, Joseph K.?Y, para ser más precisos, ¿es posible que un Estado pueda reclamar su derecho a un material que fue introducido en su territorio desde otro sitio, por no hablar de que dicho Estado ni siquiera existía en tiempos de Kafka ni cuando Brod se trasladó a Palestina en 1939? Además, ¿no es absurdo que reclame ser su representante y que sus manuscritos deban permanecer en territorio israelí? Ello implica que un escritor cuya obra llegó a Israel por circunstancias aleatorias, no por elección de su autor (elección testamentaria que, para más escarnio, no fue respetada), sea ahora un rehén simbólico, confinado al estatus de “escritor judío”, y que si los investigadores desean estudiar sus manuscritos tengan que ir a Israel para hacerlo. Eso significaría el reconocimiento de que el escritor pertenece al Estado de Israel y luego al pueblo judío. Sólo de forma incidental se le consideraría como un ser humano cuya vida y cultura fueron otra cosa. Kafka fue un europeo de Bohemia, un ciudadano de la ciudad de Praga, la cual coloreó su percepción al mismo título que sus viajes por la Europa central y el norte de Italia contribuyeron a su actitud vital. Israel no tiene nada que ver con su obra, al menos si se juzga por el material conocido de ésta.Pero Israel, al igual que ha hecho con la tierra de Palestina, decide apropiarse de lo que anhela y reclama derechos sobre ello con criterios raciales, religiosos y étnicos. Niega las circunstancias históricas reales y espera así reescribir la historia para que, dentro de una generación, todo el mundo crea que Kafka nació en Tel Aviv y fue una prominente figura de los asuntos culturales judíos. No hace falta mucho esfuerzo para construir un hermoso complejo cultural, “Centro histórico y biblioteca Kafka”, donde los estudiantes irán a contemplar las vitrinas y las muestras multimedia antes de adentrarse en la tienda de souvenirs.De hecho, ésa sería una metamorfosis que habría aterrado a Kafka: que alguien, algún día, vaya contando mentiras sobre Franz K.Fuente: http://palestinethinktank.com/2009/12/09/let-my-kafka-go-israel's-ridiculous-ownership-claims/

jueves, 10 de diciembre de 2009

"El capitalismo roto. Anatomía de la crisis económica" de Rolando Astarita

Novedad editorial

www.lalinternasorda.com
"El capitalismo roto. Anatomía de la crisis económica" de Rolando Astarita con prólogo de José Luis SampedroCon ‘El capitalismo roto. Anatomía de la crisis económica’, ofrecemos la primera obra publicada en el Estado español de Rolando Astarita –profesor de la Universidad de Buenos Aires y antiguo trabajador de Chrysler perseguido por la dictadura militar–, en la cual analiza la evolución del capitalismo financiero desde septiembre de 2007 a finales de 2008, hasta desembocar en la actual crisis económica.Huyendo de la jerga de los expertos, desvela que los productos financieros lanzados al mercado bajo una terminología abstrusa o, mejor dicho, deliberadamente confusa, han multiplicado y expandido los riesgos hasta producir el colapso del sistema financiero, primero, y del productivo, después, en una secuencia de acontecimientos que, lejos de constituir una sorpresa, se inscribe en la lógica de funcionamiento del capitalismo. Astarita, que se inspira en el enfoque metodológico adoptado por Carlos Marx en ‘El Capital’, más eficaz para explicar lo que está sucediendo que las banalidades ultraliberales de los profetas del mercado autorregulado, tan ajenas al mundo en que vivimos, no ha querido ofrecer fáciles respuestas en las que el simplismo se encubra como falsa sencillez, pero tampoco ha olvidado el deber pedagógico de transmitir conocimientos e hipótesis en términos rigurosos y asequibles.Rolando Astarita. Apertura: José Luis SampedroLa Linterna Sorda EdicionesPrecio 15 €224 PáginasISBN: 978-84-936562-2-5Teléfono: 679923853mail: lalinternasorda@gmail.comweb: http://www.lalinternasorda.com

Libros y novedades AFRICAs / ISLAMs

La Colección Asbab (vínculos) presenta dos nuevos títulos

Tras algunos meses de intenso trabajo, oozebap tiene el placer de anunciaros la salida de dos nuevos libros en la colección Asbab (vínculos). Se trata de la pequeña joya autobiográfica ‘La fuente de la separación. Viajes de un músico sufí’, del gran músico turco Kudsi Erguner (libro acompañado de un CD), y de las imprescindibles reflexiones en torno al yihad reunidas en el volumen coral ‘Múltiple yihad múltiple. Consideraciones islámicas en torno al esfuerzo individual y la lucha colectiva’, con Sohail H. Hashmi, Reza Shah-Kazemi, Ali Shariati, Khaleb Khazai-El, Maher Al-Charif y Hashim Ibrahim Cabrera. También aprovechamos para anunciaros nuevos proyectos en oozebap: - Presentación del libro de Boubacar Boris Diop ‘África más allá del espejo’ en la librería Altair (Barcelona) el próximo jueves 17 de diciembre a las 19.30h. (ver invitación en www.oozebap.org/arroz/altair.pdf) - Abierta convocatoria para recepción de colaboraciones en una nueva revista on-line dedicada a África (www.oozebap.org/africaneando) - Puesta en marcha del directorio Dones+Àfriques (www.oozebap.org/dones) dedicado al feminismo y a los estudios de género en el continente africano. Más información sobre las dos novedades editoriales: Título: La fuente de la separación. Viajes de un músico sufí Autor: Kudsi Erguner oozebap, 2009 - Colección Asbab (vínculos) n.º 3 LIBRO + CD "Músicas de las tekke de Estambul. (Archivos de Kudsi Erguner)" 245 pags. PVP: 16 euros. ISBN: 978-84-612-6753-8 Texto de la contraportada: En 1968, los derviches giróvagos turcos responden a la invitación de la Unesco y viajan por primera vez a París. Los franceses descubren con fascinación su ritual. Kudsi Erguner, músico sufí de ney, la flauta de caña, se encuentra en el centro de la mayoría de viajes que hicieron los derviches giróvagos en Europa y Estados Unidos durante el auge de la búsqueda espiritual y la contracultura en los años setenta. Proveniente de una gran familia de músicos, Erguner creció en el seno de la comunidad sufí de Estambul. En las tekke, esos lugares donde se reúnen los derviches, cotejó los últimos grandes representantes de esta comunidad, se alimentó de su arte y de sus palabras. Con los viajes, le sorprendió que los occidentales se interesaran por su cultura, que creía condenada a la extinción debido a la represión de las autoridades turcas. Asimismo, conoció los adeptos de las espiritualidades orientales, los discípulos de Gurdjieff y los amantes de la música tradicional, lo que le hizo tomar conciencia de la atracción que ejercía Oriente y los malentendidos que pueden generarse. Tras hacernos compartir los últimos instantes de una comunidad actualmente desaparecida, Kudsi Erguner nos narra la historia vivida de estas relaciones entre cultura tradicional sufí y mundo occidental. Aborda las cuestiones de la transmisión de una tradición musical y espiritual, el papel del músico tradicional, del islam, de la política y del sufismo. También nos relata sus actividades de músico con Peter Brook (Encuentro con hombres notables, el Mahabharata), Peter Gabriel y otros compositores occidentales. El libro se cierra con un comentario de los primeros dísticos del Mesnevi de Celaleddin Rumi y una presentación de la ceremonia de los derviches giróvagos, la sama'. Se acompaña con el CD Músicas de las tekke de Estambul, que compila antiguas grabaciones de la música de los derviches, algunas realizadas en la misma tekke uzbeka. Información sobre el autor: Traductor de Rumi al francés, activista cultural infatigable, recuperador de la memoria y constructor de puentes, Kudsi Erguner es uno de los músicos turcos más conocidos de la escena internacional, con más de cincuenta discos publicados. Más información del libro en http://www.oozebap.org/arroz/kudsi_erguner.htm Título: Múltiple yihad múltiple. Consideraciones islámicas en torno al esfuerzo individual y la lucha colectiva Autores: Sohail H. Hashmi, Reza Shah-Kazemi, Ali Shariati, Khaleb Khazai-El, Maher Al-Charif y Hashim Ibrahim Cabrera oozebap, 2009 - Colección Asbab (vínculos) n.º 4 210 págs. PVP: 14 euros. ISBN: 978-84-613-5489-4 Texto de la contraportada: Profundizar en el múltiple concepto de yihad resulta imprescindible para refutar la apropiación distorsionada de los grupos extremistas, tanto islamistas como islamófobos. Este libro reúne una detallada selección de pensadores musulmanes cuyo mayor propósito es recalar en la historia, la tradición y la hermenéutica islámica para aportar sólidos argumentos que recuperen el contexto del mensaje coránico: el yihad aúna esfuerzo individual y lucha colectiva para facilitar la liberación personal y la justicia social. Información sobre los autores: Sohail Humayun Hashmi es profesor en la Universidad Mount Holyoke (EE. UU.). Ha escrito y colaborado en numerosos libros, como 'Islamic political ethics: civil society, pluralism, and conflict' (Princeton University Press, 2002); 'Boundaries and Justice: Diverse Ethical Perspectives' (coeditor con David Miller) (Princeton University Press, 2001) y 'State Sovereignty: Change and Persistence in International Relations' (editor) (Pennsylvania State University Press, 1997). Reza Shah-Kazemi está especializado en misticismo, estudios islámicos, sufismo y chiismo. Fundador del Islamic World Report, ha escrito y traducido numerosos libros, entre ellos 'Paths to Transcendence: According to Shankara, Ibn Arabi and Meister Eckhart' (World Wisdom, 2006); 'Justice and Remembrance: Introducing the Spirituality of Imam 'Ali' (I. B. Tauris con colaboración del Institute of Ismaili Studies, 2006); 'Doctrines of Shi'i Islam' (I. B. Tauris con colaboración del Institute of Ismaili Studies, 2001); 'Avicenna: Prince of Physicians' (Hood, 1997); 'Crisis in Chechnya' (Islamic World Report, 1995) y 'The Other in the Light of the One The Universality of the Qur'an and Interfaith Dialogue' (Islamic Texts Society, Cambridge, 2006). También ha dirigido varias obras, como 'Algeria: Revolution Revisited' (Islamic World Report, 1997) y escribe regularmente en periódicos y publicaciones especializadas. Actualmente es miembro del Departamento de Investigación Académica del Instituto de Estudios Ismaelíes (www.iis.ac.uk), donde coordina la traducción, del persa al inglés, de la Gran Enciclopedia Islámica. Ali Shariati (1933-1977). Sociólogo iraní muy conocido por sus trabajos en el ámbito de la sociología de la religión. Aunque fue considerado un mártir por la revolución islámica de 1979, Shariati mantuvo diferencias con Jomeini y con la idea del ayatolá de un gobierno de ulemas. Sus debates en la escuela (ershad) Imán Hussein de Teherán con el clérigo Morteza Motahari marcaron la diferencia entre un Islam popular y otro jerarquizado. El sociólogo estaba muy influido por los movimientos de liberación vinculados a la descolonización. Jean Paul Sartre afirmó: "No tengo ninguna religión, pero si tuviera que quedarme con una sería la de Shariati". Maher Al-Charif, palestino, es doctor en letras y humanidades por la Universidad Paris-1 (Sorbona), especializado en historia del pensamiento del mundo árabe moderno y de los movimientos políticos árabes. Desde 1993 es investigador y profesor de Historia Moderna y Contemporánea del Mundo y del Pensamiento Árabes en el Institut français du Proche Orient (Damasco). Es, además, analista político y social en medios de comunicación. Hashim Ibrahim Cabrera es un artista plástico y escritor andaluz, cofundador de la revista Verde Islam (Córdoba, 1995-2003). Durante las tres últimas décadas ha llevado a cabo numerosas exposiciones y seminarios sobre arte contemporáneo, al mismo tiempo que ha desarrollado una obra ensayística sobre temas diversos, recogidos en libros como 'Jutbas de Dar As Salam', Junta Islámica, Córdoba, 2007; 'Iniciación al Islam', Junta Islámica, 2006, y el autobiográfico 'Párrafos de moro nuevo', Junta Islámica, 2002. También colabora habitualmente en la página www.webislam.com. Más información del libro en http://www.oozebap.org/arroz/multiple_yihad.htm

viernes, 4 de diciembre de 2009

La gran crisis de la economía global. Mercados financieros, luchas sociales y nuevas escenarios políticos

Novedad editorial con textos de A. Fumagalli, S. Lucarelli, C. Marazzi, A. Negri y C. Vercellone

Decir financiarización es, a la luz de los acontecimientos actuales, el dato más obvio de nuestra condición económica. La orientación financiera del capitalismo ha conducido, con violencia extrema, los niveles de explotación a un nuevo umbral cualitativo.

El medio ambiente, la vivienda, las pensiones, la educación, y progresivamente todo lo que existía de común entre los sujetos productivos, se ha vuelto bien de inversión y motivo de endeudamiento. Y sin embargo, la violencia del capitalismo financiero ha estallado en la mayor crisis desde 1929. Las contribuciones reunidas en este volumen pretenden abordar las crisis precisamente en lo que ésta abre.

Producto de la elaboración colectiva en el laboratorio político intelectual Uninomade, su interés se cifra no sólo en su alto perfil analítico, sino en su decidida apuesta política. Lejos de la lucha de interpretaciones que compiten por rescatar una economía tocada en el corazón de las conexiones, este libro se esfuerza en conquistar la siguiente pregunta ¿cómo reapropiar para la reconstrucción de lo común lo que el capital ha convertido en renta financiera? Los autores de este libro se reconocen en la larga estela del operarismo italiano. Común a todos ellos es el presupuesto de que es en la capacidad de innovación y de cooperación del trabajo vivo donde se aloja el nudo gordiano de las formas históricas del capitalismo. La radicalidad de sus contribuciones se confirma en la presunción de la insuficiencia de una investigación que tome como centro el curso objetivo del capitalismo y no las potencias simétricas y contrarias al capital que paradójicamente determinan sus condiciones concretas.

ÍNDICE
Introducción. Sandro Mezzadra
La violencia del capitalismo financiero. Christian Marazzi
Crisis de la ley del valor y devenir renta de la ganacia. Apuntes sobre la crisis sistémica del capitalismo cognitivo. Carlo Vercellone
Crisis económica global y governance económico-social. Andrea Fumagalli
La financiarización como forma de biopoder. Stefano Lucarelli
Nada será como antes. Diez tesis sobre la crisis financiera. Para una reflexión sobre la situación socio-económica.
Postfacio. Algunas reflexiones sobre la renta durante la "Gran Crisis" de 2007 (y siguientes). Toni Negri

Más información: http://www.traficantes.net/index.php/trafis/editorial/catalogo/coleccion_mapas/la_gran_crisis_de_la_economia_global_mercados_financieros_luchas_sociales_y_nuevas_escenarios_politicos

La gran crisis de la economía global. Mercados financieros, luchas
sociales y nuevas escenarios políticos.

Textos de A. Fumagalli, S. Lucarelli, C. Marazzi, A. Negri y C. Vercellone.
Traducción de E. G. Gatto

Proyecto editorial Traficantes de Sueños
Noviembre 2009
Colección Mapas 27
182 pág.
14€
Editorial Traficantes de Sueños C/Embajadores 35 local 6 28012 Madrid Tfno. 91 5320928

martes, 1 de diciembre de 2009

Palabras del autor acerca de su libro Por una universidad democrática

Francisco Fernández Buey
Rebelión

He juntado aquí recuerdos de acontecimientos, movilizaciones y luchas vividas durante cuarenta y tantos años en la universidad con el análisis y la valoración crítica de algunos de esos acontecimientos, hechos a partir de lecturas de muchos libros que proponían su interpretación.

Este es un libro escrito desde dentro de los movimientos críticos y alternativos que durante esos años ha habido en la universidad. Y está escrito con la intención de ser útil a los estudiantes y profesores activos y comprometidos que ahora siguen levantando su voz frente a las políticas universitarias en curso.

De hecho no habría publicado este libro si no fuera porque la universidad vuelve a moverse por abajo, si no fuera porque vuelve a haber un movimiento universitario activo y crítico con propuestas alternativas al llamado proceso de Bolonia.

No es mi intención imponer a otros mi propia memoria de los acontecimientos ocurridos en la universidad desde 1966 a 2009. Y no lo es, entre otras cosas, porque son demasiados años (los míos y los años de los que trata el libro) y porque desconfío mucho de las memorias, empezando por la mía.

Pero esto que estoy diciendo ahora tampoco se debe entender en el sentido de que haya pretendido hacer aquí la historia objetiva de lo que ha sido la universidad durante estos cuarenta y tantos años, y aún menos la interpretación historiográfica definitiva de lo que fue el Sindicato Democrático de Estudiantes en 1966-1967 o los movimientos estudiantiles del 68 o el movimiento no profesores no numerarios en la década de los setenta o las protestas estudiantiles de los últimos veinticinco años.

En el libro hay varias hipótesis interpretativas de esos hechos, pero sé perfectamente que muchas personas que los vivieron no estarán de acuerdo con la interpretación que propongo, por ejemplo, del final de los sindicatos democráticos de estudiantes, de los movimientos estudiantiles del 68 o de la evolución del movimiento de profesores no-numerarios.

Por una universidad democrática no es un libro que haya escrito seguido, como se escriben los libros, ni es tampoco un libro escrito con la distancia que se supone en el historiador. Es una recopilación de artículos redactados en diferentes momentos, y seguramente se nota que en algunas cosas he ido cambiando de opinión.

Para decirlo en pocas palabras y como si no lo hubiera hecho yo: creo que es un libro discutidor y polémico desde el primer artículo hasta el último, pero que aspira, ay, a ser ecuánime incluso en la discusión y en la polémica con las lecturas y las interpretaciones de otros, que no me gustaron o que no me gustan ahora.

Si hubiera que subrayar el hilo polémico conductor de estos escritos sobre la universidad, yo diría que es el siguiente (al menos en mi intención): destacar en cada caso sobre las cosas buenas y concretas que han dejado en la universidad pública las movilizaciones de estudiantes y de profesores, más allá de los fracasos y de las derrotas de todos y cada uno de los movimientos que ha habido en esos años.

Esto vale para el SDE; vale también para el análisis para las rebeliones estudiantiles del 68; vale para lo que fue el movimiento de no-numerarios en las décadas de los setenta y los ochenta; vale para los movimientos de protesta contra la LRU y contra la LOU. Y valdrá, creo y espero, para el movimiento de protesta universitario actual.

Permitidme que me extienda un poco más sobre esto.

EL SDE fue derrotado, claro está, bajo la dictadura de Franco, pero nos dejó en herencia una noción seria de lo que puede ser en España una universidad democrática en una sociedad democrática; y sin aquel movimiento no habría habido auto-organización estudiantil propiamente dicha, como la que luego hubo.

Las rebeliones estudiantiles del 68 acabaron mal, como sabéis, pero dejaron una herencia que me parece muy positiva: contribuyeron a romper las barreras clasistas existentes antes en la universidad, a mitigar los autoritarismos impuestos y significaron una verdadera revolución cultural. Todas las reformas de la universidad han tenido ahí su origen.

El movimiento de profesores no-numerarios no logró desterrar de la universidad la funcionarización, que era su principal objetivo, pero contribuyó a que mejorara sensiblemente la situación laboral del profesorado en formación, que hasta entonces no tenía ni los mínimos derechos sociales. Que luego algunos se convirtieren en nuevos mandarines no fue culpa del movimiento, fue culpa de los “algunos”.

Y los movimientos de protesta contra LRU y contra la LOU de estas últimas décadas no habrán logrado detener el proceso de mercantilización y privatización de las universidades, tantas veces criticado, pero han contribuido, sin duda, a mejorar la financiación pública, a que haya más becas para los estudiantes que las necesitan, a que haya al menos en las universidades públicas normas que restringen la colonización de los departamentos de las universidades públicas por las empresas privadas y que se hayan impuesto, por ejemplo, restricciones a los contratos con empresas que se dedican a la fabricación de armas.

Digo esto para salir al paso del pesimismo de la voluntad que muchas veces se impone en los movimientos universitarios cuando son derrotados o decaen. y que se expresa en una frase siempre repetida y que oigo también ahora: “Tanto esfuerzo y no conseguimos nada de lo que nos proponíamos”.

Es verdad que a veces en esta historia hay retrocesos y que impresiona ver cómo, en ocasiones, se reprime las protestas reivindicativas de los estudiantes con los mismos o parecidos métodos de antaño; pero aún así, “nada” no es la palabra adecuada para caracterizar la evolución de los movimientos.

Una institución tan vieja y conservadora como la universidad necesita siempre la crítica y la protesta de los estudiantes más jóvenes para que las cosas se muevan en la buena dirección. Y, vista la cosa con detenimiento, hay que decir que de los movimientos universitarios de protesta que he conocido siempre quedaron dos cosas. Una: los vínculos emotivos y sentimentales entre los “protestantes” que se forman como ciudadanos en acciones y manifestaciones. Y dos: conquistas que casi siempre parecen a los protagonistas pequeñas, modestas y muy relativas, en comparación con sus ideales, pero que sin el movimiento en cuestión no habrían sido posibles.

Creo que políticamente es mejor tratar de ver cuáles han sido esas conquistas, por pequeñas y modestas que fueran, y llamar la atención sobre ellas a las nuevas promociones, que el pesimismo de la voluntad que a veces se impone cuando un movimiento decae y que con frecuencia conduce a echar la culpa del fracaso a otros actores en el movimiento, y más adelante, con el tiempo, a contraponer lo activos que éramos nosotros antes a lo pasivos que son los universitarios de ahora.

No sé si se nota suficientemente –y porque no lo sé lo subrayo aquí– pero eso ha sido el hilo conductor del análisis de los movimientos universitarios en el libro.

Una última cosa sobre el título. Por una universidad democrática puede parecer un título intempestivo en un país como éste y en una situación como la actual. ¿Acaso no tenemos ya una universidad democrática?

Querría decir algo sobre esto para evitar equívocos.

En primer lugar, ese título es un pequeño homenaje a los estudiantes del SDEUB: así se titulaba el "Manifiesto", escrito por Manuel Sacristán y aprobado por aclamación en la asamblea constituyente de 1966, en el convento de los Capuchinos de Sarrià. Pero además quiero recoger con él una preocupación varias veces manifestada por los estudiantes críticos de ahora, quienes, a la vista de lo ocurrido durante el último curso, se preguntan si realmente la universidad que tenemos es democrática.

Como he escrito otras veces, al referirme a la noción de democracia en general, para mí la democracia no es un régimen, no es un sistema o un conjunto de normas procedimentales, sino que es un proceso en construcción.

De la misma manera que se puede decir con razón que lo que hay socialmente es una democracia demediada, así también la universidad de hoy es democrática a medias, es una aproximación, todavía con muchos tics autoritarios y paternalistas.

Para que se pueda hablar con propiedad de universidad democrática hay que seguir fomentando y potenciando la participación de todos los colectivos que componen la comunidad universitaria, no limitarla; hay que garantizar que los acuerdos aprobados por mayoría en los claustros se respetan; hay que garantizar la meritocracia en el acceso de los estudiantes y en la selección del profesorado; hay que escuchar y dar cauce a las opiniones disidentes de estudiantes, profesores y personal de la administración, aunque estas opiniones sean minoritarias o precisamente por ello; hay que potenciar la igualdad de género y, en consecuencia, tomar medidas para que la igualdad sea una realidad; hay que distinguir bien entre gestión y gobierno de la universidad y acabar con las tendencias al ordeno y mando en la gobernación; y hay que mejorar las relaciones entre profesores y estudiantes dentro y fuera de las aulas, tratando a éstos como personas adultas que, como tales, tienen mucho que decir sobre la mayoría de las medidas que configuran las políticas universitarias.

[CCCB: 26 de noviembre de 2009]